Portada » Español » Evolución de la Novela: De la Edad Media a la Modernidad
Refleja la realidad y se compromete con los problemas del ser humano.
Evade la realidad y se despreocupa de los problemas del ser humano.
No existe la novela como tal. Se encuentran cuentos, apólogos y relatos con moraleja. Los héroes son los de los cantares de gesta y los superhéroes de los romances de prosa. No hay esbozos de la novela idealista.
Nace la novela y se configura como género. No hay novela realista. Aparecen las novelas bucólicas, pastoriles y de caballería.
Propósito de Cervantes al escribir Don Quijote de la Mancha: poner en aborrecimiento de los hombres las fingidas y disparatadas historias de los libros de caballería.
Símbolos:
Estilo y lenguaje:
Cuando en el siglo XVII Miguel de Cervantes Saavedra escribió Don Quijote de la Mancha, el escritor español sentó las bases de lo que luego se consideraría la novela moderna. Muchos siglos después, grandes escritores de todo el mundo emularon la estructura de la obra cumbre de Cervantes, una vez que las aventuras del hidalgo…
Muchos episodios del Quijote ejemplifican otros tantos casos de amor. Representa una concepción del amor caballeresco sustentada en la tradición del amor cortés. Por eso, antes de cada aventura, don Quijote invoca siempre a su amada Dulcinea y pide su amparo, porque ella es su señora y por ella se fortalecen las virtudes del caballero. En este sentido, Dulcinea del Toboso es uno de los ideales más sublimes de cuantos ha creado la mente humana. Don Quijote es un caballero andante para defender la justicia en el mundo y desde el principio aspira a ser personaje literario.
Durante muchísimos años, el pequeño cementerio había sido un verdadero lugar de reposo, dentro de sus amarillentos paredones, detrás de la herrumbrosa y alta puerta cerrada. Algunos árboles, entretanto, habían crecido; se habían vuelto coposos y corpulentos; al mismo tiempo, la ciudad fue creciendo también, poco a poco fue acercándose al cementerio; y acabó, finalmente, por rodearlo y dejarlo atrás, enclavado en el interior de un barrio nuevo. Los muertos, dormidos en sus fosas, no se dieron cuenta de estos cambios, y siguieron tranquilos algunos años más. Pero, después, hubo sorpresas. La ciudad seguía ensanchándose, años tras año, y por todas partes se buscaba ahora, como el más preciado bien, cualquier sobrante de terreno aún disponible, para aprovecharlo y negociarlo; hasta los olvidados camposantos de otro tiempo, eran arrasados, excavados y abolidos, para dar asiento a modernas construcciones. Una noche llegaron, en doliente caravana, los muertos que habían sido arrojados de otros distante cementerio (en donde una Compañía comenzaba a levantar sus imponentes bloques), y pidieron sitio y descanso a sus hermanos; éstos refunfuñaron; pero les dieron puesto, al cabo, estrechándose un poco, y juntos durmieron todos nuevamente. Pero más tarde aún, cuando fueron arregladas las calles adyacentes, el camposanto vino a quedar mucho más elevado que el nivel de la calzada, de modo que desde la calle podía verse un abrupto y rojizo talud, y sobre éste, la vieja tapia del cementerio, coronada por el follaje de los árboles y las enredaderas; brotaban éstas, igualmente, por entre el carcomido resquicio del portón, y por todos lados alargaban sus brazos y sus ganchos y zarcillos, dispuestos a agarrarse de lo primero que encontraron para sostenerse y extenderse más aún. Pronto pasaron por allí cerca los autobuses y los camiones, y esto empezó a molestar muchos a los muertos, sobre todo a los que estaban enterrados del lado del barranco que lindaba con la calle.