Portada » Filosofía » Ética y Moral: Guía para una Vida Justa y Plena
Las virtudes y los vicios son personales, pero dependen de la situación social. Muchas condiciones sociales afectan a las personas y van generando una actitud generalizada y difícil de superar. El vasallaje es propio del régimen feudal y es una relación de dependencia y fidelidad del vasallo.
Es lo que le sucede a España y a la mayoría de los países de América Latina, sociedades en las que ha existido una unión política entre Iglesia y Estado, de tal modo que se han constituido como Estados confesionales. Con el código moral único (musulmán, cristiano, judío o laicista), los ciudadanos lo toman como referente moral, ya sea para acomodarse a sus prescripciones, para asumirlo desde la crítica interna o para rechazarlo abiertamente. Todo esto acostumbra a los ciudadanos a tomar una actitud de pasividad.
Fue una expresión acuñada por Max Weber para describir uno de los resultados sociales a los que llevó el proceso de la modernización. Consiste en creer que las cuestiones de valores, y por supuesto las cuestiones de valores morales, son muy subjetivas; que en el ámbito de la persona, cada persona elige una jerarquía de valores u otra, pero la elige por una especie de fe o de corazonada. Si se tuviera que convencer a otra persona de la jerarquía de valores que ha elegido, sería incapaz. Por eso se produce, en el terreno de los valores, un politeísmo: diferentes códigos morales en una sociedad sin comunicación.
Consiste en compartir unos mínimos morales desde los que es posible contribuir juntos a una sociedad más justa, y en respetar, precisamente desde esos mínimos compartidos, que cada cual defienda y persiga sus ideales de felicidad. Los ciudadanos de una sociedad que han sufrido el proceso de modernización comparten unos mínimos morales, aunque no comparten la misma percepción completa de la vida buena. La fórmula del pluralismo no es «todo vale», sino que, en lo que respecta a un proyecto de felicidad, cada cual puede perseguir los suyos e invitar a otros a seguirlos, con tal de que se respeten unos mínimos de justicia.
Afirma que lo bueno y lo malo en lo moral es reducible a nuestras actitudes y opiniones personales. Si alguien cree que p es bueno, entonces p es bueno para él. Por lo tanto, si el subjetivismo moral fuese correcto, las opiniones morales subjetivas serían infalibles, en la medida en que fuesen auténticamente subjetivas. Es una doctrina ético-fisiológica que afirma que lo bueno y lo malo en la moral es reducible.
Deben ser respetados por la sociedad en su conjunto y no cabe decir que aquí vale cualquier opinión, porque las que no respeten los mínimos tampoco merecen el respeto de las personas. Estos principios éticos, que se obtienen por conciencia, expresan una maduración ética de la sociedad. Por estos mínimos, los miembros de la sociedad pueden llegar a decisiones éticas compartidas. Es fundamental una ética de justicia, una ética de mínimos. Son de carácter fuerte, transculturales, tienen que tener juicios; son aquellas que deben aceptar todas las personas de una sociedad para poder ser justos. Ejemplos: los derechos humanos, lo justo, la razón práctica, los consejos y todo aquello que sea inhumano. Está ubicada en el terreno de la justicia y tiene pleno sentido exigir a alguien que se atenga a los mínimos y considerarlo inmoral si no los alcanza.
Son las que aconsejan qué caminos seguir para alcanzar la felicidad, cómo organizar las distintas metas que una persona se puede proponer, los distintos bienes que puede conseguir para lograr ser feliz. Son éticas ligadas a la religiosidad: proponen una vida digna de ser vivida, tienen una propuesta de plenitud y un camino para lograrla. Ejemplos: prudencia y normas. Son las que aconsejan qué caminos seguir para alcanzar la felicidad, cómo organizar las distintas metas que una persona se puede proponer, los distintos bienes que puede perseguir para ser feliz.
«Ni el mundo, ni en general, tampoco fuera del mundo, es posible pensar nada que pueda considerarse como bueno sin restricción, a no ser tan solo una buena voluntad». (Fundamentación de la metafísica de las costumbres. Kant).
La tendencia natural del hombre es a relacionarse con los demás. A esa ansia de sociedad, Ortega y Gasset la ha llamado «textura social» del hombre. El hombre se encuentra en apertura al otro, pues incluso antes de nacer ya experimenta la presencia de otros.
Es aquella en la que tiene sentido una moral cívica; es aquella en la que conviven ciudadanos que profesan distintas creencias religiosas, ateos, agnósticos, grupos que comparten distintos ideales de vida. Tales grupos tienen el derecho de ofrecer sus creencias, siempre y cuando no intenten imponerlas.
Es algo que suena como a hitleriano, y pasarse con armas y bagaje a las filas del pensamiento débil. Radicalismo.
Es prácticamente imposible que exista un magisterio con autoridad, reconocida por todos, para interpretar lo justo.
Porque la moral no se identifica con el derecho, y porque no existe una iglesia ética, ya que la moral no se identifica con la religión. Estos ámbitos de la acción humana están estrechamente conectados entre sí, pero no se identifican. El derecho tiene por objetivo regular las relaciones entre las personas a través de normas y también una determinada vertiente de la religión se expresa a través de normas, con lo cual puede parecer que, en realidad, las normas morales, jurídicas y religiosas son idénticas.
Son aquellas que obligan a un sujeto internamente, porque es su propia conciencia la que les reconoce fuerza humanizadora, hasta el punto de que cree que son normas que todas las personas deberían cumplir. Si viola la norma, es su propia conciencia la que va a mostrarle su desacuerdo.
Son promulgadas por aquellos a quienes corresponde en una nación, y obligan a todos los miembros de la comunidad política, estén de acuerdo o no con la norma, la sientan o no como obligación suya.
Por su parte, tienen para el creyente la fuerza de proceder de Dios a través de su comunidad religiosa, a través de su iglesia.
Es la desviación de la ética creyente: solo los que tienen fe pueden tener ética.
Capacidad de dar juicios morales y regirnos por ellos. Mayoría de edad (heteronomía, teonomía y autonomía).
Es lo que sucede en España y en la mayoría de los países de América Latina, sociedades en las que ha existido una unión política entre Iglesia y Estado, de tal modo que se han constituido como Estados confesionales. Con el código moral único (musulmán, cristiano, judío o laicista), los ciudadanos lo toman como referencia moral, ya sea para acomodarse a sus prescripciones, para asumirlo desde la crítica interna o para rechazarlo abiertamente. Todo esto acostumbró a los ciudadanos a tomar una actitud de pasividad.
Deben existir dos condiciones previas:
Dios se nos comunica y nos dice lo que es bueno y lo que es malo: los Diez Mandamientos. Deísmo = deísta: aquellas personas que creen en Dios, pero no creen en las religiones; no creen que Dios se comunique.
Supone que el hombre tiene una naturaleza humana. Aquello es bueno porque le hace bien a la naturaleza humana (sexo). Aquello es malo porque le hace mal a la naturaleza humana. La sexualidad responsable debe llevarnos a la felicidad. La ética es creación, es humana. La naturaleza humana es creada por el hombre, al igual que los derechos humanos.
Los valores sentidos son aquellos valores a los que reaccionamos de manera natural; es decir, no podemos hacer nada en contra de ellos, ya que siempre van a estar y se demostrarán de alguna manera. Los valores pensados quieren decir que primero analizamos nuestra forma de actuar antes de hacerlo; es decir, pensamos en las consecuencias que ocasionaría una determinada manera de actuar.
La ética de la convicción prohíbe determinadas acciones incondicionalmente como buenas o malas en sí, sin tener en cuenta las condiciones en que debe realizarse u omitirse, ni las consecuencias que se seguirán de su realización u omisión; es decir, busca medios malos para conseguir unos buenos. Se selecciona con el utilitarismo; se apoya y se fija en los principios éticos. La ética de la responsabilidad es aquella actitud de una persona que, en sus acciones, considera el conjunto de las consecuencias previsibles de las propias decisiones y las consecuencias en que se toma. La ética de la responsabilidad incluía la disponibilidad de cargar culpas basadas sobre la responsabilidad asumida y que, por ello, los santos, por este mismo motivo, debían más bien basarse sobre una ética de la convicción.
Fue una expresión acuñada por Max Weber para describir uno de los resultados sociales a los que llevó el proceso de la modernización. Consiste en creer que las cuestiones de valores, y por supuesto las cuestiones de valores morales, son «muy subjetivas»; que en el ámbito de la persona, cada persona elige una jerarquía de valores u otra, pero la elige por una especie de fe o de corazonada. Si se tuviera que convencer a otra persona de la jerarquía de valores que ha elegido, sería incapaz. Por eso se produce, en el terreno de los valores, un politeísmo: diferentes códigos morales en una sociedad sin comunicación.
Consiste en compartir unos mínimos morales desde los que es posible contribuir juntos a una sociedad más justa, y en respetar, precisamente desde esos mínimos compartidos, que cada cual defienda y persiga sus ideales de felicidad. Los ciudadanos de una sociedad que han sufrido el proceso de modernización comparten unos mínimos morales, aunque no comparten la misma percepción completa de la vida buena. La fórmula del pluralismo no es «todo vale», sino que, en lo que respecta a un proyecto de felicidad, cada cual puede perseguir los suyos e invitar a otros a seguirlos, con tal de que se respeten unos mínimos de justicia.
Resulta útil porque permite sacar ciertas cosas a la luz: tiene la función de indicar lo que está bien o mal en el plano moral; determina lo que debo hacer desde el punto de vista moral; nos señala el camino de la ética.
Esta debe permitirnos sopesar el punto de vista moral y los otros puntos de vista, tales como el punto de vista del estrecho interés personal, el punto de vista estético…
Es un conjunto de valores, normas y principios reflejados en la cultura de la empresa para alcanzar una mayor sintonía con la sociedad y permitir una mejor adaptación a los distintos entornos, en condiciones que suponen respetar los derechos reconocidos por la sociedad y los valores que esta comparte. La obtención del beneficio económico no debe ser un freno, sino un elemento impulsor de innovación o conectividad de la empresa.
Evalúan el comportamiento humano y la organización de la sociedad, guiando nuestras propias acciones.
La ética humanista, en contraste con la ética autoritaria, puede distinguirse de ella por un criterio formal y otro material. Formalmente, se basa en el principio de que solo el hombre, por sí mismo, puede determinar el criterio sobre virtud y pecado. Materialmente, se basa en el principio de que «bueno» es aquello que es bueno para el hombre y «malo» lo que le es nocivo, siendo el único criterio de valor ético el bienestar del hombre.
Se puede decir que existen muchas más razones para pensar que, generalmente, podemos evaluar de manera razonable el bienestar de otro, que los otros experimentan sensaciones completamente distintas de las nuestras y que viven en universos emotivos que no nos son eternamente ajenos; es por ello que el bienestar común depende…