Portada » Arte » El Arte Gótico: Arquitectura, Escultura y el Auge de la Catedral
El término «gótico» fue introducido a mediados del siglo XVI por renacentistas. El arte medieval fue tratado despectivamente hasta la llegada del Romanticismo germánico en el siglo XIX, que reivindicó la tradición gótica como parte importante de la cultura nacional y europea. Fue entonces cuando se definió el estilo gótico, que servía para referenciar a la arquitectura y también al resto de las artes de la misma época. Este estuvo desarrollado, más que todo, en el ámbito urbano y tuvo en la arquitectura su principal expresión artística. Las catedrales fueron las construcciones más importantes, convirtiéndose en el principal motivo de orgullo de las ciudades. Se creaban con el fin de acercarse a Dios cuanto más posible fuera, de ahí su luminosidad y sentido ascensional. En la pintura y escultura se mantuvo la presencia temática religiosa, pero con trazos ya mucho más suaves y con una definición de las figuras y escenas más naturalistas y menos distantes que las del Románico.
La catedral se convirtió en el edificio paradigmático de la arquitectura gótica, y el modelo francés fue su expresión más genuina. Se levantaron edificios mucho más altos y luminosos gracias a las nuevas técnicas de construcción. Los elementos que hicieron posible esto fueron el arco apuntado u ojival, más ligero que el de medio punto, y la bóveda de crucería, que resulta del cruce de dos arcos ojivales. Esta estructura permitía descargar el peso directamente sobre las columnas y pilares, liberando así al muro de la función de soporte. Gracias a esto se pudieron abrir grandes ventanales que fueron ornamentados con vidrieras de colores. La mayor altura y amplitud de las naves y el aligeramiento de los muros obligó a reforzar la estructura por fuera con arbotantes y contrafuertes que compensaban el peso de las bóvedas interiores. La planta de la catedral tiene tres o cinco naves longitudinales, cabecera con transepto más corto y girola. El alzado interior se divide en tres niveles: las arcadas, el triforio y el claristorio. En el exterior, lo más destacado es la fachada occidental, flanqueada por dos torres, y se distinguen varias franjas horizontales superpuestas. En la parte inferior se hallan las portadas decoradas con ornamentos escultóricos. Encima de las portadas suele haber un cuerpo de arcadas, un gran rosetón y un triforio decorado con esculturas. En el exterior destacan la cubierta a dos aguas que cubre la bóveda interior y el cimborrio que corona el crucero. Otros elementos también son las agujas y pináculos de forma piramidal y los gabletes a modo de frontón. Existen diferencias entre los edificios religiosos y los civiles.
Las características constructivas de los monasterios del Císter muestran la transición entre el Románico y el Gótico, en la que se nota un estilo propio, el cisterciense, con arcos apuntados y bóvedas de crucería. Se prohibieron las vidrieras de color y las pinturas. Algunos ejemplos de estos monasterios son Santa María de Huerta. En la segunda mitad del siglo XII, en el norte de Francia, surgieron las primeras catedrales góticas que configuraron el modelo llamado gótico septentrional o francés, que destaca por su verticalidad y luminosidad. Ejemplos de estas son la Catedral de Notre Dame, Chartres y Reims. El modelo fue seguido en Castilla, Alemania e Inglaterra. El estilo gótico radiante tenía un notable aligeramiento de las catedrales y más vidrieras. Ejemplo: Sainte Chapelle. El gótico flamígero se caracteriza por la decoración de motivos geométricos y la complejidad de las bóvedas. En Italia no se aceptó el modelo francés, pues se caracterizaban por el uso de cubiertas de madera y muros anchos y robustos sin soportes externos, con revestimientos de mármol con colores y relieves, mosaicos dorados, etc. En el sur de Francia surgió el gótico meridional, que tuvo gran influencia en Cataluña. La tradicional relación de la Corona de Aragón con el sur de Francia facilitó la construcción de iglesias y catedrales como la de Girona. Este modelo destaca por su línea horizontal y prefiere una nave única y amplia sin transepto. Los contrafuertes aguantan las grandes bóvedas y entre ellas suele haber capillas. Los muros interiores están despojados de decoración y en el exterior hay una mínima expresión. Ejemplos de esta son Santa María del Mar.
Se empleaban el arco apuntado y la bóveda de crucería, que facilitaban la construcción y permitían ocupar más espacio. El gótico civil siguió la misma evolución estilística que el religioso, pero con mayor complejidad en la estructura (arcos y bóvedas) y las ornamentaciones. Los edificios civiles no tenían la verticalidad de las catedrales, ya que prefirieron la línea horizontal. Ejemplos de edificios son los castillos de Manzanares el Real y de Bellver.
La escultura se fue liberando de la férrea sujeción y subordinación al espacio arquitectónico, aunque se mantuvo estrechamente ligada a la decoración de edificios. Comenzó en Francia en los siglos XII y XIII. Se convirtió en el principal elemento de ornamentación de las fachadas. Los tímpanos, jambas y dinteles se poblaron de estatuas con temas religiosos con intención didáctica. Así nació la portada real, cuyos mejores ejemplos son las catedrales de Chartres y Reims. Las figuras escultóricas se humanizaron a través de técnicas como la estilización y redondeo de las líneas, elegancia en los movimientos, naturalismo en los gestos y las expresiones de las caras, corporeidad y volumetría de los ropajes y cuerpos. Las temáticas más recurrentes de la escultura en piedra fueron el Juicio Final y la Virgen María. También proliferan las llamadas estatuas-columna, que decoraban las jambas y el parteluz de las portadas. Este proceso de independencia de la escultura empezó en el siglo XIV y afloró del todo en el XV con la aparición de retablos históricos y la proliferación de imágenes de devoción y sepulcros. Se utilizaron materiales como la madera, la piedra y dorados, que tuvieron mucha difusión. Tanto en retablos como en monumentos funerarios se observa una preocupación por el realismo e interés por la individualización de los rostros y por los detalles, con muchas decoraciones. Francia lideró en estos aspectos y fue imitada por el resto de países, menos Italia, que se ciñó más a decoraciones de mármol y puertas de bronce.