Portada » Historia » Fernando VII: entre el absolutismo y el liberalismo
Fernando VII llegó en 1814 procedente de Francia y fue aclamado por el pueblo como símbolo de paz y legitimidad. Sin embargo, el monarca también recibió presiones. El propio rey dio un golpe de estado al promulgar en Valencia un decreto que anulaba todas las reformas aprobadas en las Cortes. Al decreto siguió la detención de los liberales; otros tuvieron que exiliarse o vivir en la clandestinidad.
El rey procedió a restablecer las instituciones de 1808: los consejos y la Inquisición, y se suspendió la desamortización. Una crisis en la hacienda estatal se agravó con la guerra de la Independencia. A esto se unió el proceso de emancipación de los territorios americanos.
Pronunciamientos (golpes militares con fines políticos) como el de Portier en La Coruña y Lacy en Cataluña fueron duramente reprimidos.
El pronunciamiento de Riego: Rafael del Riego se sublevó con sus tropas en las Cabezas de San Juan, proclamando la vigencia de la Constitución de 1812. Contó con el respaldo de la burguesía liberal. Se produjeron insurrecciones militares en La Coruña y Zaragoza.
Aplicación del sistema liberal, pero Fernando VII utilizó el veto suspensivo para limitar las Cortes. Incipiente escisión de los liberales: moderados y exaltados.
Oposición al nuevo régimen que dio lugar a rebeliones militares absolutistas.
Puesta en práctica de las reformas aprobadas en Cádiz, como la supresión definitiva del Tribunal de la Inquisición y la abolición del régimen señorial. Se reemprendió la desamortización, aplicándola a los mayorazgos que fueron suprimidos. También se llevó a cabo una reforma eclesiástica para reducir el número de monasterios y órdenes religiosas; se redujo el diezmo; se aprobaron el Reglamento General de Instrucción Pública, el primer Código Penal y una nueva división del territorio español en 52 provincias.
Surgió una oposición conservadora al régimen liberal. El rey se enfrentó a sus ministros y a las Cortes. Un sector del ejército y de las élites del antiguo régimen lo apoyaban, ya que consideraban que estaba cautivo y secuestrado por los liberales. El clero se oponía a la desamortización, y el campesinado no simpatizaba con el liberalismo, que percibía como un movimiento urbano.
La contrarrevolución realista se manifestó en:
Fernando VII busca ayuda exterior de la Santa Alianza. El Congreso de Verona y la solicitud del rey Fernando en abril de 1823 provocaron una intervención extranjera que derrocó el régimen del Trienio Liberal. El gobierno, sin apoyo popular y con el rey como rehén, se vio obligado a capitular en octubre de 1823. Fin del gobierno liberal.
Retorno a las posiciones de Fernando VII; se restablecieron las instituciones de la monarquía absoluta, excepto el Tribunal de la Inquisición. Durante este periodo, el gobierno evolucionó hacia un reformismo moderado. La oposición provino de los partidarios de un régimen absolutista total.
Los liberales sufrieron una dura represión. Se anularon los nombramientos realizados en la administración por los gobiernos anteriores. La mayoría de los liberales se exiliaron al extranjero. En esta década se produjeron varios intentos de insurrección; numerosos líderes liberales fueron ejecutados (Riego, Empecinado, Torrijos).
Surgió una facción ultra que promovió conspiraciones contra los ministros más moderados de Fernando VII. El movimiento más importante fue la revuelta de los malcontents o agraviados en Cataluña (1827).
Los realistas exaltados se convirtieron en carlistas a causa del pleito por la sucesión de Fernando VII. Hasta el nacimiento en 1830 de Isabel II, fruto del cuarto matrimonio del rey, su hermano Carlos María Isidro había sido el heredero al trono. Meses antes del alumbramiento de Isabel II, Fernando VII había hecho publicar la Pragmática Sanción de 1789 y así abolió la ley sálica (que impedía que las mujeres reinaran). Los partidarios de Carlos María Isidro aprovecharon la enfermedad del rey en 1832 para provocar los llamados sucesos de La Granja. Durante la enfermedad del monarca, la reina María Cristina decretó una amnistía que permitía el regreso a España de los liberales exiliados. Fernando VII falleció en 1833; por esas mismas fechas estalló la guerra carlista.