Portada » Español » El Teatro Español de Posguerra (1939 – Finales del Siglo XX)
Al terminar la Guerra Civil, el teatro español pierde a los autores más innovadores de la época anterior (Valle-Inclán, Lorca y Unamuno); otros (Max Aub, Alberti o Casona) están en el exilio. Mientras en Europa se representan obras renovadoras de Brecht o Artaud e irrumpe con fuerza el teatro del absurdo (Ionesco o Beckett), en España se lleva a escena un teatro convencional, melodramático, que busca entretener y pasar la censura. Francisco Ruiz Ramón lo caracteriza como teatro bien construido, de personajes de clase media, cuyas costumbres critica sin acritud. Destacan autores como José María Pemán (La viudita naviera), Joaquín Calvo Sotelo (Una muchachita de Valladolid) o José López Rubio (Celos del aire).
Tanto Enrique Jardiel Poncela como Miguel Mihura realizan un teatro de humor renovado, de situaciones absurdas e inverosímiles, con un lenguaje ingenioso y nada convencional. J. Poncela caricaturiza a la sociedad en obras como Usted tiene ojos de mujer fatal o Cuatro corazones con freno y marcha atrás. Su humor abstracto, de raíz intelectual, supera todo casticismo y populismo. Mihura se muestra como un inconformista ante las convenciones sociales, antecesor del teatro del absurdo en Tres sombreros de copa, no entendida en su momento. Luego cede a los gustos del público en Melocotón en almíbar y Maribel y la extraña familia.
En la década de los 50 aparecen, como en los demás géneros, ciertas inquietudes existenciales en el teatro de autores como Buero Vallejo o Alfonso Sastre que alcanzan su plenitud en el realismo social. La censura les impide estrenar muchas de sus obras porque transmiten el desasosiego del ser humano, la moral absurda, la falta de libertad y la injusticia social. Su tendencia es el realismo crítico, alejado de todo costumbrismo o populismo. Buero Vallejo denuncia en su teatro la injusticia y recupera la función catártica de la tragedia clásica, obligando al espectador a tomar conciencia de lo que vive. Pasa por una primera etapa existencial (Historia de una escalera, que retrata un mundo gris de vecinos con sus ilusiones y sus fracasos; En la ardiente oscuridad, centrada en la ceguera), una segunda etapa social (recrea asuntos históricos con los que, de manera disimulada para sortear la censura, denuncia situaciones actuales: Un soñador para un pueblo, sobre la figura de Esquilache) y una tercera etapa de renovación formal (La Fundación).
Alfonso Sastre pertenece a la línea del teatro social comprometido, tiene una actitud de denuncia y una fuerte voluntad de renovación. Destaca Escuadra hacia la muerte, que plantea el conflicto entre el principio de autoridad y el de libertad y muestra un alegato contra la guerra. José Martín Recuerda escribe también obras de fuerte contenido social como Las salvajes en Puente de San Gil.
Hacia 1970 se produce un movimiento de renovación teatral y se busca un lenguaje dramático basado en el espectáculo, la escenografía y las técnicas audiovisuales: apenas importa la acción y se utiliza la alegoría y la abstracción como en una ceremonia ritual. Entre los autores más destacados, llamados en ocasiones «autores de teatro subterráneo», sobresalen Francisco Nieva (La carroza de plomo candente), Miguel Romeo Esteo (Pasodoble), Manuel Martínez Mediero (Las planchadoras) y Antonio Martínez Ballesteros (Retablo en tiempo presente). Con todo, el dramaturgo más notable es Fernando Arrabal, que acomete una renovación total del teatro en la línea vanguardista con su llamado «teatro pánico», escrito y estrenado en Francia, de rasgos tomados del surrealismo o de Valle-Inclán. Sobresale en él una actitud de rebeldía ante el absurdo y la sinrazón en el mundo. Entre sus obras destacan Pic-nic, El triciclo y El cementerio de automóviles. En su última etapa cultiva el teatro bufo en obras como Róbame un billoncito.
Tras el experimentalismo, casi todos los géneros literarios vuelven la vista a la tradición, de ahí la denominación de neorrealista que se aplica a la época posterior a 1975. Los escenarios españoles acogen espectáculos de los grupos independientes o de los autores anteriores que siguen estrenando, pero los nuevos dramaturgos se inclinan por una comedia neorrealista bien construida y que desarrolla temas de actualidad: la droga, el paro, los problemas de la juventud, la delincuencia, etc. El tratamiento de estos temas favorece la aparición de un nuevo costumbrismo, aunque esta vez con un matiz irónico. Entre los nuevos dramaturgos señalamos José Sanchis Sinisterra (¡Ay, Carmela!), Fermín Cabal (Tú estás loco, Briones), José Luis Alonso de Santos (La estanquera de Vallecas), Ernesto Caballero (El cuervo graznador grita venganza) y Alfonso Armada (Cabaret de la memoria).
Por último, cabe señalar que a partir de 1975 se han creado instituciones como el Centro Dramático Nacional y otras similares en varias comunidades autónomas, y se ha llevado a cabo por parte de las diversas administraciones una política de subvenciones. A su vez, hemos de señalar la existencia de diversos grupos que hacen un teatro a veces alternativo, basado o no en el texto, y en el que a menudo prima el espectáculo. Algunos de ellos son, por ejemplo: Els Joglars, Els Comediants, La Fura dels Baus, La Cubana, etc.