Portada » Biología » VIII Par Craneal: Nervio Auditivo (Vestibulococlear)
El VIII par craneal, también conocido como nervio auditivo o vestibulococlear, posee dos ramas:
La rama coclear se encarga de la audición. Los estímulos sonoros son conducidos a través del conducto auditivo externo y la membrana timpánica hacia el laberinto, que posee una porción ósea y otra membranosa, en cuyo interior circula la endolinfa. El conducto coclear contiene el órgano de Corti, órgano receptor compuesto por una hilera de células ciliadas internas y tres hileras de células ciliadas externas. También en la cóclea se encuentra el ganglio espiral, primera neurona de la vía auditiva. Las prolongaciones de las células bipolares que lo conforman constituyen el nervio coclear. Este, unido a la rama vestibular, penetra en el conducto auditivo interno. Al salir del peñasco junto con los nervios facial e intermediario de Wrisberg, se separa de la rama vestibular para ingresar en el tronco por la fosita lateral del bulbo y terminar en los núcleos dorsal y ventral, situados debajo del piso del IV ventrículo. Las fibras del núcleo ventral van a formar el cuerpo trapezoide, dirigiéndose hacia la oliva superior contralateral y homolateral. Hacen sinapsis en el tubérculo cuadrigémino inferior, luego en el cuerpo geniculado interno, a partir del cual nacen las fibras geniculotempórales que van a proyectarse hacia la corteza auditiva primaria (área 41: porción posterior de la cara superior de la primera circunvolución temporal) y hacia la corteza auditiva asociativa (área 42).
La rama vestibular se encarga del equilibrio y la orientación en el espacio tridimensional. Está formada por las prolongaciones axonales del ganglio de Scarpa, situado en el conducto auditivo interno. El aparato vestibular se halla constituido por tres conductos semicirculares (horizontal, anterior y posterior), el utrículo y el sáculo. El desplazamiento de la endolinfa por los conductos semicirculares estimula las crestas ampulares, permitiendo detectar aceleraciones angulares. En las máculas del utrículo y del sáculo existen sensores que captan los movimientos de la cabeza en el espacio. Por lo tanto, se puede concluir que los conductos semicirculares intervienen en las reacciones de equilibrio, mientras que el utrículo y el sáculo lo hacen en la adaptación estática.
La rama vestibular transcurre junto con la coclear por el conducto auditivo interno y el ángulo pontocerebeloso, para arribar al tronco y terminar en los núcleos vestibulares superior (Bechterew), lateral (Deiters), medial (Schwalbe) e inferior (Roller).
Los núcleos vestibulares presentan múltiples interconexiones con otras estructuras del sistema nervioso central, como:
En la anamnesis, el paciente con alteraciones de la rama coclear referirá reducción de la audición o hipoacusia, así como ausencia de ella, denominada anacusia o sordera. Se denomina hipoacusia de conducción a la producida por el compromiso del oído externo y/o medio. Las de percepción se deben a la alteración del oído interno o del nervio coclear.
Para evaluar la agudeza auditiva se pronuncian tres letras o números en voz baja, permaneciendo unos 60 cm por detrás del paciente mientras este, con su dedo meñique, ocluye el conducto auditivo externo contralateral. Si 50% o más de los fonemas de varios tripletes son incorrectos, el paciente tiene pérdida de la audición (sensibilidad 90-99%; especificidad 80-87; CP positivo 6; CP negativo 0,03). Si se detecta hipoacusia, en la práctica se utiliza un diapasón de 256 Hz, con el que puede determinarse si la reducción de la audición es de conducción o de percepción a través de las pruebas de Weber, Rinne y Schwabach.
Los trastornos de la rama coclear podrán ser unilaterales o bilaterales, permanentes o transitorios. Estas alteraciones deberán confirmarse mediante la ejecución de una audiometría, una logoaudiometría, pruebas de reclutamiento y los potenciales evocados auditivos.
Cuando el paciente refiere la desviación de la vibración hacia algún lado, se habla de Weber lateralizado. En las hipoacusias de conducción, por alteraciones del conducto auditivo externo, timpánicas u óseas, la conducción ósea es más eficaz que la aérea, por lo que suele estar lateralizado hacia el lado del oído afectado, mientras que en las percepciones ocurre lo contrario.
Esta prueba es más útil para detectar el déficit auditivo de percepción unilateral (Weber lateralizado hacia el oído sano), con una sensibilidad del 58%, una especificidad del 79%, un CP positivo de 2,7 y un CP negativo no significativo, que un déficit de conducción (Weber lateralizado hacia el oído enfermo) sensibilidad 54%; especificidad 92%; CP positivo no significativo y CP negativo 0,5).
Se coloca el diapasón vibrando sobre la apófisis mastoides hasta que el paciente diga que ha dejado de percibir la vibración, momento en el cual se le coloca rápidamente delante del conducto auditivo del mismo lado.
En condiciones normales, se debe continuar percibiendo la vibración cuando se coloca el diapasón frente al conducto auditivo externo, el doble de tiempo percibido sobre la mastoides (Rinne +). Cuando esto no ocurre (Rinne -) se debe a que existe una mejor transmisión ósea que aérea. En la hipoacusia de conducción se obtendrá una prueba de Rinne negativa (anormal).