Portada » Español » El Siglo XVII Español: Decadencia y Esplendor del Barroco
El siglo XVII en España estuvo marcado por una profunda decadencia política y social. En esta época de la monarquía absoluta, donde convivían el lujo y la miseria, resurgieron viejos prejuicios sociales y religiosos. El declive político y económico, que ya venía del siglo anterior, se acentuó con los reinados de Felipe III, Felipe IV y Carlos II.
Se consolidó la monarquía absoluta, donde el rey tenía el máximo poder, aunque a veces gobernaba a través de un «valido», lo que evidenciaba la arbitrariedad y corrupción del poder. Durante este siglo, España perdió muchos territorios y se empobreció, mientras Francia comenzaba su hegemonía.
Entre las causas de la crisis se encuentran la inflación económica, el descenso demográfico (expulsión de los moriscos, emigraciones a América y pestes). La población se manifestó en Cataluña y Portugal, culminando en la independencia de este último.
Existía un gran contraste social: miseria, pobreza y hambre, junto a un gusto por el lujo, grandes fiestas cortesanas, teatrales y religiosas. La imagen externa era de simultaneidad de lujo y miseria. El poder del dinero volvió a ser importante, aumentando el número de títulos nobiliarios y, con ello, los sentimientos clasistas e intolerantes. Las denuncias eran frecuentes en un clima de desconfianza.
El modelo social impuesto en Castilla fue el del hidalgo que aspiraba a vivir de sus rentas sin trabajar, con valores como el honor y la fama.
La cultura del siglo XVII fue brillante, recargada, variada y algo pesimista. Con el Barroco se consolidó la tendencia conservadora iniciada con la Contrarreforma y se acentuó el alejamiento del ideal humanista de tolerancia, racionalidad y equilibrio.
El contraste entre ricos y pobres también se reflejó en el mundo cultural. En el Barroco convivían la religiosidad con el tono cínico, sensual y burlesco, y el idealismo embellecedor.
Aumentó el número de lectores en diferentes grupos sociales, pero se impuso la censura política y moral a través del Índice de libros prohibidos.
El arte barroco tendió a lo difícil y artificioso. Buscaba impresionar, valorando lo desmesurado y la ornamentación desbordante.
La literatura recogió las preocupaciones de la época, alcanzando profundidad con el tema del desengaño.
Reflejó la estética barroca centrada en el intelecto, en el juego de ideas o conceptos, usando paradojas, antítesis y polisemia. Su lenguaje solía ser breve y conciso, elíptico y con metáforas despectivas. Se cultivó en prosa y, en menor medida, en poesía. Quevedo y Gracián fueron los escritores más conceptistas, aunque todos los escritores de la época lo fueron en mayor o menor grado.
Llamado así por el estilo de Góngora, se le acusaba de oscuro y difícil. Esta poesía seguía la tendencia de Fernando de Herrera en la segunda mitad del siglo XVI y aspiraba a crear un lenguaje poético diferente de la lengua común.
Se caracterizó por la intensificación y acumulación de recursos poéticos barrocos. Los culteranos perseguían la brillantez formal y usaban metáforas e imágenes hiperbólicas difíciles de interpretar para embellecer la realidad. El léxico era culto, imitaban la sintaxis latina y hacían alusiones mitológicas.
Se cultivó más en poesía que en prosa. Góngora fue su máximo representante y defensor de una poesía minoritaria. En el siglo XVII también se dio otro modelo de poesía más sencilla, como la de Lope de Vega o la lírica meditativa y horaciana de los hermanos Argensola.
Creador de la poesía culterana: minoritaria, culta, brillante y difícil, con un lenguaje poético brillante, culto y elitista. Su poesía pretendía transformar la realidad mediante las metáforas en un mundo nuevo de belleza. La poesía de Góngora iba dirigida a un lector inteligente y expresaba muy poco sus sentimientos.
Es un extenso poema en octavas reales de tema mitológico que narra la furia del cíclope Polifemo, enamorado de la ninfa Galatea, cuando descubre los amores de ésta con Acis.
Es un extenso poema de cuatro partes. La primera trata de la historia de un náufrago que llega a una playa y es acogido por unos cabreros con los que convive y asiste a una boda campesina. La segunda parte trata del encuentro del joven con unos pescadores y describe la vida de unos cazadores.
Lo que menos interesa es el argumento, que se convierte en una excusa para elevar un canto a la naturaleza, a la vida sencilla y a los objetos humildes y cotidianos, que alcanzan una belleza singular a través de las metáforas.
Representan la faceta tradicional de Góngora. No se publicaron, sino que se transmitían cantados. Los romances tratan sobre todo de temas pastoriles, líricos, moriscos y mitológicos. Suele predominar el conceptismo, conciso e ingenioso.
Escribió abundantemente en todas las formas y géneros, combinando lo culto y lo popular, el tono grave y el burlesco, con un estilo conceptista. Su lírica de tono grave trata temas como el amor, la muerte, la decadencia hispánica, el desengaño y la fugacidad de la vida.
El poeta expresa sus sentimientos o ideas con tono desgarrado en poemas religiosos, metafísicos, morales y amorosos. Reflexiona sobre el sentido de la vida, la muerte y el paso del tiempo. Los poemas morales plantean temas como el poder o la fortuna desde una perspectiva estoica, predominando el tono pesimista.
Este estilo es satírico y en él predomina el gusto por la experimentación lingüística. Esta poesía muestra una visión crítica de la sociedad. Los temas son muy variados: médicos, jueces, maridos engañados… y, sobre todo, Góngora, su enemigo literario.
Obra: Los Sueños. Constituyen sátiras de diversos tipos sociales y distintas profesiones.
Obra: Política de Dios. Hace una dura crítica de la política de su tiempo y expone un modelo de política estoica.
Obra: La Cuna y la Sepultura. En estas obras muestra su pesimismo y desengaño ante la existencia.
Obra: La Culta Latiniparla. Trata de las críticas contra el culteranismo.
Obra: La Vida del Buscón. Muestran una visión despiadada del ser humano, ya que no hay clase ni oficio alguno que se salve de la afilada visión crítica de Quevedo: clérigos, estudiantes…
Es una de las grandes obras de la picaresca por la profundidad con que refleja la decadencia moral de la época y por su estilo, un modelo de conceptismo. La novela narra la vida del joven Pablos, hijo de una bruja y de un barbero ladrón. Su origen familiar lo convierte en víctima de las burlas de sus compañeros, donde sufre un hambre atroz.
La novela tiene una intención social crítica, pero ambigua, pues a menudo se confunden la voz del narrador y la del autor, es decir, la de Quevedo y la de Pablos. El estilo ha sido considerado un modelo del conceptismo barroco.