Portada » Filosofía » El Vitalismo de Nietzsche: Genealogía, Moral y Muerte de Dios
El vitalismo, doctrina que exalta la vida en todas sus formas, se opone al racionalismo y se manifiesta en diversas corrientes. Dos de las más importantes durante los siglos XIX y XX son:
Friedrich Nietzsche propone una visión natural de la vida, irracional y ligada a las leyes de la naturaleza. Para él, la adaptación a estas leyes es la clave para alcanzar la vitalidad y la felicidad.
José Ortega y Gasset, por otro lado, presenta una visión humana de la vida como un proyecto moldeado por las experiencias personales y sociales.
Ambas corrientes coinciden en la importancia central de la vida. Para Ortega, la vida es el escenario donde todo ocurre, mientras que Nietzsche va más allá, afirmando que todo es vida, reduciéndolo a la voluntad de poder.
Nietzsche define la voluntad de poder como la fuerza que impulsa el crecimiento y desarrollo del mundo y del hombre. La razón, para él, es solo una de estas fuerzas, en constante lucha por el dominio. Su método genealógico busca desentrañar el origen de los sistemas filosóficos y morales, revelando la voluntad de poder que subyace a ellos. En este proceso, Nietzsche identifica tres estadios del espíritu:
Representa al individuo que carga con la moral impuesta, sin cuestionarla, bajo el lema del tu debes.
Simboliza la rebelión contra la moral impuesta, la liberación del yugo del gran dragón. Sin embargo, este estadio se limita a la negación, sin llegar a la creación de nuevos valores.
Representa al individuo que acepta la voluntad de poder, crea sus propias normas y se convierte en el Übermensch, el superhombre nietzscheano.
Con esta clasificación, Nietzsche critica la moral tradicional, argumentando que ha conducido a una vida débil en Occidente.
Nietzsche atribuye los errores de la razón al lenguaje. Critica la metafísica tradicional por considerar la realidad como algo estático, oponiéndose a su visión de la realidad como un constante devenir. Para él, el conocimiento es subjetivo y perspectivista, y los conceptos universales son meras metáforas que se alejan de la experiencia original. Este olvido del origen metafórico del concepto, según Nietzsche, es un síntoma del nihilismo como decadencia vital.
Nietzsche analiza la moral desde una perspectiva vitalista, distinguiendo dos tipos:
Basada en la autoafirmación y el orgullo, esta moral se caracteriza por la libertad del superhombre y la exaltación de los instintos vitales.
Impulsada por el resentimiento de los débiles, esta moral se define por la negación de los valores vitales y la exaltación de la humildad y el conformismo.
Nietzsche argumenta que la moral occidental es el resultado de una transvaloración, donde la moral de esclavos se impuso a la moral de señores, dando lugar a una moral antivital.
Nietzsche critica la moral platónico-cristiana por su carácter antinatural y trascendente. Para él, Dios representa la negación de la vida y la imposición de valores decadentes. La muerte de Dios, por lo tanto, es necesaria para la afirmación de la vida y la aparición del superhombre. Este concepto no implica un nihilismo pasivo, sino un nihilismo activo que abraza la multiplicidad de valores y perspectivas.