Portada » Historia » La Península Ibérica: De los Pueblos Prerromanos a la Baja Edad Media
Durante el I milenio a.C., los pueblos prerromanos recibieron una fuerte influencia de pueblos colonizadores del Mediterráneo. Los tartessos (ss. VII-VI a.C.) establecieron su monarquía en el valle bajo del Guadalquivir y el Guadiana, con importantes asentamientos como Cancho Roano (Badajoz) y El Carambolo (Sevilla). Comerciaron con fenicios y griegos gracias a su riqueza minera y agraria.
Los íberos (ss. VI-II a.C.), situados en la franja mediterránea y sur peninsular, surgieron por el contacto entre la población local y los pueblos colonizadores, quienes conformaron una lengua y cultura común (turdetanos, edetanos, ilicitanos…). Su economía se basó en la agricultura y el comercio. Conocían la moneda y la escritura. Destacaron en el arte escultórico, como la Dama de Elche.
Los celtas (ss. X-I a.C.) ocuparon la Meseta Norte y el noroeste peninsular. Formaron culturas independientes (carpetanos, lusitanos, celtíberos…) gobernados por un grupo aristocrático. Vivían en núcleos fortificados (castros gallegos y Numancia). Su economía se basó en la agricultura, la ganadería y la metalurgia (introdujeron el hierro en la península).
En la primera mitad del I Milenio a.C., llegaron pueblos comerciales buscando metales y nuevos mercados. Los fenicios (ss. IX-III a.C.) procedentes del Mediterráneo oriental, fundaron factorías como Gadir (Cádiz). Los griegos (ss. VI-III a.C.) se establecieron en la costa norte mediterránea; aportaron el olivo, los animales domésticos (asno y gallina) y la moneda (dracma de plata). Para terminar, los cartagineses (ss. VII-III a.C.) se establecieron en Ebussus (Ibiza) y fundaron Cartago Nova (Cartagena), tierra que más tarde estuvo ligada a sus enfrentamientos con los romanos en las guerras púnicas por el dominio del Mediterráneo.
Roma y Cartago se enfrentaron por el dominio del Mediterráneo en las guerras púnicas. Como consecuencia, inicia la conquista romana que se divide en tres fases.
Llamaron a la península, Hispania, y la dividieron en diferentes provincias: al principio en Citerior y Ulterior; después en Tarraconensis, Baetica, Lusitania y, finalmente, en seis provincias. Se inició la “pax romana”.
La romanización fue un proceso lento en el que se asimilaron elementos de la vida romana como:
Hasta que Caracalla extendió la ciudadanía a todos los súbditos del imperio (212). La fundación de ciudades (Hispalis, Valentia…). La extensión de una red de calzadas. Los romanos dotaron de obras de ingeniería, como acueductos (Segovia), puentes (Alcántara), y, otros, como anfiteatros (Itálica), teatros (Mérida), templos y murallas (Lugo). Hubo hispanorromanos destacados como Trajano, Adriano y Teodosio, filósofos como Séneca.
En el año 409 se asientan los suevos, vándalos y alanos en la península ibérica. En el 410 los visigodos firmaron un foedus con los romanos a cambio de ayuda militar, siendo Toulouse su capital. Entrarán a la península en 415, a petición de Roma para expulsar a los pueblos germánicos. Cae el imperio romano de Occidente (476) y los visigodos fundan el reino visigodo de Tolosa. Se produce la batalla de Vouillé (507) donde los francos obligan a los visigodos a marcharse, quienes asientan la capital de su reino en Toledo.
Se produjo una unificación entre los visigodos y los hispanorromanos:
También se produjo una organización política:
Tras la batalla de Guadalete (711), donde Tarik vence al rey Don Rodrigo (visigodo), comienza la conquista musulmana, dividida en tres etapas.
Se crea la provincia llamada al-Ándalus, donde destacaron los conflictos por el reparto de tierras entre árabes y bereberes.
Abderramán I se autoproclamó emir, lo que rompió la dependencia política de al-Ándalus con el califato abasí. Fue una etapa inestable por el conflicto con los mozárabes y la expansión de la resistencia cristiana del norte.
Abderramán III se proclamó califa (929), logrando la independencia religiosa. Se produce la etapa de mayor esplendor político y cultural. Su sucesor Hixem II deja el gobierno en manos de su hachib Al-Mansur, quien realizó razzias a territorios cristianos y su muerte en 1002 lleva al califato a la crisis. En 1031 comienzan los primeros reinos de taifas (1031-1086). Los musulmanes en busca de protección comenzaron a pagar parias a los reinos cristianos. La conquista de la taifa de Toledo por Castilla (1805) provocó la llamada de los almorávides, quienes vencieron en la batalla de Zalaca (1086). Alfonso I el Batallador conquista Zaragoza (1118). Aparecen los segundos reinos de taifas con los almohades (1085-1195), quienes vencen a Alfonso VIII en la batalla de Alarcos (1195), pero después son vencidos en la batalla de las Navas de Tolosa (1212). Continuarán las terceras taifas, salvo Granada serán conquistadas todas por los cristianos.
Creado por Mohamed ben Naser, sobrevivió gracias al pago de parias a los cristianos. Fue el gran centro cultural y artístico (la Alhambra) y con gran prosperidad económica hasta su rendición por Boabdil a los Reyes Católicos (1492).
La economía andalusí fue muy floreciente. En la agricultura, se introdujeron nuevos sistemas de regadío (norias, acequias), y nuevos cultivos (arroz, azafrán…). La artesanía trabajó con productos de lujo (marfil, cordobanes…). El sector textil trabajó la seda, el lino, la orfebrería, las armas, el vidrio… El comercio en las ciudades se localizó en los zocos, donde al-Ándalus, importaba esclavos y productos de lujo (especias, metales preciosos) y exportaba manufacturas (tejidos, armas y cerámica).
En la sociedad andalusí existía la población musulmana (umma), donde la aristocracia árabe (jassa) tenía los mejores cargos y tierras; los bereberes tenían una posición inferior (ejército, artesanos…); y por debajo, los muladíes (cristianos convertidos al Islam). Por otro lado, estaban los no musulmanes, judíos y mozárabes, que pagaban la capitación. En el escalón más bajo estaban los esclavos (campo y servicio doméstico).
Los judíos quienes vivían en sus propios barrios o juderías, donde trabajaban en la artesanía y el comercio, prosperaron en al-Ándalus. Su principal figura fue Maimónides, que intentó conciliar el judaísmo y el aristotelismo musulmán.
Los nobles visigodos que huyeron se refugiaron en la Cordillera Cantábrica, donde se formaron los primeros núcleos de resistencia y se consolidaron los reinos cristianos (ss. VIII-X):
Hubo tres etapas de la Reconquista.
En la organización política, el rey se encuentra en la cima del poder feudal, ayudado por la Curia Regia. Surgen las Cortes, donde se integró a los ciudadanos mediante representantes, y se celebraron en León (1188), Cataluña (1214), Aragón (1247) y Valencia (1283). Castilla tenia una monarquía autoritaria y en Aragón se implantó un modelo pactista.
Durante la conquista, por parte de los cristianos, se usaron diversos modelos de repoblación:
En cuanto a la sociedad estamental queda dividida en estamentos cerrados (la clase social está determinada por el nacimiento). Los privilegiados no pagan impuestos, no son juzgados y acceden a cargos políticos:
Sobre los no privilegiados, recaen los impuestos, estos son:
Durante la Baja Edad Media (ss. XIV-XV), se vivieron cambios por diversas crisis.
La Corona de Castilla se unió con el reino de León (Fernando III, 1230) y se lograron expansiones territoriales a Murcia y el Guadalquivir, el control del Estrecho, la expansión por el Atlántico y culminó con la conquista de Granada en 1492, donde también experimentaron derrotas frente a Portugal (batalla de Aljubarrota, 1385). Debido a la crisis, se produjeron revueltas populares (la revuelta de los irmandiños) y nobiliares.
La Corona de Aragón se expandió por el Mediterráneo tras conquistar Baleares (Sicilia, Cerdeña, Nápoles, Atenas y Neopatria, enfrentándose a conflictos con Francia y Castilla. Tras la muerte de Martín I (sin herederos), la dinastía Trastámara se instauró en el trono con el Compromiso de Caspe (1412) y Fernando de Antequera. Surgieron conflictos sociales (la Biga) y guerras civiles.
El matrimonio entre Juana I y Felipe IV de Francia, colocó a Navarra bajo la dependencia de este. Cuando Blanca de Navarra se casó con Enrique IV de Castilla, la situación cambió debido a enfrentamientos sociales (agramonteses y beamonteses) y dinásticos (Juan de Navarra y su hijo Carlos).