Portada » Filosofía » Metafísica, Antropología, Ética y Política en Santo Tomás de Aquino
Santo Tomás de Aquino distingue entre lo que las cosas son (esencia) y el hecho de que existan (existencia).
Conjunto de características que hacen que una cosa sea lo que es, que la hace distinguirse entre las demás cosas (la esencia del ser humano es ser «animal racional»).
Es el acto de ser, recibido en la esencia por la intervención de «causas segundas» (padres) o de la «causa primera» (Dios). En Dios no hay distinción, Dios es un ser necesario: existe y no deja de existir. Su esencia consiste en el acto de existir, por el contrario, los seres creados son contingentes, es decir, existen pero pueden dejar de existir.
Aquino establece una jerarquización entre los diferentes seres según el criterio de proximidad a la realidad:
Aquino afirma que la existencia de Dios no es una verdad evidente para la naturaleza humana y quienes la afirman, deben probarla. La existencia de Dios no se debe relacionar con la existencia del hombre. Va a comenzar desde el conocimiento que proporciona la experiencia humana, para remontarnos a través de ellos a su causa, es decir, argumentos a posteriori.
Critica el argumento ontológico y rechaza su validez. Este argumento ontológico tiene como punto de partida la idea de Dios como ser perfecto, el argumento tiene un paso ilegítimo de lo ideal a lo real: pensar en algo como existente no quiere decir que exista en realidad. La única existencia individual es la existencia sensible.
La razón humana no puede alcanzar la esencia divina. Por ello acude a la «analogía del ser». La razón humana intenta conocer la esencia divina a través de tres caminos:
Santo Tomás de Aquino afirma que la razón humana no puede alcanzar la esencia divina por ello acude a tres posibles caminos:
Para Santo Tomás de Aquino los seres se componen de esencia y existencia, excepto Dios, en quien la esencia y la existencia se unen, esta explicación la intenta conciliar con la tradición agustiniana.
Al igual que el resto de los filósofos medievales, afirma la creación del mundo mediante un acto de Dios totalmente libre. Santo Tomás de Aquino afirma que Dios ha permitido el mal en el mundo para obtener la libre voluntad de las personas y el perfeccionamiento del mundo.
El ser humano es un compuesto de alma y cuerpo en el que el alma representa la forma del cuerpo. Afirma la unidad hilemórfica del ser humano, defiende la existencia de una única alma que regula el cuerpo y le da forma.
Las capacidades del alma se dividen en tres grupos: potencias vegetativas, las sensitivas y las racionales.
La relación entre alma y cuerpo es una relación natural. Defiende la inmortalidad del alma apoyándose en su inmaterialidad.
Para explicar la realidad creada se sirve de conceptos aristotélicos (sustancia-accidente, materia-forma) y añade los de esencia y existencia. Ello le permite entender la creación como un orden de seres contingentes, es decir, de seres que tienen la existencia pero que no la son. Con esta ontología estructural explica la creación como un orden de seres participado, compuesto y, por tanto, finito. Pero, no obstante, se trata de seres efectivos no de puras apariencias ni tampoco de partes del ser. Son seres que han recibido el acto de existir mediante la creación. Ello les hace seres contingentes, pero no menos reales e independientes.
La cosmología trata de explicar racionalmente el mundo. Santo Tomás de Aquino va a tener que buscar soluciones para explicar cómo pueden existir un ser infinito, Dios, y unos seres finitos, el conjunto de los seres creados, no obstante lo cual son ambos seres.
Para ello tendrá que recurrir a un concepto de ser lo suficientemente amplio para que puedan llamarse seres tanto a Dios como a los seres creados. De ahí que el concepto de ser sea análogo y a la vez uno. No puede ser unívoco porque se reduciría la realidad a una unidad del tipo Parménides.
La idea de analogía y de participación cruzan la ontología tomista: los seres dicen seres cada uno a su modo o mejor según su modo de ser. Dios es el Ser.
Partiendo de Dios, Santo Tomás de Aquino va a darnos una visión creada en forma jerárquica y piramidal. La creación supone una separación infinita entre Dios y las criaturas.
La jerarquización de los seres vendrá dada por su mayor cercanía al Puro Existir de Dios.
En la cúspide de la creación: los ángeles solo se componen de esencia y existencia, no tienen materia, son puras formas que tienen existencia. Por ser formas puras sin materia. Cada ángel es una especie.
La ética de Santo Tomás de Aquino sigue la línea aristotélica, pero adaptada a los presupuestos cristianos. Está de acuerdo con Aristóteles en la concepción teleológica de la naturaleza y de la conducta del hombre: toda acción tiende hacia un fin, el fin es el bien de una acción. Todas las acciones humanas tienden hacia un fin: la felicidad. La cual se tiene que identificar con los conocimientos de los objetos más elevados. Al intentar acercar el aristotelismo y el cristianismo, identifica la felicidad con la contemplación beatífica de Dios. Esta contemplación, con la ayuda de Dios le permitirá al alma adquirir la capacidad para alcanzar la visión de Dios.
Distingue tres tipos de virtudes: corporales (la salud), morales (templanza, fortaleza y justicia) e intelectuales (sabiduría y prudencia). La virtud es el hábito selectivo de la razón que se forma a través de la repetición de actos buenos, es un término medio de la razón. La razón debe dirigir al hombre hacia su fin, que debe estar acorde con su naturaleza. Concede primacía al entendimiento sobre la voluntad. Uno de los primeros principios que descubre la razón es que debe hacer el bien y evitar el mal.
Santo Tomás de Aquino parte del principio de que todo lo real tiende a su fin, así se funda el concepto de ley natural: «participación de la ley eterna en la criatura racional». El racionalismo le permite conocer tendencias y deducir normas de conducta para darles su cumplimiento adecuado.
Y la ley natural tiene tres características: es evidente (fácilmente conocida), universal (común) e inmutable (no cambia).
Ley promulgada por los gobiernos, impone la vida en sociedad. Concreta las normas morales. Han de ser respetadas por la legislación positiva. Es un marco donde se señalan los límites en los que debe organizarse moralmente la sociedad humana.
Representa el gobierno de Dios en el mundo, está presente en la naturaleza de todos los seres. Mientras que para los objetos esta ley se concreta en leyes físicas y mecanicistas, con el ser humano deja espacio para que actúe en libertad con ayuda de la razón.
Santo Tomás de Aquino dice que el hombre es un ser social por naturaleza, esto quiere decir que la sociedad es también algo natural. El ser humano necesita de la sociedad la cual se organiza por medio de la razón. Toda sociedad tiene dos fines: uno inmediato, material (satisfacer las necesidades) y otro trascendente (conducir los individuos a Dios).
Después de analizar las formas de gobierno sancionadas por la tradición clásica (monarquía, aristocracia y democracia), Santo Tomás de Aquino afirma que ninguna de ellas debe ser considerada ilícita a priori. Se convierten en ilícitas cuando degeneran en tiránicas y este peligro lo corren solamente la monarquía y la aristocracia e incluso la democracia cuando no respete la justicia.
El poder legislativo deriva para los gobernantes de Dios, pero no de modo inmediato, sino a través del consenso popular. Se rechaza así la doctrina teocéntrica, por la cual la autoridad civil pretendería derivar directamente de Dios a través del romano pontífice. De ahí se establecen dos ámbitos en el poder: la soberanía del poder civil por un lado y el poder religioso por otro. El Estado ha de procurar el bien común, para lo cual legislará de acuerdo con la ley natural. Las leyes contrarias a la ley natural no obligan en conciencia. Las leyes contrarias a la ley divina deben rechazarse y no es lícito obedecerlas, lo que marca la dependencia de la legislación civil respecto a la legislación religiosa.