Portada » Filosofía » Análisis Comparativo del Empirismo de Hume y el Racionalismo de Descartes: El Problema del Conocimiento
Todos los contenidos de nuestra conciencia, todo lo que se encuentra en nuestra mente son percepciones. Las percepciones pueden ser de dos tipos: impresiones, que son datos inmediatos de la experiencia captados a través de la sensación, e ideas, que son copias o imágenes atenuadas de las impresiones en el pensamiento y en la razón. Cuando definimos las ideas como copias de las impresiones, las impresiones siempre preceden a las ideas. La impresión es el original al que copia la idea, por lo que ha de existir siempre una impresión antes que la idea. Hume niega la posibilidad de las ideas innatas.
De todo esto se sigue un planteamiento que será esencial en la teoría de Hume. Al clasificar los elementos del conocimiento en impresiones e ideas se introduce un criterio tajante para decidir acerca de la verdad de nuestras ideas. Por tanto, para conocer la veracidad de una idea que se nos presenta como ambigua o confusa, hay que comprobar de qué impresión procede, estableciendo la impresión clara a la que la idea copia.
Las relaciones de ideas son aquellos conocimientos cuyas afirmaciones son ciertas de modo intuitivo o demostrativo, que resultan evidentes racionalmente, y por tanto la veracidad de estas proposiciones no depende de cuestiones de existencia.
Nuestro conocimiento puede referirse a hechos. Las cuestiones de hecho son aquellas proposiciones fácticas, son proposiciones conocidas y demostrables empíricamente, se obtienen a partir de la experiencia y sí pueden negarse sin caer en la contradicción. Todo conocimiento acerca de los hechos está basado en la causalidad.
La causalidad acabará siendo definida por Hume como conexión necesaria. Buscando la relación que se da entre el fenómeno que llamamos causa y el fenómeno que llamamos efecto, observamos que parece que los fenómenos causa y efecto tienden a considerarse próximos en el espacio. Es decir, parece que la causalidad podría ser una relación de contigüidad, por tanto la causalidad podría ser una relación de prioridad temporal. La causalidad es un tipo de conexión necesaria. Cuando relacionamos dos fenómenos considerando a uno causa y al otro su efecto, el primero que se da es la causa, y el segundo, el efecto. Entendemos que ambos fenómenos se encuentran ligados de tal forma que no es posible que se dé uno sin el otro; la relación de conexión necesaria es un tipo de relación que no puede no darse, la causalidad es una relación de conexión necesaria.
Hume se ha propuesto para distinguir una idea verdadera de la que no lo es, será preguntarse de qué impresión procede o deriva la idea de relación de causalidad. Nunca hemos observado que exista una conexión necesaria entre ambos hechos. Nunca observamos la conexión necesaria. Lo único observable es que entre ambos hechos se da una sucesión constante, es decir que tras lo primero siempre sucede lo segundo. Según Hume, experimentamos con frecuencia conjunciones de dos objetos, recordamos que aparecen en un orden recurrente de continuidad y sucesión, y sin más, a uno le llamamos causa, y al otro efecto. La idea de conexión necesaria no tiene impresión a la que copiar. La única impresión es la de una conjunción constante de fenómenos. Por tanto, la idea de conexión necesaria, no tiene ningún fundamento en la experiencia.
El hecho de aceptar la relación de causalidad supone asumir que el curso de la naturaleza es uniforme, que la naturaleza es homogénea y no funciona a saltos. Sin embargo, para Hume, esta asunción no es demostrable ni intuitivamente cierta. La repetición de conjunciones constantes entre objetos no puede por sí sola generar la idea de conexión necesaria. Sin embargo, la observación de la repetición produce en nuestra mente una nueva impresión. La idea de conexión necesaria deriva de la propensión generada por la costumbre de pasar de una de las cosas que hemos observado que se presentan constantemente. Tras observar una regularidad de cosas u objetos relacionados, el hábito nos lleva a pensar que la relación entre tales objetos es de causalidad. El hábito o la costumbre es el fundamento de nuestra creencia acerca de los hechos futuros. Nuestro conocimiento de los hechos futuros no es más que una creencia. En el conocimiento acerca de los hechos sólo poseemos creencia, no certeza racional. La creencia es la guía de la vida cotidiana. Nuestro conocimiento acerca de los hechos (las cuestiones de hecho) es sólo probable, no alcanza el grado de demostración. Esta es la crítica de Hume al razonamiento inductivo: el hecho de que la naturaleza se comporte de una determinada manera en un número suficiente de casos no implica que se vaya a comportar así en todos los casos.
Descartes y Hume son filósofos que representan dos corrientes que habitualmente se presentan como enfrentadas: Racionalismo y Empirismo respectivamente. A pesar de que sus planteamientos son prácticamente opuestos, ambos tratan de responder al problema del conocimiento, la cuestión fundamental de la Filosofía Moderna. En este momento de la historia del pensamiento se produce un giro en la reflexión filosófica y su objeto será el sujeto. Concretamente, la cuestión principal será la de la certeza, es decir, la seguridad que el sujeto puede alcanzar en el conocimiento.
A partir de aquí, existen diferencias fundamentales en los planteamientos de René Descartes y de David Hume y de los movimientos filosóficos a los que representan. Para Descartes, la razón es el fundamento del conocimiento. Ella, por sí sola y sin intervención de la experiencia sensible establece los principios fundamentales del conocimiento, de los cuales derivan todos los demás. Frente a este planteamiento, para Hume la experiencia es la que constituye el punto de partida, el fundamento y el límite del conocimiento. Hume hace derivar todo el conocimiento de las impresiones (los datos inmediatos de la experiencia), de modo que si no hay impresión no hay conocimiento verdadero. Establece el recurso a la experiencia como criterio de verdad y de certeza para saber si una idea es verdadera o no. Es decir, para poder asegurar la verdad de una idea es necesario encontrar la impresión a la que copia. Por ello la experiencia es el fundamento del conocimiento. A partir de aquí, concluirá que la experiencia es también el límite del conocimiento: no podemos afirmar la verdad de ninguna idea de la que no tengamos experiencia. El conocimiento de aquello que supere la experiencia no es posible. Esta idea se concreta en la negación que hace Hume de las ideas innatas que Descartes considera fundamentales. Mientras que Descartes afirma la existencia de ideas contemporáneas al nacimiento, Hume insiste en la idea empirista de que nuestra mente es una tabla rasa, una hoja en blanco, es decir, está vacía hasta que no tenemos experiencia.
Los presupuestos epistemológicos de Hume son el fundamento de su crítica a las ideas abstractas, como la idea de substancia, que es la clave de la metafísica de Descartes. Este había afirmado la existencia de tres substancias: infinita (Dios), pensante (alma/yo) y extensa (mundo), ambas substancias finitas. Para Hume, la substancia no es otra cosa que una colección de ideas simples unidas por la imaginación. Así, rechaza abiertamente el concepto fundamental de la metafísica de Descartes, el de substancia, reduciéndolo a una ficción por la que presuponemos un sustrato oculto más allá de las cualidades que percibimos.
Hume plasma este mismo planteamiento con su crítica al principio de causalidad, que considera también una abstracción no fundada en la experiencia sensible y, por tanto, indemostrable. Para Descartes el concepto de causa es fundamental, tanto en su planteamiento metafísico como en la Física (Dios será el primer motor del mundo). En Hume, en cambio, la causalidad no es una idea demostrable y su conocimiento queda reducido a una mera creencia.
De todo lo expuesto, se sigue que el empirismo de Hume deriva en un escepticismo, puesto que acaba negando la posibilidad de demostrar los principales conceptos metafísicos y físicos. La actitud de Descartes es contraria en todo punto al escepticismo, pues este filósofo cree firmemente en la posibilidad del conocimiento. Más aún, la duda cartesiana es el procedimiento que utiliza para establecer la primera verdad incuestionable, precisamente en oposición a las posturas escépticas contemporáneas a él.
Por otro lado, el modelo de ciencia que Descartes tiene en mente es la Matemática. El Racionalismo considera que nuestra mente deduce racionalmente los conocimientos a partir de unos principios básicos. Hume, en cambio, está pensando en las ciencias naturales. Nuestra mente generalizaría los principios del conocimiento a partir de la observación de las experiencias particulares. Digamos que para Descartes nuestro pensamiento funcionaría deductivamente mientras que para Hume el conocimiento se obtendría inductivamente.