Portada » Español » La Fundación de Buero Vallejo: Análisis de una Tragedia Abierta
Antonio Buero Vallejo (1916-2000) nació en Guadalajara. Su padre, militar, se trasladó a Madrid, donde Buero inició estudios de Bellas Artes. Sus estudios fueron interrumpidos por la Guerra Civil Española, pero no abandonó la pintura. Buero se afilió al Partido Comunista de España (PCE) y luchó en la guerra, siendo condenado a muerte por rebelión continuada. En 1949 recibió el Premio Lope de Vega por Historia de una escalera, estrenada con gran éxito de público.
La censura le provocó problemas, algunas obras como La Fundación tardaron en ser representadas. Su teatro se oponía al régimen franquista, aunque se salvó de la censura. Buero creía que sus obras, al ser representadas, contribuían a cambiar la sociedad. Definió esta postura como «posibilista», en contraste con Alfonso Sastre, quien creía en un teatro de oposición explícita, aunque la censura impidiese su representación. Es considerado un referente en el teatro de posguerra.
Su teatro trágico lo denominó «tragedia abierta», caracterizado por:
Recurre a:
Su teatro es antidogmático, el autor pretende plantearnos preguntas, con temas universales y procedimientos dramáticos similares a los contemporáneos. En su producción dramática se distinguen tres etapas:
En La Fundación, utiliza la inmersión, técnica por la que el espectador percibe los hechos desde los ojos de Tomás. El autor se inspiró en El Quijote. Se refleja la experiencia autobiográfica del autor: condenado a muerte, incluso ocultaron a un muerto durante días y hubo un plan de fuga similar.
La obra sigue la estructura de la tragedia clásica, pero Buero crea una tragedia abierta. En la celda, los personajes se enfrentan a su destino y escogen qué papel adoptar: uno elige la traición, los demás la lucha. La acumulación de muertes conduce a Tomás y al espectador a la verdad de la prisión. La muerte es una incógnita en la tragedia abierta de Buero Vallejo.
Técnicas teatrales:
El texto contribuye a que se siga fielmente estas técnicas gracias a extensas acotaciones, muy trabajadas y que prevén eventualidades escenográficas.
Cinco hombres presos condenados a muerte y uno muerto. Todos son sindicalistas y son delatados por Tomás después de ser torturado. Afrontan un futuro incierto. El espectador no ve una prisión, sino una fundación, lo que Tomás imagina. Una realidad distorsionada por la locura y las torturas padecidas.
En un país indeterminado, Tomás forma parte de un grupo clandestino. Cuando es arrestado, delata a sus compañeros. En la cárcel, comparte celda con cinco presos condenados a muerte y un muerto: Tulio, Asel, Lino y Max. Tomás intenta suicidarse, sufre un ataque de esquizofrenia y niega la realidad.
Tomás despierta de la locura, desaparecen los elementos de su imaginación. Asel diseñó el plan para quedar con la comida del muerto, para que sean castigados en las celdas de castigo y realizar la fuga. Tras descubrir el cadáver, no son castigados, Asel sospecha de un soplo y desconfía de Tomás. A Tulio lo llevan al paredón.
Lino sospecha de Tomás y de Max, los llamados a locutorios. Tomás convence a Asel de su inocencia. Acusan a Max de traidor. Los carceleros vienen a buscar a Asel y se suicida. Lino mata a Max tirándolo al vacío.
No sabemos si los carceleros llevan a Tomás y Lino al paredón o a las celdas de castigo, de ser esta última, podrían fugarse siguiendo el plan de Asel. Después de abandonar la celda, recupera el aspecto de una fundación, donde un hombre da la bienvenida a los nuevos inquilinos.
Dividida en dos partes, formadas a su vez por dos cuadros.
Una cárcel. La transformación del espacio se ve mientras Tomás recupera la cordura. Al comienzo nos encontramos una fundación hasta encontrarse con la cárcel. Ya al final, el autor reencuentra al espectador con la fundación, para que reflexione. Estructura circular.
Trabaja las acotaciones, la iluminación consigue cambiar de decorado. Aprovecha el cierre del telón para producir los cambios de decorado más importantes. Desde el inicio, hay elementos que provocan distorsión: la taquilla de hierro de pobre aspecto o los diálogos con Berta.
No hay comodidades, los carceleros hacen dura la estancia. El olor es insoportable, convivieron seis días con un muerto. No hay puerta que separe el retrete de la estancia; la basura se acumula y hay que turnarse para sacarla; la celda cerrada con una puerta de barrotes; no hay ventanal ni paisaje. El país de la fundación-cárcel es desconocido.
El tiempo externo no nos sitúa en ningún momento histórico, la falta de libertad podría darse en cualquier momento. Ciertas referencias en la obra, conectadas con la autobiografía del autor, nos sitúan en los años 70, al final de la dictadura. El tiempo interno es convencional.
El drama se desarrolla en unos pocos días, los cuadros transcurre con rapidez sin saltos cronológicos. Hay alguna elipsis temporal, pasaron 3 días cuando empieza la 2ª parte. Comienza «in media res». Este recurso contribuye a la subjetivización del relato, hechos que solo emergen en el drama cuando reaparecen en la mente del protagonista.