Portada » Geografía » Los Recursos Hídricos en España: Desafíos y Soluciones
Precipitaciones: La media en España es de 685 mm de altura por unidad de superficie, con grandes variaciones regionales. Mientras que en zonas del norte se superan los 2400 mm, en el sudeste no se llega a los 200 mm.
Evapotranspiración: El sudeste presenta una evapotranspiración superior a los 950 mm anuales, mientras que en el norte la evapotranspiración es mucho menor que las precipitaciones.
Cuencas hidrográficas: Las cuencas de Galicia y la zona norte, que representan el 10,6% del territorio nacional, concentran casi el 38% de los recursos hídricos del país. Esta zona se conoce como la España húmeda, en contraste con el resto del territorio, denominado España seca. Dentro de esta última, las cuencas del Segura y del Júcar son las más desfavorecidas.
Para gestionar los recursos hídricos, la legislación española establece los Planes Hidrológicos de Cuenca y el Plan Hidrológico Nacional. Este último define la política hidráulica del Estado y coordina los planes de cuenca. El objetivo principal del Plan Hidrológico Nacional es alcanzar el equilibrio hídrico en España. Entre sus actuaciones más destacadas se encuentran:
La región mediterránea, caracterizada por una alta insolación, presenta una elevada demanda de agua para la agricultura, además de una mayor densidad de población en el litoral, una fuerte presión turística y una alta evapotranspiración. A esto se suma una baja precipitación, mal distribuida temporalmente, lo que dificulta el aprovechamiento del agua de lluvia. Todos estos factores convierten a las regiones mediterráneas en zonas de déficit hídrico, que requieren de medidas técnicas costosas para satisfacer la demanda de agua. Las más utilizadas son los trasvases y la desalación.
Permiten a la cuenca receptora disponer de agua para cubrir sus necesidades, al menos inicialmente. Sin embargo, esta ventaja se convierte en un inconveniente a largo plazo, ya que los agricultores de la cuenca receptora aumentan sus regadíos e industrias, lo que lleva a una disminución del agua disponible.
Consiste en eliminar el exceso de sales del agua, con el objetivo de obtener agua potable o apta para uso agrícola. El agua a desalar puede provenir del mar o de aguas continentales salobres, como ocurre en muchos acuíferos. Se trata de sistemas costosos, a los que hay que sumar el coste de elevar el agua desde el nivel del mar hasta la planta desaladora.
Los procedimientos de desalación se dividen en:
Este proceso invierte el fenómeno natural de la ósmosis, sometiendo el agua salada a una gran presión contra una membrana semipermeable. De esta manera, el agua sin sales atraviesa la membrana, quedando un lado con agua mucho más salada (que se devuelve al mar) y otro con agua sin sales o con una concentración tan baja que requiere la adición de sales para hacerla potable.
La desalación es un proceso costoso debido a la gran cantidad de energía que requiere. Además, hay que tener en cuenta el impacto ecológico de devolver al mar grandes cantidades de salmuera concentrada y caliente. A pesar de ello, la desalación se presenta como una solución en regiones áridas donde no existe otra forma de satisfacer la demanda de agua.
La energía de la biomasa es la contenida en las moléculas orgánicas que forman la materia de los seres vivos. Se trata de energía solar almacenada en enlaces químicos mediante la fotosíntesis, que se distribuye a todos los organismos a través de las relaciones tróficas.
La biomasa se puede obtener de una gran variedad de productos:
El método más común para aprovechar la energía de la biomasa es la combustión. El calor generado se puede utilizar para calefacción, agua caliente sanitaria o para producir vapor de agua que impulse una turbina y genere electricidad. Los bioaceites y el etanol se utilizan principalmente como combustible para vehículos. Los productos animales, los lodos de depuradoras y los residuos de industrias orgánicas (como azucareras o papeleras) se emplean para producir biogás.
La biomasa presenta ventajas como fuente de energía renovable y alternativa a los combustibles fósiles. Sin embargo, también tiene inconvenientes, como la necesidad de grandes extensiones de tierra para los cultivos energéticos y la emisión de gases de efecto invernadero durante la combustión, aunque en menor medida que los combustibles fósiles.