Portada » Español » Análisis de Tres Poemas Clásicos: Celos, Esfuerzo y Sueño
En los primeros versos, «¡Oh celos, de amor terrible freno / quen un punto me vuelve y tiene fuerte;», se presenta a los celos como un freno terrible del amor, empleando una metáfora que los compara con un mecanismo de control que detiene o limita el amor. El hipérbaton en la frase «quen un punto me vuelve y tiene fuerte» desordena la estructura gramatical para enfatizar el descontrol y el caos causados por los celos. Además, los celos son personificados, adquiriendo la capacidad de volver y mantener fuerte al amante, lo que resalta su poder y su tiranía.
La segunda estrofa continúa con «¡Oh serpiente nacida en dulce seno / de hermosas flores, que mi esperanza es muerte; / tras prósperos comienzos, adversa suerte, / tras suave manjar, recio veneno!». Aquí, los celos son descritos como una serpiente nacida en un seno dulce de flores hermosas, una metáfora que sugiere que algo maligno puede surgir de un ambiente inicialmente bello y prometedor. El epíteto «hermosas flores» realza la pureza y la belleza iniciales del amor. La antítesis «que mi esperanza es muerte» contrasta la esperanza con la muerte, subrayando el daño que los celos infligen al amor. Asimismo, la serie de antítesis «prósperos comienzos / adversa suerte» y «suave manjar / recio veneno» refuerzan la idea de que tras los placeres iniciales del amor, los celos traen infortunio y dolor.
En la tercera estrofa, «¿De cuál furia infernal acá saliste, / oh cruel monstruo, oh peste de mortales, / que tan tristes, crudos mis días heciste?», el autor se dirige a los celos con una interrogación retórica, enfatizando su desconcierto y desesperación ante su origen maligno. Las metáforas «cruel monstruo» y «peste de mortales» personifican a los celos como entidades malignas y devastadoras, resaltando su naturaleza destructiva y su impacto perjudicial en la vida del amante.
Finalmente, la cuarta estrofa «Tórnate al infierno sin mentar mis males; / desdichado miedo, ¿a qué veniste?, / que bien bastaba amor con sus pesares;» concluye con una súplica para que los celos regresen al infierno de donde vinieron. La metáfora «desdichado miedo» se refiere a los celos, encapsulando el temor y la inseguridad que provocan. El hipérbaton «que bien bastaba amor con sus pesares» resalta que el amor, con sus propias dificultades, ya era suficiente carga sin la adición de los celos.
Pasando el mar Leandro el animoso,
en amoroso fuego todo ardiendo, esforzó el viento, y fuese embraveciendo el agua con un ímpetu furioso.
En estos versos iniciales, el hipérbaton «esforzó el viento, y fuese embraveciendo el agua con un ímpetu furioso» reordena la estructura de la frase para poner énfasis en el creciente desafío que enfrenta Leandro en el mar. La metáfora «en amoroso fuego todo ardiendo» describe la pasión de Leandro como un fuego ardiente, destacando su intensa emoción y determinación mientras cruza el mar.
Vencido del trabajo presuroso, contrastar a las ondas no pudiendo,
y más del bien que allí perdía muriendo, que de su propia muerte congojoso,
En la segunda estrofa, se muestra a Leandro agotado y superado por la rapidez de su esfuerzo. La antítesis «más del bien que allí perdía muriendo, que de su propia muerte congojoso» contrasta su angustia por la pérdida de su amada con su propio temor a la muerte, subrayando que el dolor de perder el amor es mayor que el miedo a morir. La metonimia «ondas» se refiere a las olas del mar, personificándolas como una fuerza con la que Leandro lucha.
como pudo, esforzó su voz cansada,
y a las ondas habló desta manera: mas nunca fue su voz de ellas oída:
La tercera estrofa presenta a Leandro intentando hablar con las olas, aunque su voz nunca fue escuchada, lo que introduce una paradoja que subraya la inutilidad de su esfuerzo y la indiferencia de la naturaleza frente a su sufrimiento. Esta imagen enfatiza la desesperanza y el aislamiento de Leandro en su lucha.
«Ondas, pues no se excusa que yo muera,
dejadme allá llegar, y a la tornada
vuestro furor ejecutad en mi vida».
Finalmente, en la última estrofa, Leandro personifica a las olas suplicándoles que lo dejen llegar a su destino antes de cumplir con su fatalidad. La frase «vuestro furor ejecutad en mi vida» personifica las olas como agentes de su destino, responsables de su futura muerte.
¡Ay Floralva! Soñé que te… ¿direlo? Sí,
pues, que sueño fue, que te gozaba; ¿Y
quien, sino un amante que soñaba, juntara
tanto infierno a tanto cielo?
En estos versos iniciales, el poeta introduce su sueño con Floralva, debatiéndose entre revelarlo o no. La antítesis «tanto infierno a tanto cielo» refleja la dualidad de su experiencia: el placer del sueño (cielo) frente a la tristeza de su realidad sin ella (infierno). Esta oposición subraya el intenso conflicto emocional que vive el yo poético. También destaca la presencia de una pregunta retórica que plantea el conflicto del yo poético.
Mis llamas con tu nieve, y con tu yelo, cual suele opuestas flechas de su aljaba, mezclaba amor, y honesto las mezclaba, como mi admiración en su desvelo.
La segunda estrofa presenta una antítesis entre «nieve/llamas», donde las llamas representan la pasión del poeta y la nieve la indiferencia de Floralva. La comparación «cual suele opuestas flechas de su aljaba» sugiere una semejanza entre el sueño erótico del poeta y las flechas opuestas de Cupido, mezclando amor y odio. La personificación «mezclaba amor» muestra al amor como un agente activo que combina estas emociones opuestas, reflejando la complejidad y la intensidad de sus sentimientos.
Y dije, quiera amor, quiera mi suerte,
que nunca duerma yo, si estoy despierto,
y que si duermo, que jamás despierte.