Portada » Lengua y literatura » Análisis literario de «Nada» de Carmen Laforet: Un retrato de la posguerra española
Esta novela fue publicada en 1945 tras el triunfo del franquismo en la Guerra Civil española (1936-1939). En los 40 años dictatoriales se anularon todas las novedades que se lograron en la época republicana española (1931-1936, 1937), además de que la mujer fue sometida a normas católicas españolas, siendo obligada a ser mujer, esposa y encargarse de las labores domésticas.
El franquismo inició la separación definitiva entre las funciones de hombres y de mujeres, incluso fue notoria en la lectura, ya que los chicos leían historias de héroes mientras que las chicas eran obligadas a leer revistas de consejos de cocina, limpieza, hogar…
Con el franquismo aparecieron el hambre, el miedo, la pobreza… lo más habitual era la represión hacia los ciudadanos, como encarcelaciones, asesinatos, injusticias sociales…
Desde un punto de vista político, Franco se alió con los fascistas e iniciaron una dictadura sangrienta después de su triunfo. Además, en la Segunda Guerra Mundial, Franco tuvo muy buena relación con América para poder ganar su lucha anticomunista. Esta dictadura permaneció viva mientras que Franco estaba con vida, pero con su muerte en 1975 la dictadura franquista se dio por terminada.
(Cabe destacar que esta novela fue escrita por una mujer y que es una anteposición a una novela rosa ya que ofrece una versión real de la cruda realidad de la posguerra en Barcelona.)
Unos años después de la Guerra Civil española, cuando el franquismo estaba en su época de esplendor y varios intelectuales y artistas se exiliaron debido a la gran represión del franquismo, Carmen Laforet decidió publicar esta novela tan polémica.
Debido al masivo destierro cultural cambió completamente la perspectiva de la novela y también el estilo de esta. Nada es una clara contraposición de la novela rosa ya que muestra de manera directa la cruda realidad que se vivió en Barcelona después de la guerra. A su misma vez cabe recalcar que esta novela, que ganó el premio Nadal, tiene un carácter impresionista con personajes expresionistas.
En cuanto a los movimientos, por un lado, en las décadas de 1920 y 1930, la novela española se caracterizó por un desarrollo limitado en contraste con el auge de la poesía de la Generación del 27. La obra de este período fue descrita como «deshumanizada» por Ortega y Gasset, centrándose en la denuncia de injusticias sociales con tramas mínimas.
Por otro lado, en la década de 1940, el contexto de posguerra impulsó una literatura comprometida con los problemas sociales, influenciada por corrientes como el existencialismo. Autores como Carmen Laforet y otros nacidos entre 1910 y 1921 se vieron afectados por estas corrientes, aunque no formaron un grupo homogéneo. Laforet, en particular, es considerada una escritora aislada sin adscripción a una escuela literaria específica.
La naturaleza del narrador en esta novela es compleja y multifacética. Andrea, la protagonista, es la narradora en primera persona de la novela. No es una narradora protagonista, sino que es una narradora testigo que narra lo que ella percibe de manera subjetiva con una perspectiva temporal posterior a los hechos. Debido a este narrador, el lector sólo posee una perspectiva o una visión sobre las acciones o conflictos que ocurren durante la narración, además de profundizar en Andrea personalmente y psicológicamente.
Sin embargo, la autora añade diferentes puntos de vista en diferentes episodios, como en los capítulos XV y XX cuando se narra la visita al Barrio Chino. Primero se narra desde el punto de vista de Juan, después de Andrea y por último de Gloria. En consecuencia, este narrador omnisciente conlleva al lector a profundizar más en perspectivas que van más allá de la experiencia directa de Andrea.
Por otro lado, la narradora, Andrea, deja a la autora, Carmen, intercalar sus pensamientos, sentimientos, experiencias, su visión de los conflictos… haciendo creer al lector que se trata de una autobiografía cuando en verdad solo goza de un trasfondo autobiográfico.
Esta novela se caracteriza por las técnicas narrativas que se emplean pues son destinadas a crear una atmósfera de incertidumbre.
Por un lado, podríamos mencionar la elusión narrativa la cual se utiliza para aumentar el interés del lector puesto que a lo largo de la novela se mencionan detalles que posteriormente no se vuelven a mencionar, ni concretar, ni resolver. Esta técnica es muy evidente sobre todo en el importante personaje de Román: su personalidad misteriosa, su vida amorosa… O también Angustias ya que se menciona su relación adúltera con su jefe pero no se vuelve a detallar y consigue dejar al lector con intriga.
El estilo de la prosa de Carmen Laforet es sencillo, natural y sobrio.
En cuanto al registro lingüístico podríamos concluir que en esta novela el registro se adecua al origen geográfico de cada personaje, imitando así al habla coloquial adecuándolo a cada uno. Por ejemplo, se destaca el catalán sobre todo en Juan y en su cuñada o la variante de Canarias en el padre de Ena. Mediante este uso lingüístico, Carmen Laforet quiere demostrar que era consciente de que en aquella época no solo se hablaba español siguiendo las normativas franquistas, sino que decide enfrentarse a la censura y lo enseña mediante esta novela.
Por otro lado, en el lenguaje de esta novela predominan las descripciones las que son impresionistas, ya que Andrea, la narradora, narra su subjetiva impresión de lo que ocurre o de lo que hay a su alrededor, por ello es una narradora testigo. Además de reflejar su estado anímico mediante las descripciones, Andrea hace ver al lector lo que ella verdaderamente observa y percibe desde su punto de vista personal. Esto se puede ver reflejado en la descripción del marco espacial de Barcelona, en sus edificios, calles… los cuales están cargados de valor simbólico.
En las novelas existenciales sobresale la frustración de una vida cotidiana, la angustia de tener un tipo de vida no deseada, el ansia y la tristeza existencial. Estas novelas se caracterizan exactamente por su sencillez y su realismo.
Por lo tanto, en las novelas existenciales se subraya el relato de la soledad, la frustración de una sociedad en decadencia, la inadaptación, los personajes marginados y la muerte. Además, la causa principal de estos tópicos es la sociedad de la posguerra española.
Se aprecia la diferencia social y económica entre Pons, perteneciente a una clase pudiente, rica: «La fealdad de los ostentosos jarrones»; «Yo no sé qué ha pasado, Andrea; primero fue la llegada de la marquesa… (¿Sabes? Mamá es un poco anticuada en eso; respeta mucho los títulos)» y Andrea, con escasos recursos: «Ya ves que ni siquiera he venido vestida a propósito. ¿No te has fijado que he traído unos viejos zapatos de deporte? ¿No te has dado cuenta?». No obstante, Andrea no se siente incómoda en el ambiente de sus amigos ricos, no solo en el de Pons, sino que también siente agradecimiento a Ena porque le abre las puertas de la alta sociedad.
Pons está profundamente enamorado de Andrea y la invita a un viaje con toda su familia, pero durante la fiesta Andrea se percata de que no está enamorada de Pons, le parece un niño; por consiguiente, renuncia al viaje y rompe la relación.
La novela sitúa su acción principalmente en Barcelona, concretamente en un piso en la calle Aribau, marcando un contraste vital entre la niñez de Andrea en Canarias y su madurez en Madrid. Los espacios urbanos dominan la trama, aunque algunas excursiones transcurren fuera de la ciudad. Las descripciones, subjetivas y atemporales, reflejan el estado emocional de Andrea. La dicotomía entre espacios interiores y exteriores simboliza la opresión y la liberación. Los interiores, sucios y claustrofóbicos, reflejan la decadencia de la familia pequeño-burguesa. Los exteriores, ricos y liberadores, muestran una vida más allá de la opresión, dividida entre clases alta y baja, simbolizando la marginación y el vicio.
Es la protagonista femenina y narradora de esta novela, se trata como si fuese la “chica rara”. Andrea tiene un papel de observadora pasiva, ya que narra todo lo que ella percibe desde su punto de vista. No obstante, carecemos de información sobre su aspecto físico, aunque podríamos deducir, debido a los comentarios que hace a lo largo de la novela, que tiene muy poca autoestima hacia su cuerpo. Su presencia física es borrosa, es más bien una mirada que capta la realidad. Aun así, ese papel de observadora pasiva no significa que tenga una personalidad débil, al contrario, goza de una personalidad fuerte la cual esconde tras su timidez. Es una mujer luchadora, no cumple con el modelo de mujer franquista de la época, y se posiciona en contra de las normas de la sociedad, busca su libertad (independencia).
Este personaje tiene una gran importancia a lo largo de la historia, a veces comparte protagonismo con Andrea pues muchas veces la trama gira en torno a él, de hecho, la novela termina con su muerte. Román se cree superior a los demás y es una mezcla entre un Don Juan y un artista incomprendido, causa dos sentimientos opuestos en las mujeres: por un lado atracción y por otro lado repulsión. Por ejemplo, a Andrea al principio le causaba atracción pero después de Navidad le causa repulsión. (Su contraposición sería esa).
Este personaje está basado en Licka Babecka, una mujer polaca que Carmen conoció en la Universidad y que fueron inseparables. Ena es un claro ejemplo de una mujer burguesa e intelectual, coqueta y que recibe una educación muy liberal. A pesar de dicha educación, Ena aspira a más libertad lo que conlleva a crear un conflicto moderado en su familia. Ena sería el contrapunto positivo de Andrea, pues ella la admira, incluso la puede llegar a envidiar, por su riqueza, inteligencia y belleza, pues por eso se empieza a integrar en su familia aparentemente feliz. El contrapunto de Ena está en la fascinación que siente por Román, ella siente una atracción hacia él, la cual es incorrecta debido a la relación que tiene con Jaime.