Portada » Historia » La Segunda Guerra Mundial: El Auge del Fascismo y la Debilidad de las Democracias
En la década de 1930, ni Alemania, ni Italia, ni Japón, ni la URSS estaban satisfechas con las condiciones y cambios territoriales que establecieron los tratados de paz de París. Eran naciones descontentas que querían revisar los tratados. Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos, por su parte, se puede considerar que estaban satisfechas, por lo que no obtendrían ningún beneficio de la revisión de los tratados, pero sobre todo, no estaban dispuestas a correr el riesgo de una guerra para mantener las condiciones de los tratados. Eso hizo que se mantuvieran indiferentes hasta donde les fue posible, mientras los insatisfechos hacían pedazos los estados nuevos, las fronteras y los términos de la Paz de París.
Frente al pacifismo de los occidentales, los dictadores fascistas atacaban. Las democracias occidentales se hallaban dominadas por un profundo pacifismo, que les llevaba incluso a pensar que la Primera Guerra Mundial fue un error y que el Tratado de Versalles fue demasiado duro para los alemanes, y que la democracia, que se había extendido tras la guerra, no era conveniente para todos los Estados. Pero sobre todo creían que no había necesidad de una nueva guerra si una de las partes no se consideraba provocada.
El pacifismo occidental tenía otras raíces. Francia sufrió 1,400,000 muertes en la Gran Guerra. En caso de guerra, los franceses esperaban poder contener a los alemanes mediante la Línea Maginot (línea fronteriza con Alemania en la región de Alsacia y Lorena, reforzada con un amplio sistema de búnkeres), mientras que la zona boscosa de las Ardenas (frontera entre Francia y Bélgica) pensaban que podría frenar el avance alemán. También Inglaterra recordaba las pérdidas sufridas y se extendió entre los ingleses un sentimiento pacifista. Estados Unidos, por su parte, reafirmó su política de neutralidad. En caso de guerra, franceses e ingleses confiaban en que la Alemania nazi y la Unión Soviética, enemigos ideológicos declarados, se destruirían entre ellos.
Hitler era consciente de las debilidades occidentales y jugaba con el temor de los occidentales a una nueva guerra. Con cada pequeño avance hacía creer a los aliados que sus exigencias se habían visto cumplidas y que la paz estaba garantizada. Los aliados le creían. Todos los años provocaba algún tipo de emergencia, y en cada ocasión los ingleses y franceses no veían más alternativa que dejarle seguir en su camino. Esto es lo que se conoce como la “política de apaciguamiento”.
La guerra causó más de 55 millones de muertos, de los que se calcula que 30 fueron víctimas civiles. La URSS fue quien más sufrió la pérdida de efectivos humanos, con 21,500,000, de los que casi 8 millones fueron víctimas civiles. Le sigue Alemania con 7,000,000 de muertos, 3 de ellos civiles.
Uno de los aspectos más terroríficos de la anteguerra y la guerra fue la política antisemita de la Alemania nazi. Desde 1933 se habían empezado a construir campos de concentración para internar a todos los que se oponían al régimen (socialistas, comunistas, homosexuales, demócratas…).
En 1938 se aprobó la deportación de judíos a estos campos, que se convirtieron en auténticos campos de exterminio, en manos de las SS. En 1942 se puso en marcha la “Solución Final”, el exterminio de los judíos. Fueron creados para el asesinato masivo de judíos. El más mortífero fue el de Auschwitz, en Polonia, donde murieron 1,300,000 judíos entre 1940 y 1945. Se calcula que en total fueron asesinados entre 5 y 7 millones de judíos. En 1945, tras la derrota alemana, se creó un tribunal especial en Núremberg para juzgar a los responsables del holocausto. Una veintena fueron condenados, otros liberados y algunos se…