Portada » Educación Artística » El Relativismo Histórico y el Resurgir de la Arquitectura en el Siglo XIX
En el siglo XIX, el estilo se convirtió en el objeto principal de reflexión en el mundo de la arquitectura. A diferencia de periodos anteriores, este siglo no se caracterizó por un único estilo, sino por una multiplicidad de ellos. El concepto de estilo se vinculó a la idea de género arquitectónico y al concepto de carácter, es decir, aquello que permite identificar un edificio con solo verlo.
El siglo XIX fue un siglo historicista. Filósofos como Friedrich y Herder comenzaron a valorar todas las épocas de la historia del arte, dando lugar al relativismo histórico, una corriente que se oponía al clasicismo y que consistía en juzgar cada periodo histórico por sus propias aportaciones, sin caer en anacronismos.
Por otro lado, el Volksgeist (espíritu del pueblo o nacional), desarrollado por Hegel y popularizado por Herder, postulaba que cada pueblo poseía un espíritu colectivo que se manifestaba a través de su cultura, historia, lenguaje y características distintivas. Según esta concepción, la identidad de un pueblo estaba moldeada por su historia y su entorno.
El descubrimiento de otros pueblos y culturas generó la relativización del pensamiento histórico, reconociendo el valor de cada periodo. Se desafió la visión tradicional que imponía la superioridad de la antigüedad y el renacimiento, buscando en su lugar comprender los valores de diferentes culturas en su propio contexto.
Tanto el relativismo histórico como el Volksgeist planteaban que la historia y la cultura de un pueblo estaban intrínsecamente ligadas. Por ejemplo, la arquitectura gótica en la Europa medieval no solo era una cuestión de estilo, sino que también reflejaba la visión religiosa y la estructura social de la época.
El siglo XIX se caracterizó por un intenso debate estilístico, en el cual se buscaba una identidad arquitectónica para la sociedad burguesa en construcción. Este debate dio lugar a movimientos como el Neo / Revival, que implicaba la imitación de estilos del pasado, no solo en sus formas, sino también en sus valores, sentimientos y costumbres.
El Neogótico, con precedentes en el siglo XVIII, experimentó un auge sin precedentes. Para el Romanticismo, el gótico estaba cargado de sentimientos sublimes y nostálgicos. Se idealizó el pasado medieval, considerándolo el origen del espíritu de los pueblos. El gótico se convirtió en un símbolo del nacionalismo, especialmente tras la derrota napoleónica, y se le asoció con la religión cristiana.
En Inglaterra, el Neogótico evolucionó desde una expresión pintoresca y sentimental, relacionada con jardines y decoraciones, a una opción religiosa y social. Figuras como Pugin y Charles Barry, con la construcción del Parlamento de Londres, impulsaron esta corriente.
El Church Building Act (1818) promovió la construcción de iglesias, escuelas, hospitales y viviendas en estilo neogótico, buscando frenar las ideas laicas y marxistas y reforzar el papel institucional de la religión.
John Ruskin, crítico de arte y teórico social, abogó por la conservación del patrimonio arquitectónico, defendiendo la mínima intervención en los edificios históricos. Sus obras»Las Siete Lámparas de la Arquitectur» y»Las Piedras de Veneci» sentaron las bases para la restauración moderna.
En Alemania, el Neogótico adquirió un fuerte carácter nacionalista. Se le consideró el verdadero arte alemán, un símbolo del espíritu del pueblo. La catedral de Colonia, cuya terminación se convirtió en un proyecto nacional, ejemplifica esta corriente.
En Francia, el Neogótico se enfocó en la restauración del patrimonio arquitectónico dañado durante el periodo del»racionalismo ate». Eugène Viollet-Le-Duc, figura clave de este movimiento, vio en la arquitectura medieval un ejemplo de racionalidad constructiva y claridad estructural.
Viollet-Le-Duc abogó por una restauración estilística, buscando devolver los monumentos a una condición ideal. Para él, la identidad de un edificio residía en sus formas y proporciones, incluso por encima de los materiales originales. Su método se basaba en un profundo conocimiento de la arquitectura medieval y en el uso de nuevas técnicas y materiales.
En España, la catedral de la Almudena, en Madrid, es un ejemplo destacado del Neogótico. Su construcción, impulsada durante la restauración monárquica, buscaba traer los ideales del pasado al presente.
El siglo XIX también vio el resurgir de otros estilos arquitectónicos, como el neo-hindú, el neomudéjar y el neoárabe. El Royal Pavilion, en Brighton, diseñado por John Nash, es un ejemplo notable del neo-hindú.
El eclecticismo, como corriente arquitectónica, se basaba en la combinación de elementos de diferentes estilos históricos. Rechazó la idea de un único estilo válido, optando por la adaptación y la mezcla según las necesidades del proyecto.
Charles Garnier, arquitecto de la Ópera de París, fue un exponente del eclecticismo. Su obra maestra combina elementos del Renacimiento y el Barroco con una visión moderna. Garnier criticó el urbanismo de Haussmann, defendiendo la preservación del patrimonio arquitectónico de París.
(PARÍS) Henri Labrouste junto con Schinkel son los que plantean un racionalismo constructivo que avanza e innova. Henri Labrouste – Biblioteca de Santa Genoveva (París, 1843-1861) La Biblioteca de Santa Genoveva, diseñada por Henri Labrouste, es un edificio notable por su planta rectangular altamente funcional y su excelente distribución y accesibilidad, logradas mediante el uso de columnas. El estilo de esta biblioteca es extremadamente depurado, mostrando un ecléctico clasicismo que, sin embargo, se caracteriza por su racionalidad y su total oposición al estilo más ornamentado de Charles Garnier. En su interior, la Biblioteca de Santa Genoveva presenta una estructura de doble crujía con una innovadora estructura metálica de hierro a la vista.
A pesar de que el uso del hierro estaba prohibido en la época , Labrouste logró diseñar una estructura metálica trabajada que se exhibe completamente, lo que generó un espacio mucho más flexible y amplio que el de un proyecto de fábrica tradicional. Gracias a esta nueva estructura más ligera, Labrouste pudo realizar numerosas perforaciones en la envolvente del edificio, permitiendo la entrada de abundante luz natural en la sala de la biblioteca. Además, en los muros laterales se aprovechó la parte baja para ubicar estanterías, mientras que la parte alta se destinó a la entrada de luz. Este sistema de doble nave, apoyado en una fila central de pilares de fundición sobre pedestales de piedra, proporciona una distribución eficiente del espacio y una iluminación óptima. Todos los arcos también funcionan como elementos de ddescarga para la cubierta del edificio, contribuyendo así a la solidez estructural del mismo.