Portada » Geografía » Estructura Urbana y Planificación en la Historia
La estructura urbana es la organización interna de la ciudad, las partes que la componen y que tienen diferentes funciones (comerciales, administrativas, etc.), representada a través del plano de la ciudad. Una ciudad organiza y ordena sus «elementos urbanos» (calles, edificios, zonas verdes…) dentro de un espacio determinado.
No siempre es fácil identificar las partes de una ciudad, pero cada una tiene partes bien definidas (casco histórico, centro, etc.) que han experimentado grandes cambios a lo largo del tiempo. Podemos distinguir entre el centro de la ciudad y las áreas residenciales.
Es un espacio complejo con valor histórico, ya que alberga edificios histórico-artísticos (como El Pilar o el Ayuntamiento). Se caracteriza por su fácil acceso y por concentrar servicios públicos, bancos, empresas, tiendas… Suele presentar problemas de tráfico y estacionamiento.
Son zonas con una elevada terciarización (concentran la mayor parte de los servicios) y se utilizan para el ocio y la cultura. El centro de la ciudad suele necesitar mejoras que se llevan a cabo a través de la renovación y la rehabilitación.
Implica la destrucción de la trama urbana antigua, una transformación radical del entorno urbano: cambio morfológico, funcional y social. Su finalidad es la mejora residencial, frenar el empobrecimiento e impulsar las actividades terciarias.
Busca mejorar los edificios y el conjunto para potenciar económicamente el centro, frenando la despoblación y la segregación residencial. Actualmente, la renovación y la rehabilitación se realizan conjuntamente, añadiendo la restauración de edificios concretos.
Ocupan la mayor parte de la superficie de la ciudad y son heterogéneas debido a la influencia de factores económicos, la situación histórica, etc. Existen distintos tipos: el centro histórico, las áreas a lo largo de vías de comunicación, áreas suburbanas y áreas periurbanas.
Durante la industrialización, las condiciones de vida en las ciudades fueron penosas (suciedad, hacinamiento, insalubridad…). Esto provocó movimientos de protesta ciudadana y la aprobación de leyes para solucionar los problemas urbanos y sociales. El Estado debe intervenir para solucionar estos problemas a través de la planificación urbana.
En el siglo XIX, se propusieron diferentes actuaciones globales como:
Un núcleo saludable rodeado de espacio rural.
De nueva planta, construidas alrededor de las grandes ciudades para descongestionarlas (Abercrombie).
Con viviendas unifamiliares con huerto y jardín dispuestas a lo largo de una calle con árboles y grandes espacios verdes. El eje principal concentraría los servicios básicos y los medios de transporte.
Un manifiesto de urbanismo revolucionario expuesto en el Congreso de Arquitectura Moderna de Atenas en 1933, que influiría en el desarrollo urbano tras la Segunda Guerra Mundial.
Este arquitecto difundió las ideas de la Carta de Atenas y defendió la edificación en altura, dejando el resto de la ciudad como espacios verdes. Propuso una «ciudad jardín en vertical» con elementos destacados como la vía férrea, la «ruta de evitación» (para la circulación externa a la ciudad) y calles para el tráfico residencial. Criticó la ciudad jardín por despilfarrar suelo y la ciudad tradicional por su trama, ruido y calles estrechas.
Modelo adoptado por Haussman en la remodelación de París (1835-1871).
Modelo seguido en ciudades de EEUU como Chicago y San Francisco.
Plan urbanístico fuera del casco antiguo para hacer frente al crecimiento demográfico y la demanda de vivienda de la burguesía y la clase trabajadora en núcleos urbanos industrializados desde mediados del siglo XIX hasta mediados del XX (ej. Madrid y Barcelona).