Portada » Lengua y literatura » La novela española del siglo XX: desde la Generación del 98 hasta la experimentación
El comienzo de la novela del siglo XX podría situarse en el año 1902. En ese año se publican Amor y Pedagogía de Unamuno, La Voluntad de Azorín, Camino de Perfección de Baroja y Sonata de Otoño de Valle-Inclán. Todas estas novelas coinciden en su escasa acción. Están llenas de reflexión y escritas sobre ideas o personajes más que sobre argumentos.
Es el más destacado de un grupo de escritores. Sus obras son importantes tanto para la literatura como para la filosofía. Es el creador en España de la llamada «novela intelectual». En su novela Niebla, Unamuno logra su objetivo de representar la duda. En esta historia, el protagonista se rebela contra su creador. Su obra maestra es San Manuel Bueno, mártir, que trata sobre un cura de un pueblo que lucha entre su deseo de mantener la fe y la realidad de que no puede creer.
Es el seudónimo de José Martínez Ruiz. Vivió el desastre del 98 con implicación política y esperanza de reformas, algo típico de su generación de escritores. Era un gran observador y un excelente descriptor de paisajes. Sus mejores libros pueden clasificarse en ensayos y descripciones literarias, como Los Pueblos, Castilla y La Ruta de Don Quijote.
Es el miembro más artístico de la Generación del 98. Desarrolló un estilo personal que evolucionó desde el modernismo hasta el esperpento. En sus Sonatas, utilizó un estilo modernista para narrar las memorias eróticas del Marqués de Bradomín en el pasado. Más tarde se enfrentó a la realidad de la España de su tiempo. Valle-Inclán se opuso a la dictadura de Miguel Primo de Rivera, que influyó en su obra Tirano Banderas, una novela esperpéntica sobre una dictadura en América Latina.
Fue el novelista más destacado de su generación. A diferencia de Unamuno, Valle-Inclán o Azorín, que escribieron en varios géneros, Baroja se dedicó exclusivamente a la narrativa. Se situó en la tradición realista, reflejando sus preocupaciones sociales en sus obras, que denuncian la pobreza, la suciedad y la incultura de ciertos sectores de la sociedad española. Organizó sus novelas en trilogías que podían tardar años en completarse. La «trilogía vasca» termina con Zalacaín el aventurero. La «trilogía de la lucha por la vida» se desarrolla en los barrios más pobres de Madrid, con La busca como novela central. En 1911, publicó El árbol de la ciencia, que cuenta el fracaso vital del joven médico Andrés Hurtado, influido por un destino adverso y su exceso de inteligencia.
Incluye a escritores como Ramón Pérez de Ayala y Gabriel Miró, que fueron discípulos directos de los novelistas de la Generación del 98. Pérez de Ayala es conocido por retratar la vida cultural de Madrid en 1910 en su novela Troteras y danzaderas. Sin embargo, su obra maestra es Belarmino y Apolonio, una novela compleja que utiliza diferentes perspectivas narrativas.
Gabriel Miró escribe sus obras en forma de estampas o cuadros, observando todos los detalles, tanto los agradables como los desagradables. Su arte descriptivo presta igual atención a lo bello y lo siniestro del mundo. Esto se puede ver en novelas protagonizadas por Sigüenza, como El libro de Sigüenza y Años y leguas, y en la serie sobre Oleza. En Nuestros padres, Daniel y el obispo leproso, Miró combina la crítica social con la descripción detallada del paisaje levantino.
Ramón Gómez de la Serna fue un escritor que impulsó los movimientos de vanguardia en España en los años 20. Lo hizo principalmente a través de sus reuniones en el Café Pombo y fue el creador de las greguerías, frases ingeniosas y humorísticas. Como novelista, escribió historias llenas de greguerías y con una estructura fragmentada y experimental. Sus obras más destacadas incluyen El Caballero del Hongorist, La Quinta de Palmira y su autobiografía Automoribundia.
Terminada la Guerra Civil Española, surgió una novela propagandista del nuevo régimen de Franco. Muchos autores se marcharon al exilio en la década de 1940. El país estaba devastado y vivía bajo un clima de miedo. En este ambiente apareció La familia de Pascual Duarte del escritor gallego Camilo José Cela. La novela, sórdida y violenta, inauguró el estilo conocido como tremendismo.
En 1945, Carmen Laforet ganó la primera convocatoria del Premio Nadal con su obra Nada, un retrato de la Barcelona de posguerra en un relato autobiográfico dominado por el desánimo y la desesperanza.
Miguel Delibes también ganó el Nadal con La sombra del ciprés es alargada. Delibes es uno de los novelistas más importantes del siglo XX en España. De prosa sobria y exacta, dedicó gran parte de su obra a describir de manera afectuosa pero crítica la vida rural de los pueblos castellanos. Encontró su voz y estilo con El camino, que mezcla temas de la infancia y la vida campestre, y más tarde en la magnífica novela Los santos inocentes.
En los años 50, surge el realismo social como corriente dominante en la literatura. La colmena de Camilo José Cela es la primera novela que muestra esta crítica social, reflejando de manera realista el Madrid de la posguerra, con su pobreza y decadencia moral. Otros autores como Ignacio Aldecoa con El fulgor y la sangre, Rafael Sánchez Ferlosio con El Jarama, y Juan Marsé con Últimas tardes con Teresa, también exploran el realismo social, aunque Marsé luego se distancia para convertirse en un cronista irónico de la Barcelona de los 50 y 60.
A medida que el realismo social se vuelve repetitivo, algunos autores exploran nuevas técnicas narrativas. Tiempo de silencio de Luis Martín-Santos, publicada en 1962, muestra la realidad social mediante nuevas técnicas narrativas como el perspectivismo y el empleo del monólogo interior. Otros escritores como Juan Benet con Volverás a Región, Juan Goytisolo con Señores de identidad, y Gonzalo Torrente Ballester con La saga/fuga de J.B., publicada en 1972, continúan esta exploración experimental de la novela, utilizando técnicas innovadoras para narrar historias que combinan fantasía y realidad de manera magistral.