Portada » Español » Teatro del Siglo de Oro en España
Las obras dramáticas del s. XVII se escribían para ser representadas en una función. Eran muy completas, plagadas de espectáculo muy variado y duraban varias horas.
Los primeros corrales de comedias, se documentan hacia 1560. Eran patios de vecinos que se habilitaban para ello. Las representaciones teatrales llegaron a ser diarias, así que pronto se crearon edificios destinados a albergarlas.
El espacio destinado al público reflejaba las diferencias sociales. Los aposentos más caros eran para la nobleza, el pueblo llano accedía a las entradas del patio. Los artesanos, comerciantes ocupaban la cazuela, bancos y gradas. Las autoridades civiles y el clero tenían localidades reservadas. Los hombres y mujeres accedían por puertas diferentes y no se mezclaban. El público era muy crítico y los mosqueteros silbaban si la obra no les gustaba.
Cuando ya se construyen teatros, se permitió la presencia de un escenario que determinaba un espacio dramático concreto. El escenario tenía tres alturas. En la superior se situaba un balcón en el que se representaban escenas de interiores (casas de los personajes); en el tablado, se desarrollaba la acción; y en el foso (del que salían los actores a través de trampillas) se representaba el descenso a los infiernos o las desapariciones…
Al iniciarse la función, se comenzaba con una LOA o prólogo para captar la atención del público (captatio benevolentiae). La obra se estructuraba en 5 actos, y entre ellos se representaban “entremeses” o “bailes”; y al final había un fin de fiesta o “mojiganga”.
El teatro de los siglos XVI y XVII refleja las siguientes tendencias: la clasicista (comedias elegíacas y humanísticas, Gil Vicente), la cortesana (teatro poético y fastuoso, al estilo italiano para divertimento de la corte, Calderón de la Barca), el religioso (teatro en verso, simbólico y propagandístico -la fiesta del Corpus, Calderón de la Barca) y el popular (teatro en verso, del que nos ocupamos a continuación).
El teatro popular, iniciado por Lope de Rueda y continuado por Lope de Vega.
Lope de Vega recogió en su Arte Nuevo de hacer comedias en este tiempo, 1609, su teoría sobre cómo debía ser la comedia en la escena española. Muy atento al gusto del pueblo (vulgo) y del rey. Recogiendo los preceptos del Ars poética de Aristóteles, él realizó su propia preceptiva (normativa) adaptada al siglo XVII.
Se debe dar la fusión entre lo trágico y lo cómico, frente a Aristóteles que propugnaba lo trágico para la tragedia y lo cómico para la comedia.
Se rompen las tres unidades (de acción, tiempo y lugar). Estarán supeditadas al concepto de verosimilitud. Durante los entreactos podía haber saltos temporales que dieran credibilidad a lo que iba sucediendo. Se admitían distintos espacios y acciones paralelas.
Frente a la división en 5 actos, se impone la de tres partes. Coincidiendo con el planteamiento, nudo y desenlace. Aconseja que la duración de cada “jornada” (acto) no sea de más de un día.
El lenguaje se adaptará a la situación y al personaje. El rey empleará un discurso culto, el gracioso o los personajes llanos, un lenguaje más sencillo.
La métrica se adaptará a la materia tratada. El romance para la narración; para los monólogos, el soneto; para asuntos serios el terceto; redondillas y quintillas para asuntos de amor etc.
Abundarán las figuras literarias basadas en la repetición (anáfora, paralelismo etc.), la ironía, los apóstrofes, las exclamaciones y las preguntas retóricas. Todas ellas aportan dinamismo al texto.
Será muy importante tratar el tema de la honra y el honor con relación a los celos y el amor. Interesa la crítica y en ocasiones la sátira.
Recomienda que la duración de la representación sea de dos horas, aunque a veces se podía alargar hasta cinco.
La historia de la literatura establece dos ciclos en la amplia producción dramática de este siglo. La primera generación gira en torno a Lope de Vega. Junto a él conviene recordar a otros autores, como Guillén de Castro y Tirso de Molina.
Lope de Vega (Madrid,1562-1634), de origen humilde, estudió en los jesuitas y en la Universidad de Alcalá, sin poder graduarse pues tuvo que acudir a ayudar a su familia. Tuvo una agitada vida amorosa reflejada en su escritura. Una gran crisis espiritual y tras la muerte de su mujer, y posteriormente de sus hijos, lo llevaron al sacerdocio (1514). También tuvo una relación amorosa posterior con Marta de Nevares a la que perdió, al igual que a su hijo Lope Félix.
Además de dramaturgo, fue soldado en la Armada Invencible y secretario del duque de Alba.
Fue en sus años de juventud, en Madrid, donde su producción se hizo ingente, afirma haber escrito más de mil quinientas obras teatrales. Se conservan 426 comedias y 42 autos sacramentales.
La mezcla de tradición y originalidad y de valores tanto individuales como colectivos, hacen singular su teatro. Sus obras tratan tanto asuntos religiosos, como mitológicos o históricos… Entre sus dramas heroicos destacar Fuenteovejuna y Peribáñez y el comendador de Ocáña. Los temas de honra y venganza se tratan en El médico de su honra y El alcalde de Zalamea. Representativo de los romances populares fue El caballero de Olmedo, y fueron muy celebradas sus comedias La dama boba y El perro del hortelano.
Pedro Calderón de la Barca (Madrid,1600-1681), pertenecería a la segunda generación, continúa la labor teatral impulsada por Lope de Vega.
De familia hidalga, estudió en los jesuitas, más tarde en la Universidad de Alcalá y por último en la Universidad de Salamanca, donde se graduó en Derecho.
Combinó su carrera militar con la escritura teatral; fue secretario del duque de Alba, y, finalmente, tras una crisis espiritual, se ordenó sacerdote.
En su obra teatral, hay una variedad de niveles y registros, que van de los dramas de honor (El médico de su honra y El alcalde de Zalamea) a los dramas sobre el sentido de la vida, La vida es sueño. De las comedias de capa y espada como La dama duende, a los autos sacramentales como El gran teatro del mundo; sin dejar de citar otras comedias y entremeses.
Propugna sobre todo la búsqueda de la razón como motor del pensamiento. Los temas tratados en sus obras tienen que ver con la responsabilidad moral del hombre; con el enfrentamiento entre la realidad y la ilusión; o con el honor como fuente de conflictos sociales.
ResponderReenviar |