Portada » Filosofía » Ética Kantiana y Teorías Contemporáneas de la Justicia
Según Kant, las distintas propuestas éticas que se han elaborado a lo largo del tiempo comparten una misma característica: todas son éticas del bien, es decir, consideran que la vida humana debe orientarse a perseguir un objetivo supremo. Sin embargo, no existe acuerdo acerca de cuál es ese objetivo. Para unos es el placer, para otros la felicidad… En todas ellas, la filosofía moral nos ofrece un contenido específico al que aspirar. Kant denominaba éticas materiales a estas concepciones.
Kant pensaba que las éticas materiales presentaban graves inconvenientes. Para empezar, las normas siempre son hipotéticas. Por ejemplo, para Epicuro el objetivo supremo es ahuyentar el dolor y vivir en un placentero estado de calma interior. La ética epicúrea nos recomienda evitar los excesos y cultivar placeres como la verdad. Estas indicaciones solo nos sirven si queremos obtener placer y eliminar dolor. Las éticas materiales también son heterónomas, ya que las normas de conducta vienen dadas por el bien supremo.
Kant criticaba las éticas materiales porque todas ellas son hipotéticas, heterónomas y a posteriori.
La filosofía moral de Kant pretende ser una ética necesaria, autónoma y a priori. Kant insiste en que las normas éticas han de ser universalmente válidas, por eso la ética no debe ser hipotética, sino necesaria. Kant creía que la base de la ética debe ser la autonomía del sujeto. Kant quería elaborar una propuesta ética que fuese válida a priori, ya que al no depender de la circunstancia siempre son válidas. La ética de Kant es formal porque no contiene prohibiciones ni órdenes.
Suele decirse que la ética de Kant es deontológica, ya que deon significa deber en griego. Una acción es moralmente correcta cuando la hacemos porque debemos hacerla. Kant pensaba que lo verdaderamente importante no son las consecuencias de lo que hacemos, sino la intención que tenemos al actuar. Lo único que es siempre moralmente bueno es obrar siguiendo una buena voluntad.
La justicia siempre ha sido considerada como una virtud ética fundamental. La justicia consiste en dar a cada persona lo que le corresponde. Nuestras igualitarias sociedades modernas son diversas y complejas, no siempre es fácil saber lo que es justo o injusto, hay muchos grupos de personas con opiniones diferentes acerca del bien. Las éticas de la justicia pretenden encontrar una forma adecuada para elaborar las normas que regulan nuestra convivencia respetando el pluralismo de las sociedades contemporáneas.
Rawls comienza planteándonos una pregunta: ¿qué condiciones deberían cumplirse para que podamos decir que las normas que rigen nuestra sociedad son justas? Según Rawls, las normas no son justas cuando están diseñadas para beneficiar a un grupo concreto perjudicando al resto. En una sociedad reinará la justicia cuando todas las personas sean tratadas con imparcialidad. No deben establecerse diferencias injustas basadas en color de piel, sexo, inteligencia o riqueza.
Si queremos conseguir que las normas sean imparciales, ninguno de los participantes debe tratar de obtener privilegios basados en sus características personales. Rawls explica que esto podría elaborarse si las personas que están haciendo elaborando las reglas no supieran cuáles serían sus circunstancias. La teoría de justicia de Rawls introduce la idea de una posición original en la que los participantes estuvieran bajo un velo de ignorancia, así las normas elaboradas serían justas porque respetarían la imparcialidad.
Si las normas que regulan nuestra sociedad pudieran establecerse tras un velo de ignorancia, Rawls piensa que todos los participantes tratarían de conseguir que la posición social más desfavorecida tuviera las mejores condiciones posibles de vida. De ahí se derivan dos principios fundamentales:
La propuesta de Apel y Habermas también aspira a diseñar un procedimiento que nos permita elaborar normas justas. Esto solo se consigue mediante un diálogo sincero en el que se trate de llegar a un acuerdo. Apel y Habermas proponen una ética dialógica basada en el diálogo. Una norma es justa cuando todos los afectados por ella están de acuerdo en aceptarla después de dialogar. Una norma será aceptable cuando el proceso dialógico esté abierto a todos los interesados, garantizándoles expresar su opinión sin que haya amenazas.