Portada » Magisterio » El Desarrollo del Lenguaje en Niños de 0 a 6 Años
El objetivo es expresar mediante el cuerpo vivencias. Un niño interioriza una acción que expresa con su cuerpo frente al compañero que la reproduce.
El objetivo es crear un cambio de localización y situación espacial. El aula será la feria en la que se ponen casetas, tómbola, la pesca de patos, las atracciones… aprovechando el mobiliario y se hace la feria con la participación de los alumnos.
Objetivo: Fomentar la interpretación lingüística.
Desarrollo: Presentar a los niños refranes y que intenten descubrir a qué se refiere el refrán, como «al mal tiempo buena cara» o «dime con quién andas y te diré quién eres».
Los niños bailan al ritmo de la música con una cinta de papel de seda de color en cada mano, haciendo con ellas movimientos.
Objetivo: Desarrollar la memoria visual.
Desarrollo: Varios alumnos desfilan disfrazados con su ropa ante los demás, que los observan. Luego al quitarse los disfraces (distintas ropas), otros alumnos deberán disfrazarse igual.
Objetivo: Desarrollar la capacidad de escuchar.
Desarrollo: Deben reconocer el animal u objeto del que se habla según las características que se dicen.
El lenguaje oral es una función y una destreza que se aprende naturalmente con intercambios con el entorno social, aprendiendo a hablar con su madre y otros adultos, enseñándolo a hablar pero sin seguir un método preestablecido. El lenguaje se aprende para y por la comunicación.
Los dos mecanismos para adquirir el lenguaje son la interacción y la imitación. Primeramente se da una interacción entre niños y adultos mediante un feedback correctivo que se puede representar de dos maneras:
El baby-talk es el subcódigo lingüístico que usan los adultos y mayores de 6 años al comunicarse con niños pequeños y tiene características: (se habla más despacio y más pausas, se cuida pronunciación, uso limitado de palabras, se sube el tono de voz, se usan más gestos, es redundante).
Para una buena adquisición el entorno debe ser motivador, lúdico y disponible, que haya adaptabilidad del lenguaje adulto y estimulación de juegos imitativos, diferidos e inmediatos.
El estado de madurez se alcanza cuando se puede iniciar el desarrollo de una función o destreza, saliente de la acción de la estimulación exterior, las experiencias del niño y la maduración neurobiológica de los centros nerviosos.
Forzar a un niño es inútil, intentará dominar una realización o mostrar interés cuando tenga una mínima madurez. El ritmo cambia según el niño y tiene una evolución a saltos. Para adquirir el lenguaje se mezclan varias evoluciones de numerosas capacidades neurofisiológicas.
La adquisición de fonemas no es una cuestión de unidades que se agregan unas a otras y que el niño construye analíticamente. Hay un orden de aparición y estructuras de desarrollo definidas en los niños. El niño parte de oposiciones fundamentales y con otras más diversas afinará su capacidad articulatoria por adaptaciones del esquema de aprendizaje de feedback. Las oposiciones básicas están en el balbuceo infantil y las más diversas tras darse correcciones.
La adquisición de un fonema supone adquirir antes otros anteriores y del que sale una nueva oposición. Cada nueva adquisición modifica la totalidad del sistema fonológico antes adquirido. El sistema productivo del niño es cerrado y completo. El desarrollo fonológico viene tras una adaptación progresiva de sus aptitudes de hacer sonidos cada vez más opuestos.
El niño adquiere el sistema fonológico entre los dos y cuatro años, con un ritmo variable. Se tiene dificultad en sílabas complejas como «pla» o «fri» hasta los 5 años y para la pronunciación correcta de la /r/ hasta los 6. El orden es:
La organización semántica se hace a través de adaptaciones entre el niño y el mundo que lo rodea, visto desde la representación que el niño hace del mundo y la comunicación que hace con él. Se hace una unión entre referente, significado y significante establecida por la convención social y se establece de dos formas:
Los mecanismos de la acción se ejercen antes que los de la reflexión y la percepción de una realidad compleja es inmediata. La integración de datos exteriores pasa por tres fases en la evolución psico-cognitiva del niño:
Con 3 años se tienen experiencias sensoriomotrices integradas aisladamente dentro de esquemas de interacción con los demás. Enseñar el contenido de una palabra debe hacerse diferenciándola y oponiéndola a otras. Hay diferencias en cuanto al significado exacto de las palabras que usa el niño como la ausencia de correspondencia, una sobregeneralización y un uso parcial. El desarrollo del léxico sigue tras un acercamiento de los significados. Las unidades lexicales del lenguaje infantil no están categorizadas a nivel gramatical.
Las primeras realizaciones fonéticas (grito o llanto) no tienen contenido semántico, pues forman parte del comportamiento motor. Los balbuceos son una reacción circular egocéntrica. Con 3 meses se desarrolla el analizador auditivo, debiéndose enfocar la función semántica bajo dos aspectos: aspecto activo (expresión) y aspecto pasivo (comprensión), primero la comprensión y luego la expresión. El origen de la elección de la primera palabra viene de la coincidencia repetida entre una secuencia del balbuceo y una palabra de los adultos dentro de su comportamiento. La aparición del lenguaje entre los 12 y 18 meses, coincide cuando el desarrollo de la imitación llega a la función simbólica. Las primeras palabras tienen un valor de acción y expresan deseos y necesidades, se aprenden con su contexto de realización. Se empieza a hablar entre 18-24 meses debido al proceso de maduración del niño.
Entre 2 y 3 años el léxico aumenta a un ritmo extraordinario. Nuevas palabras implica un nuevo ajuste del sistema semántico.
Aquí el ritmo crece:
Con 3 años se integra la dimensión simbólica y comunicativa del lenguaje. Entre 3 y 6 años el vocabulario aumenta considerablemente hasta las 3000 palabras con 6 años. El vocabulario se hace preciso. Las estructuras sintácticas se acercan a las normas adultas aunque la función de intercambio de información queda reducida. El lenguaje sigue siendo egocéntrico, como su pensamiento. Si se divide la producción de un niño en lenguaje egocéntrico y socializado, el monólogo conserva gran importancia con un 40%. Al hablar de lenguaje socializado el niño no se comunica para intercambiar ideas, sino para satisfacer necesidades o jugar. Dice lo que piensa. Hasta 5 años el niño trabaja solo normalmente y ahora empieza a formar grupos de dos o tres niños. Con estas edades hace muchas preguntas tipo «por qué» para pedir explicaciones de hechos incomprensibles para el niño. Con el lenguaje van organizando los niños su propia conducta. Halliday propone varias funciones lingüísticas entre los 9 y 18 meses: instrumental, regulatoria, interaccional, personal, heurística e imaginativa. Además, entre los 18 y 36 meses añade otra función: la informativa.