Portada » Historia » La Restauración Borbónica: el Sistema Canovista y la Alternancia en el Poder (1874-1902)
En 1870, Isabel II cede sus derechos dinásticos a su hijo Alfonso. Cánovas del Castillo será quien reclame en España la corona para la dinastía borbónica. En diciembre de 1874 el general Martínez Campos se pronuncia en Sagunto y proclama rey a Alfonso XII, a los pocos días Cánovas se hace cargo del gobierno y ya en enero de 1875 entra en España Alfonso XII.
Los problemas heredados son dos. Por un lado, la Guerra Carlista, que precisará tanto de una solución militar como de negociación. Aunque Cánovas era contrario a la existencia de fueros, se concede a las diputaciones vascas y de Navarra el Concierto Económico a cambio de contribuir con un cupo determinado a las quintas militares anuales. Por otro lado, la Guerra de Cuba, iniciada en 1868 con el Grito de Yara, también tiene la doble solución militar y negociada.
La gran obra legislativa es la Constitución de 1876, donde se establece, entre otras cosas:
Cánovas proyecta un sistema que se denominará turnismo, que se basa en la alternancia pacífica en el gobierno de dos partidos:
El sistema precisa de un árbitro, el rey, que nombra a los ministros y al Presidente del Gobierno. Si el rey juzga que un gobierno está agotado, llama al líder del otro partido y le encarga formar gobierno. Además le entrega el decreto de disolución de cortes, por lo que convoca elecciones supervisadas por el Ministro de Gobernación del recién creado gobierno, que da instrucciones al Gobernador Civil de cada provincia, y este a los caciques locales, para que resulte ganador el partido a quien le corresponde el turno. Los caciques cuentan con una buena posición social y económica. Los gobiernos de la Restauración se mantendrán sobre este pucherazo constante, sobre todo a raíz del sufragio universal masculino de 1890.
Durante el reinado de Alfonso XII gobernaron:
Tras la muerte de Alfonso XII en noviembre de 1885, su segunda esposa da a luz en mayo de 1886 a un varón que será proclamado el mismo día de su nacimiento rey, Alfonso XIII. Comienza así una larga regencia que se prolonga hasta 1902. La falta del árbitro para el sistema del turnismo lleva a Cánovas y Sagasta al Pacto de El Pardo. Consiste en la aceptación por parte de ambos de la legislación elaborada anteriormente, y van a alternarse en el poder de manera ordenada sin necesidad de tener que ser advertidos por la regente.
El punto culminante de la crisis de conciencia en España es el desastre del 98, punto de partida del regeneracionismo, que pretende, entre otras cosas, llevar a la monarquía hacia una verdadera democracia.
La Regencia se cierra con una España en plena crisis moral, con unos gobiernos que ignoran la realidad social española y un movimiento obrero y un nacionalismo emergentes que se cuestionan la forma del Estado.