Portada » Español » Transformaciones de la Novela Española: De la Posguerra al Experimentalismo (1939-1975)
Durante el período comprendido entre 1939 y 1975, la novela española experimentó una profunda transformación debido a la Guerra Civil y el establecimiento de la dictadura de Franco. Esta época marcó un abrupto quiebre en la historia y la vida cultural de España, con la purga de disidentes, el exilio de la mayoría de los intelectuales y una represión interna que perduró durante décadas. La imposición de una ideología única, que abarcaba lo político, moral, religioso y las costumbres, ejerció una fuerte influencia sobre todas las manifestaciones culturales, resultando en un empobrecimiento y restricciones que contrastaban con la efervescencia creativa previa a la guerra.
A pesar de la rigidez del régimen, hubo cambios graduales a lo largo del tiempo. Tras el aislamiento posterior a la Segunda Guerra Mundial, se produjo una leve apertura a fines de los años 50, impulsada por acuerdos con Estados Unidos y el Vaticano, y una apertura más significativa en los años 60 con el inicio del «desarrollo económico» y el auge del turismo.
En el ámbito literario, muchos jóvenes talentosos que ya publicaban antes de 1936 se vieron obligados a exiliarse, continuando su obra narrativa en sus lugares de exilio. A pesar de la diversidad temática y estilística, estas novelas comparten la representación de la España bélica o prebélica y una reflexión autobiográfica. Destacan figuras como:
En los años cuarenta en España, la narrativa estuvo marcada por un realismo que, aunque trillado, se apartaba de la realidad dura de la época, ofreciendo una visión triunfalista en sintonía con los valores del régimen. Autores como Rafael García Serrano y Torrente Ballester reflejaban esta perspectiva. Sin embargo, a partir de 1942 surgieron obras que expresaban malestar y desilusión, dando lugar a una novela «existencial» que mostraba personajes desorientados y desilusionados.
En los años cincuenta, surge y se desarrolla el realismo social en la narrativa española, influenciado por las ideas de J.P. Sartre y el neorrealismo italiano. Los escritores de esta corriente consideraban que la literatura podía ser una herramienta para denunciar los males sociales y concienciar a las clases populares, dada la falta de canales políticos para el cambio. Buscaban reflejar críticamente la sociedad española sin recurrir al tremendismo ni al malestar individual del existencialismo. Para ello, empleaban técnicas narrativas innovadoras como la representación colectiva de personajes, la brevedad temporal y un estilo objetivo y directo. Temáticamente, se exploraban diversos ambientes como el campo, el trabajo en diferentes industrias y los suburbios urbanos, con el objetivo de mostrar la vida cotidiana de manera reveladora y accesible incluso para aquellos no habituados a la lectura.
En los años sesenta, se produce una renovación significativa en las formas y temas narrativos con la llegada de la novela experimental. Este cambio se ve impulsado por la evolución del régimen franquista, una mayor apertura al extranjero, la relajación de la censura y el agotamiento percibido del realismo social y su denuncia. Además, el auge de la narrativa hispanoamericana también contribuyó a este impulso hacia la experimentación.
La década de los setenta vio una expansión de la experimentación, incluso se habló de la «muerte de la novela» debido a la ruptura de los límites del género. Los autores de la «generación del medio siglo» como Juan Benet y Juan Marsé se sumaron a esta tendencia, creando obras con estructuras complejas y diversas perspectivas narrativas. Otros autores destacados como Juan Goytisolo, Luis Goytisolo, Carmen Martín Gaite, y los mayores como Cela, Delibes y Gonzalo Torrente Ballester, también se aventuraron en la experimentación. Los autores más jóvenes se unieron a esta tendencia, produciendo obras desafiantes que requerían una participación activa del lector. Aunque el experimentalismo continuó después de la muerte de Franco en 1975, el retorno a una narrativa más accesible comenzó a ser evidente, especialmente con la publicación de «La verdad sobre el caso Savolta» de Eduardo Mendoza, que privilegiaba la intriga argumental.