Portada » Filosofía » Análisis de la Increencia: Desde la Nueva Era al Ateísmo Contemporáneo
En el cristianismo, Jesucristo es la segunda persona de la Trinidad hecha carne. Jesús posee una naturaleza divina y otra humana, único y universal salvador. Mientras que en la Nueva Era, Cristo es un simple maestro de la humanidad, uno de entre los muchos que ha habido y habrá. Se trata de un hombre que ha logrado alcanzar un nivel superior de supraconciencia y, por ello, ha sido poseído por la conciencia crística, como Buda o Krisna han compartido, un Docetismo.
En el cristianismo, el hombre es pecador y morirá debiendo comparecer ante un Dios de justicia misericordioso. Mientras que en la Nueva Era, el pecado no existe, solo la ignorancia e imperfección, y que esto se puede superar con técnicas adecuadas. Se admite la reencarnación como salto superior de conciencia.
En el cristianismo, la salvación nos viene dada por gracia de Dios, a través de Jesucristo, mientras que en la Nueva Era se propugna el pelagianismo, donde la persona se salva por su propio esfuerzo, con ayuda de técnicas.
En el cristianismo hay un solo Dios, mientras que en la Nueva Era no existe, solo la Tierra o Gaia es la diosa.
En el cristianismo, existe la necesidad de orar, encuentro y comunicación con Dios, mientras que en la Nueva Era se propone la meditación, un diálogo consigo mismo, sin abrirse a un Dios. Prácticas esotéricas, ocultistas, mágicas…
En el cristianismo, la consumación final del tiempo y la historia queda remitida a la definitiva venida de Cristo, mientras que en la Nueva Era se debate entre la transformación de lo existente desde sí mismo o la llegada de extraterrestres.
Nos referimos a las posturas en las que el hombre ignora al absoluto y prescinde de él en su vida.
Utilizada para aquellos que piensan que todas las religiones son idénticas y ninguna merece la adhesión que todas reclaman. Indiferentismo igual estima o también es la falta de estima a distintas religiones. Es la falta de curiosidad hacia lo religioso, falta de atención e insensibilidad. Otro segundo grado más radical que se produce en aquellas personas que viven en una completa insensibilidad hacia cuestiones como las de sentido, ultimidad, totalidad en las que tienen que ver con la dimensión religiosa.
Significa la doctrina filosófica crítica kantiana, donde el conocimiento teórico de los objetos metafísicos es imposible. Una doctrina de la posibilidad de conocimiento de la existencia de Dios por la razón natural. Es una postura positiva según la cual la ciencia agota las posibilidades del conocimiento racional en sentido estricto, relegando las otras formas de conocimiento a la esfera del sentimiento, poesía… Según Tierno Galván, se sitúa no entre la fe y la increencia, sino más allá de estas posturas contrapuestas, al permitir al sujeto salir de la implicación con el objeto que supone tanto la fe como la increencia. Consiste en instalarse en el horizonte de la finitud.
Es aquella en la que el sujeto no se contenta con ignorar a Dios, ni con creer que existe, sino que recurre a su negación como medio para afirmarse.
La explicación de la realidad por la ciencia ha constituido una dificultad para la afirmación de la existencia de Dios. Donde se creía la oposición entre lo científico, que era lo único válido, y lo metafísico, en el que se encontraba Dios. También se atribuía los resultados científicos a elementos de tradiciones religiosas, como el origen empírico del mundo, la aparición de la especie humana… Aunque se llegó a un acuerdo en el cual la religión podía sostenerse a partir de la teoría científica, con el fin de perder virulencia. El ateísmo ganó puntos ya que la ciencia no podía explicar el hecho de que existiera Dios. Este uso de la ciencia extiende una mentalidad positiva sobre las personas que no cultivan la ciencia, y se convierte en una especie de fe que les hace esperar de la ciencia toda solución para todo problema, y con esto cerrar sus mentes ante la posibilidad de salvación de otro orden.
La afirmación de Dios solo puede hacerse a costa del hombre, de la autonomía de su razón y libertad. El hombre es Dios para el hombre. La negación de Dios es utilizada como condición para la realización del hombre que responda a todas sus exigencias y posibilidades. Estas negaciones se dan en dos corrientes distintas:
Es la forma de increencia que se basa en el escándalo que produce la experiencia del mal, el sufrimiento, fracaso, la muerte. Esto hace que se presente un misterio de iniquidad que parece poner en entredicho la existencia de un misterio inteligente y bueno como objetivo del devenir humano. Este cúmulo de malas experiencias llamado «rocal del ateísmo». Provocan la desesperación ante la experiencia del más completo sinsentido y ha conducido al rechazo de sí mismo y de Dios, que no creen capaz de encontrar un Dios bueno entre tanta dolencia. Pero esta experiencia de la más profunda existencia puede ser teñida como crecimiento de Dios en el espíritu de la humanidad. Ese ateísmo se asemeja a esas situaciones oscuras para la fe en las que esta reconoce a Dios desde su ocultamiento. Una reacción que en la medida en que manifiesta rebeldía contra lo que no es de ningún modo admisible, constituye manifestación de nostalgia que no deja de ser un testimonio, negativo de la presencia del absoluto.