El Statuto Real de 1834: Aprobado por María Cristina de Nápoles, en calidad de Regente. No era una constitución sino una carta otorgada (parecido a una constitución pero sin el principio de soberanía nacional), se centraba en la reforma de las Cortes, que pasaron a ser bicamerales. Para ser candidato era imprescindible disponer de cierto patrimonio. Ambas cámaras tenían una función más consultiva que legislativa, pues eran convocadas, suspendidas y disueltas por el monarca y solo podían deliberar sobre asuntos planteados por él mismo. Además, la ley electoral establecía un sufragio electoral que reducía el número de votantes al 0,15% de la población total. En 1836, una revuelta contra la Regente, organizada por suboficiales del ejército, el motín del Palacio de la Granja, obligó a María Cristina a aceptar la puesta en vigor, de nuevo, de la Constitución de 1812. Esto desembocaría en la puesta en marcha de una nueva constitución en 1837. La Constitución de 1837. Esta constitución presentaba similitudes con la de Cádiz: soberanía nacional, reconocimiento de amplios derechos ciudadanos, la división de poderes (legislativo, judicial y ejecutivo), limitación del poder del monarca. Aunque para atraer el apoyo de los moderados recogía algunos aspectos del Statuto Real, Cortes bicamerales, se promulgaron algunas leyes progresistas como la supresión de pagar diezmos a la iglesia, la eliminación de aduanas interiores y la supresión de los gremios para favorecer el crecimiento de la industria.
6.3. El Sexenio Democrático (1868-1874): La Constitución de 1869. Evolución política: Gobierno provisional, reinado de Amadeo de Saboya y Primera República. La Revolución de 1868, «La Gloriosa». El desprestigio del régimen de Isabel II llevó a una alianza entre progresistas y demócratas, que firmaron un pacto en la ciudad belga de Ostende en 1866, que incluía el acuerdo para destronar a Isabel II. 2 años después, en septiembre de 1868 la Armada española atracada en Cádiz y dirigida por el almirante Topete se sublevó, con el apoyo de los generales Prim y Serrano. Comenzó así la Revolución Gloriosa (o Septembrina). Serrano venció al ejército gubernamental en Alcolea, Córdoba, e Isabel II huyó a Francia. La revolución había triunfado. En un primer momento el poder político fue ejercido por la Junta Revolucionaria de Madrid, que aglutinaba a todos los firmantes del pacto de Ostende y confió el poder al general Serrano quien tomó medidas para estabilizar la revolución con la convocatoria de Cortes Constituyentes. Las elecciones dieron la mayoría a la coalición de unionistas, progresistas y demócratas, elegidas por sufragio universal (masculino), confirmaron en su cargo a Serrano y comenzaron a elaborar un nuevo texto constitucional. La Constitución de 1869 es considerada la primera constitución democrática de la historia de España, destaca por sus siguientes características: incluye una amplia declaración de derechos: sufragio universal masculino, libertad de imprenta, derechos de reunión y asociación, la inviolabilidad de la correspondencia… reconoce la soberanía nacional, de la que emanan los demás poderes. La división de poderes, con gran protagonismo de las Cortes que no solo legislan sino que también controlan al gobierno. La forma de gobierno será la monarquía parlamentaria, aunque el poder del rey está limitado. Por tanto, la idea de república queda descartada. La aconfesionalidad del estado, no tendrá ninguna religión oficial y habrá libertad de culto.
3. Gobierno provisional. Una vez aprobada (sancionada) la constitución, el general Serrano fue nombrado Regente y el general Prim se convirtió en jefe de gobierno. Era preciso encontrar un candidato para el trono español que cumpliese los siguientes requisitos: 1. No Borbón 2. Con voluntad democrática 3. Aceptado internacionalmente. Se barajaron varios nombres, Prim puso como condición que debía ser demócrata y no Borbón. Finalmente propuso a Amadeo de Saboya. 4. El reinado de Amadeo de Saboya (1871-1873). Amadeo de Saboya, Duque de Aosta e hijo de Víctor Manuel, Rey de Italia. Gracias a las gestiones llevadas a cabo por Prim, Amadeo aceptó el trono de España. El nuevo monarca tuvo que enfrentar una difícil situación. El principal apoyo del Rey, el general Prim fue asesinado en un atentado poco antes de que el Rey llegase a España. El Rey se encontró con la abierta oposición de los republicanos, de los carlistas que se levantaron en armas en mayo de 1872, desencadenando la tercera guerra carlista y de los partidarios del pretendiente Alfonso, el hijo de Isabel II. Tuvo que apoyarse en dos grupos políticos muy distintos: el Partido Constitucional, liderado por Práxedes Mateo Sagasta, más conservador y partidarios de detener los avances democráticos. El Partido Radical, de Ruiz Zorrilla, en el que se encuadraron progresistas y demócratas, partidarios de reformas audaces. Además tuvo que enfrentarse a otros 3 graves problemas: la agitación social ligada al desarrollo del movimiento obrero que llegó a alcanzar un alto nivel de organización, gracias a la libertad de asociación. La guerra de los 10 años (1868-1878) en Cuba. El estallido de la tercera guerra carlista en 1872. En tales circunstancias, y tras 2 años de reinado, el 11 de febrero de 1873, Amadeo presentaba el acta de abdicación a la corona española, regresando a Italia.
s mismo día, Congreso y Senado, en sesión conjunta proclamaban la República. La Primera República. La Primera República transcurrió entre el 11 de febrero de 1873 y el 3 de enero de 1874. En tan corto espacio de tiempo se sucedieron 4 presidentes. Además, el contexto en el que se desarrolló era muy problemático. Los republicanos, a su vez, se dividían en 2 modelos: los unitarios partidarios de una república centralizada y los federalistas que querían una república dividida en 17 estados. Presidentes de la República: Stanislao Figueras fue el primer presidente de la República, en su mandato el desorden aumentó: intentos de golpe de estado, constante actividad del movimiento obrero… Se celebraron elecciones a Cortes Constituyentes, en las que triunfaron los republicanos federalistas, aunque nunca se llegó a promulgar una constitución republicana. En junio abandonó el cargo y le sucedió: Francisco Pi y Margall, que tenía el propósito de instaurar una república federal, pero de forma ordenada, sin embargo el proyecto no se realizó sobre todo porque hubo que atender a otros graves problemas, la guerra carlista, liderada por el pretendiente Carlos VII y la insurrección cantonal promovida por los republicanos federales más exaltados. La rebelión comenzó en julio con la proclamación del cantón de Cartagena, el movimiento se extendió y se organizaron cantones por toda la península, en especial por Levante y Andalucía. Estos excesos lo obligaron a dimitir y le sucedió: Nicolás Salmerón, con él la república dio un giro conservador, con el apoyo de generales monárquicos. Se enfrentó al problema del cantonalismo. Los cantonalistas proclamaron entonces un gobierno provisional de la Federación Española en Cartagena y declararon la guerra a Madrid. Salmerón empleó a fondo la fuerza militar y fueron cayendo uno a uno los diferentes focos como Málaga y Murcia, a mediados de agosto la insurrección estaba prácticamente sofocada, solo el cantón de Cartagena resistió hasta enero de 1874. La ideología del cantonalismo es una mezcla ideológica: republicanismo, federalismo, socialismo utópico y anarquismo. Exigían establecer una estructura federal del estado de abajo hacia arriba, es decir sobre la federación de unidades pequeñas hasta la conformación definitiva del estado, por lo que Salmerón dimitiría en septiembre por negarse a confirmar 2 penas de muerte impuestas por la autoridad militar.
El sucedió Emilio Castelar que actuó con firmeza: aplicó la pena de muerte, llamó al ejército para imponer el orden, reforzó el poder del estado y suprimió el principio federal. Para llevar esto a cabo solicitó a las Cortes, y estas solo le concedieron, poderes especiales para gobernar por decreto durante 3 meses. Cuando las Cortes se volvieron a reunir, el 2 de enero de 1874, el gobierno fue sometido a un voto de confianza y lo perdió. La fase final de la República. La posibilidad de que el poder recayera de nuevo sobre los federalistas radicales ofreció el pretexto para el golpe de estado de Pavia, capitán general de Madrid, que al día siguiente invadió el hemiciclo del Congreso y disolvió las Cortes. Tras el golpe de Pavia, la Junta de Capitanes Generales nombró jefe de gobierno al general Serrano, que mantuvo las formas republicanas pero aplicó una política represiva con un claro protagonismo del ejército. La inestabilidad del periodo provocó un viraje de la burguesía a posiciones conservadoras y el fracaso de la república despertó el deseo de una restauración monárquica. Los partidarios de la restauración borbónica habían emprendido una activa labor diplomática con el fin de lograr apoyos internacionales para el hijo de Isabel II, el futuro Alfonso XII, frente a otros posibles candidatos. El principal defensor de la candidatura del príncipe Alfonso fue Cánovas del Castillo, que intentaba que el retorno a la monarquía fuera el resultado del deseo del pueblo español y no de un nuevo pronunciamiento militar. Para ello había hecho firmar a Alfonso el manifiesto de Sandhurst – nombre de la localidad inglesa donde estudiaba – en el que exponía al pueblo español sus propósitos conciliadores. Sin embargo y en contra del parecer de Cánovas, el 29 de diciembre de 1874, el general Arsenio Martínez Campos proclamó rey a Alfonso XII, tras un pronunciamiento en Sagunto, la monarquía borbónica había sido restaurada mediante un golpe militar.