Portada » Historia » El Equilibrio del Terror Económico-Financiero entre China y Estados Unidos
Entre la URSS y Estados Unidos reinaba el equilibrio del terror nuclear, entre Pekín y Washington, escribe el politólogo estadounidense Joseph Nye, se instala el equilibrio del terror económico-financiero”. (Sassen, 2015). Las relaciones entre las dos potencias del mundo se encuentran en equilibrio, existe una dependencia lograda por la compra de deuda (en el caso de EEUU) puesto que China posee 1,2 billones de dólares en deuda norteamericana y Estados Unidos es el gran comprador de los productos chinos. Por lo que, si China vendiese los bonos del tesoro, la economía norteamericana sería fuertemente golpeada, de igual forma si EEUU cerrase sus puertos a los barcos chinos el gigante asiático perdería muchísimos ingresos.
Esto está, en parte, sostenido por “el compromiso” asumido por el ejecutivo de EEUU desde 1979. Por este compromiso el gobierno de Estados Unidos adopta una apertura a la integración de China en la comunidad y el mercado internacional. China ha logrado mantener, relativamente, su sistema comunista y desarrollarse económicamente hasta ser una potencia hegemónica en el mercado mundial, sin abandonar lo medular de su ideología de Estado.
En el plano geopolítico internacional “el compromiso” no evita los choques entre ambas potencias, China y EEUU son conocidos rivales en conflictos como el de las correas, Taiwán, entre otros. China es el principal proveedor de Corea del Norte y mantiene estrechas relaciones con Pyongyang. Pero estos conflictos no pasan a mayores, porque el costo es demasiado y este equilibrio sostenido por el compromiso y la mutua dependencia económico-financiera mantiene la paz. “El consumidor estadounidense absorbe gran parte de lo que China produce, y se endeuda para comprar productos chinos. Y de acuerdo a la lógica de sus propios intereses China compra la deuda estadounidense” (Sassen, 2015)
Esta ambigüedad en las relaciones internacionales se da por beneficio propio de cada potencia, es interesante como muestran su apoyo por determinadas causas, pero en realidad se benefician de estos conflictos. El apoyo no es real porque luego negocian con el enemigo para sacar más ganancia. Se produce la política de doble cara bajo la lógica de mayor ganancia a cualquier costo y el resto de los países funcionan como el tablero de su juego. Por más que sea negado y no esté formalizado en un acuerdo o grupo en el mundo existe un condominio sino-americano impuesto económica, política y militarmente.
Cuando se habla de China como “taller mundo” se refiere a la gigantesca producción de la potencia asiática. Actualmente China representa el 11% de las exportaciones mundiales habiendo logrado en catorce años un aumento del 7%, algo sin precedentes. China se convierte cada vez más en el centro de producción manufacturera del mundo, con una matriz productiva diversa y acceso amplio a una variedad inmensa de mercados de compra de materia prima y venta de productos.
En este aspecto China ha logrado grandes avances, abriendo acuerdos con mercados no explotados, disminuyendo el intercambio con los países desarrollados, generando inversiones en el “tercer mundo”. Las exportaciones de China a países económicamente avanzados en 1999 representaban un 62%, en 2009 no más del 45% y esa tendencia sigue hasta la actualidad. China ha sabido manejar sus cartas y busca por todos los medios abrir más mercados para vender sus productos, el crecimiento de las exportaciones con África y Latinoamérica creció de un 3% a un 14.4% y de un 1.5% a un 12.4% respectivamente, esta diversificación rompe con la dependencia de Europa, por ejemplo, cosa que EEUU no ha logrado aún. (Sassen, 2015)
China también ha logrado la atracción de inversión extranjera en 2014 alcanzó el primer lugar en el ranking de destino de las inversiones, consiguiendo que un 70% de las exportaciones del país fueran sostenidos por inversiones extranjeras.
Pero no todo es perfecto, se ha señalado en el último tiempo “un estancamiento a largo plazo de las inversiones en infraestructuras, burbujas especulativas que se repiten, excesiva capacidad industrial, acumulación de créditos dudosos en los balances bancarios y fraudes contables a gran escala; todo ello es susceptible a cambios, con inevitables repercusiones para sus clientes y proveedores extranjeros, debido a la mundialización.” (Sassen, 2015)
A “el taller del mundo” se le termina el juego de la doble política, interior y exterior, recibe presiones del mundo (cada vez más insoportables) de reequilibrar su modo de desarrollo a favor del consumo interno. Esta necesidad se hace evidente cuando el acelerado crecimiento Chino ha tenido una caída en los últimos años, mientras que en 2014 creció un 7.4% en 2015 bajo a 7% y en 2016 bajo aún más llegando al 6.7% [1]. Esto se adjudica en gran medida a las huelgas, por ejemplo, en el sector automotriz, que generaron gran impacto en las exportaciones. Esto muestra la urgencia social del gigante, que tendrá que empezar a revisar las políticas internas para que no terminen por frenar el estrepitoso crecimiento económico del país.
China es uno de los países menos democráticos y con menos libertad de expresión del mundo. La potencia se ubica en el puesto 139 del ranking de democracia de The Economist con bajísimos puntajes en el área de participación política y derechos civiles. No es algo que deba ser dejado de lado en un análisis económico, puesto que su relación con el área productiva económica es estrecha. La producción no se mueve sin los trabajadores, y si continúan las huelgas y protestas, terminará por verse aun más afectado el aparato productivo que dicho sea de paso es de los más injustos del mundo. China tiene un alto índice de Gini y un PBI per cápita bajísimo. Se ha llegado a afirmar que “ el 1% más acomodado de la nación posee un tercio de la riqueza del país, mientras que el 25% de la población con menos recursos solo detenta un 1% de esa riqueza”. (ARANA, 2018)
[1] Datos de BBC Mundo