Portada » Historia » España en la Posguerra y la Autarquía
En el aspecto económico, España en 1939 era un país arruinado. Los años 40 y hasta mediados de los 50 son los del hambre y la necesidad. La reconstrucción económica del país fue un proceso lento, alejado de la dinámica europea. Respecto a las destrucciones materiales y el endeudamiento por la guerra, hay que señalar que las reservas de oro y divisas habían desaparecido, y la red de transporte se encontraba muy deteriorada. Las destrucciones de edificios e instalaciones fabriles fueron moderadas, a lo anterior hay que unirle la disminución de población activa, en buena parte cualificada, provocada por el conflicto, el exilio y, no puede dejarse al margen, la represión posterior al final de la guerra. El punto de partida de la situación económica al finalizar la contienda era, pues, el de un país en ruinas. Y la orientación por la que se optó en este primer franquismo fue la de la autarquía, es decir, la autosuficiencia económica. Era esta una característica del régimen fascista italiano, por la cual se limitaba al máximo la dependencia del exterior para obtener independencia y soberanía política. Además del deseo de imitar a la Italia de Mussolini, hay otro factor que tuvo cierta influencia a la hora de adoptar esta política económica y fue el aislamiento internacional al que se vio sometido nuestro país y que motivó que España quedara excluida de la ayuda económica del Plan Marsay, que sí llegó a toda Europa para su reconstrucción tras la guerra. Lejos de los modelos del liberalismo más clásico, la política autárquica traía aparejada un gran intervencionismo estatal que tuvo tres grandes ámbitos de actuación.
Así, se daba la situación de escasez que impedía a muchas familias incluso el acceso a aquello que les correspondía por las cartillas de racionamiento. Sin embargo, pagando más se podía acceder a muchos productos a través del estraperlo. Que era una actividad consentida por el gobierno lo prueba el hecho de que en todas las localidades se sabía quién era el ‘estraperlista’ que podía conseguir productos más allá de lo establecido por la cartilla de racionamiento. Para muchos pequeños campesinos, el estraperlo era una estrategia de supervivencia, pues no alcanzaba con lo que pagaba el Estado. En el caso de los grandes propietarios permitía grandes beneficios dado el gran volumen de transacciones fraudulentas. Para las industrias, la escasez energética fue también uno de los símbolos de la penuria económica. Hasta mediados de los años 50, carbón y petróleo estuvieron racionados y desde 1944 hasta 1954 hubo restricciones eléctricas. Por otro lado, el acceso a las materias primas se adjudicaba mediante cupos que las empresas compraban al Estado. Existía corrupción en beneficio de quienes estaban bien alineados con el régimen. En otro orden de cosas, y en relación con la política económica de la época, se llevó a cabo en el campo una contrarreforma agraria que devolvió tierras a antiguos latifundistas desposeídos por la política reformista de la República. En el terreno industrial, los empresarios recuperaron los bienes en industrias colectivizadas durante la guerra. Así la riqueza iba concentrándose en manos de quienes se beneficiaban de la autarquía y de la falta de derechos laborales. Todo lo referido hasta ahora, tanto o más que la difícil situación del país al finalizar la guerra (argumento del régimen para justificar la mala situación), contribuyó a que la mayoría de la población experimentara un fuerte deterioro de sus condiciones vitales y laborales (salarios bajos, inflación disparada, escasez). Tanto fue así que el hambre afectó a una parte significativa de la población, especialmente en las ciudades, pues en las zonas rurales los productos esenciales eran siempre más accesibles, y provocó el resurgimiento de enfermedades ya erradicadas como la tuberculosis o la sarna. Esta penosa situación se manifestaba también en la carencia de viviendas dignas sobre todo en las grandes ciudades y asimismo en el aumento del chabolismo y la utilización de cuevas como viviendas. No será hasta mediados de los años 50 cuando sean visibles síntomas de recuperación. Sin duda, el cambio en la política económica del régimen y el fin del aislamiento internacional fueron decisivos para ello. Fue entonces cuando España recuperó el PIB per cápita de 1929 o el consumo real per cápita de 1931. Todo ello nos lleva a concluir que la opción por la autarquía que adoptaron los primeros gobiernos franquistas resultó un claro desacierto y sumió al país en un profundo y excepcionalmente largo estancamiento económico.
Cuando en 1939 acaba la Guerra Civil y se inicia la dictadura de Franco se desconoce el alcance que en el tiempo tendrá el nuevo régimen, teniendo en cuenta, además, que Europa se preparaba para un nuevo conflicto bélico. Pues bien, el franquismo perduró casi cuatro décadas, desde 1939 hasta 1975 cuando el dictador fallece. Los años 40 y 50 resultaron clave en la cimentación del régimen, sobre todo en dos aspectos: la institucionalización del franquismo a través de la promulgación de sus leyes fundamentales, y la adaptación del mismo a las diferentes circunstancias que se produjeron a nivel internacional. Pero existe además otro elemento fundamental en el acontecer histórico de estas décadas y es la brutal represión sobre los vencidos en el conflicto, especialmente virulenta en estos años. La dictadura, a lo largo de toda su trayectoria, mantuvo la Guerra Civil como su acontecimiento fundacional, la Gloriosa Cruzada a la que siguió la Victoria, nunca la paz ni la reconciliación entre españoles. El estado de guerra se mantuvo en España hasta 1948. A finales de 1939 las fuentes oficiales daban hasta más de 270.000 presos políticos que solo se redujeron a 30.000 en 1950. Se estima que alrededor de 50.000 personas fueron ejecutadas en la década posterior a la guerra. Continuaron los campos de concentración y los trabajos forzados en las saturadas prisiones. La destrucción del vencido era prioridad absoluta para el régimen y este terror se organizaba desde arriba, desde la jurisdicción militar. Así, centenares de miles de detenidos pasaron por consejos de guerra (unos 600.000 hasta 1945) que carecían de garantías jurídicas para los acusados. Para la represión se crearon fuerzas políticas militarizadas de Guardia Civil y Cuerpo General de Policía. Destacó la Brigada Político-Social, creada con asesoramiento nazi. La tortura fue práctica habitual para desarticular la oposición política, impedir cualquier movimiento de protesta y atemorizar a la población. Además, esta represión se amparaba bajo un nuevo aparato legislativo representado por la Ley de Represión de la Masonería y el Comunismo y la de Represión del Bandidaje y Terrorismo. La Administración fue depurada de jueces, policías y, sobre todo, de maestros, a los que se inhabilitaba, se les desplazaba forzosamente o se les imponían sanciones y multas. Pero hay más. Pieza clave del aparato represivo era la propia población, a la que se instigaba a delatar a los ‘enemigos de España’, pues era cosa de ‘buenos patriotas’ y podía tener su recompensa, ya que facilitaba la ocupación de los miles de puestos de trabajo que los asesinados y represaliados habían dejado libres en la Administración. Ahí residía una de las bases de apoyo social duradero a la dictadura, la de todos aquellos beneficiados por la Victoria. Respecto a lo que podríamos denominar la institucionalización del régimen, los años 40 vieron promulgarse las Leyes Fundamentales que perfilaban la, denominada por el régimen en claro eufemismo, ‘democracia orgánica’. Las más relevantes son las siguientes:
Tras la victoria en la Guerra Civil, el estallido de la Segunda Guerra Mundial en septiembre de 1939 marcó la política internacional española. Con los iniciales éxitos del Eje, el régimen adopta una posición ‘no beligerante’. Franco se entrevista con Hitler en Hendaya en 1940 y en 1941 envía las tropas de la División Azul para combatir a los soviéticos junto a los nazis. Sin embargo, a partir de 1942, a medida que las potencias del Eje van dando muestras de debilidad, la postura de Franco torna a la neutralidad y se inicia una aproximación a los aliados. En el interior se suavizan los signos fascistas y se promulga la Ley Constitutiva de las Cortes, tratando de darle al franquismo cierta apariencia parlamentaria. La victoria aliada en 1945 obligó al régimen a cambios legislativos. A partir de este momento, el régimen intentará legitimarse acentuando sus características católicas con el llamado nacionalcatolicismo y marginando al falangismo radical. Pero en 1946, la ONU rechaza el ingreso de España. La consecuencia fue el aislamiento internacional de España, que agravó su ya difícil situación económica. Sin embargo, hacia 1947, la situación internacional se verá alterada con el inicio de la Guerra Fría, y la formación de dos bloques antagónicos liderados por la URSS y EE.UU. Entonces la España de Franco aparece como un fiel aliado anticomunista, y los EE.UU. inician una política de acercamiento que a nivel internacional se tradujo en el regreso de los diferentes embajadores entre 1950 y 1951. En 1953, se firmaron el nuevo Concordato con la Santa Sede y los acuerdos con los Estados Unidos, que permitieron la ayuda norteamericana a cambio de la instalación de bases militares. En 1955 España entra en la ONU y posteriormente es admitida en distintos organismos internacionales como el FMI, el Banco Mundial y la UNESCO. En 1959, la visita a España del presidente de EE. UU. supone el fin del aislamiento internacional.
Como conclusión, cabe decir que a finales de la década de los 40, las esperanzas de la oposición al régimen de que la derrota del Eje en la Segunda Guerra Mundial sea a su vez la de la dictadura de Franco se desvanecen. La falta de decisión de los aliados en apoyar un cambio de régimen en España así como la brutal y prolongada represión en el interior del país alejaron definitivamente las perspectivas de cambio.
Introducción: En la década de 1950, la economía española sufría una fuerte crisis que obligó a Franco a incorporar tecnócratas en los nuevos gobiernos. Estos, con el objetivo de crecer económicamente, desarrollaron el Plan de Estabilización (1959) y los Planes de Desarrollo (1964-1975). Estos cambios dieron lugar a lo que conocemos como el desarrollismo de los años 60. A lo largo de esta década, la población creció y se trasladó a las grandes ciudades, la población activa aumentó, la industria sobrepasó en trabajadores al campo y el sector terciario se posicionó como el mayoritario, con un importante auge del turismo. Como consecuencia de la expansión económica, la sociedad española entró en un proceso de transformación.
La sociedad en transformación: El aumento de la población urbana se vinculó principalmente a la inmigración procedente de las zonas rurales en busca de nuevas oportunidades. En las ciudades se formaron grandes áreas metropolitanas que concentraban a mucha población e incluían varios municipios. No obstante, las periferias superpobladas configuraron la otra cara del desarrollo urbano porque crecieron de forma desordenada. Los grandes bloques de viviendas, de mala calidad, identificaron un nuevo barraquismo vertical y la urbanización presentó grandes deficiencias de servicios y equipamientos. Además, el ritmo de construcción fue insuficiente para atender a la demanda, sin que las autoridades impulsasen una política pública de vivienda.
La modernización y el crecimiento económico comportaron importantes cambios en la composición del país, configurando una sociedad capitalista avanzada. Esta se caracterizó por: la pérdida del peso del mundo rural (reducción sustancial de los pequeños propietarios y jornaleros agrarios), el aumento del proletariado urbano (por primera vez en la historia de España, el número de obreros era superior al de campesinos), el impulso de una nueva clase media (asociada a la industrialización, al sector de servicios y a los servicios públicos) y una burguesía asociada a las empresas internacionales y al sector público.
La renta por capital aumentó notablemente, duplicándose entre 1960 y 1975. Esto conllevó un aumento del poder adquisitivo de la población gracias a los mejores salarios, la extensión del empleo en las ciudades y el pluriempleo. El consumismo fue el primer signo evidente de estos cambios y los hogares españoles se equiparon con los modernos electrodomésticos. También se popularizó el automóvil, con el SEAT 600 como vehículo de muchas familias. A su vez, surgieron nuevos hábitos como las vacaciones y la ampliación del ocio y los espacios culturales. La publicidad tuvo un papel muy importante, irrumpiendo con artículos que convertían en objetos de deseo.
La sociedad se hizo más abierta y plural a medida que iban imponiéndose los hábitos sociales y culturales que predominaban en Europa. Esta modernización se evidenció en numerosos aspectos: el progresivo proceso de laicización y secularización, el acceso a la enseñanza básica de todos los españoles (la Ley General de Educación de 1970 reorganizó el sistema educativo y posibilitó el incremento de la población escolarizada),la modificación de la estructura familiar (tránsito de la familia amplia, propia de los ambientes rurales, a la familia nuclear de padres e hijos), el cambio del papel de la mujer (accediendo a los estudios, incorporándose al trabajo asalariado y propagando el feminismo igualitario) y la eclosión de la juventud.
CONCLUSIÓNEn conclusión, el aumento de la población urbana configuró una nueva sociedad capitalista avanzada muy ligada al consumismo. Sin embargo, el hecho de vivir dentro de una antigua dictadura hizo que la sociedad de consumo en España se instalara con estándares todavía inferiores a los europeos.A su vez, los cambios socialescontribuyeron al surgimiento denuevos movimientos antifranquistas que exigían democratizar el país.
LOS ASPECTOS DEL DESARROLLISMO Y CONCLUSIÓN
La industria actuó como motor del desarrollo económicojunto a la expansión de los servicios. El crecimiento de la producción industrial, hasta 1973, presenta tres características principales: el aumento del 10% anual (mejora de la productividad, mecanización e incorporación masiva de mano de obra), la diversificación de esta (mayor relevancia para los bienes de consumo asociados al sector, estructuración de sectores tradicionales y nuevas industrias competitivas con bajos costes de producción) y la concentración en zonas con mayor tradición fabril (Cataluña, País Vasco y también nuevas zonas como Madrid). Así mismo, es importante resaltar el boom de la construcción, vinculado con la inmigración de millones de personas a las ciudades.
Durante la decada d 1960, s produjo la crisis d la agricultura tradicional, d escasa productividad y sustentada en la abundancia d mano d obra. La modernizacion del campo s debe a 3 factores: l exodo rural acia l extranjero y ls zonas industriales, ls cambios en la produccion gracias a la mecanizacion y la diversificacion d la produccionasociada a ls cambios d la dieta d la poblacion + urbanizada.