Portada » Historia » Revolución Industrial: Transformaciones Económicas y Sociales
El aumento de la demanda de alimentos y los progresos técnicos impulsaron la Revolución Agraria. Se implementaron nuevas técnicas como el sistema Norfolk, máquinas sembradoras y cosechadoras, y se mejoró la producción de estiércol, carne y leche. Las leyes de cercamiento (Enclosure Acts de 1845) permitieron la sustitución de tierras comunales por propiedades privadas, lo que obligó a muchos campesinos a vender sus tierras y buscar trabajo en la industria.
Las mejoras en los caminos y la construcción de canales facilitaron el comercio interior y exterior, permitiendo el acceso a materias primas y mercados.
Las máquinas, impulsadas por fuentes de energía como el agua y el vapor, se concentraron en grandes edificios llamados fábricas, donde también trabajaban los obreros.
A mediados del siglo XIX, la industrialización se extendió por varios países europeos:
El capitalismo industrial se basó en la obtención e inversión de capitales en la industria. Las primeras industrias, pequeñas y financiadas con capital individual, dieron paso a sociedades en comandita y sociedades anónimas, cuyas acciones se compraban y vendían en la bolsa de valores.
El capitalismo financiero impulsó el crecimiento de los bancos, que concedían créditos a las empresas y compraban acciones de las industrias. El aumento del dinero en circulación favoreció el uso de cheques y letras de cambio.
La invención de la locomotora dio origen al ferrocarril. Los primeros trenes circularon en Gran Bretaña, pero no se popularizaron hasta que George Stephenson diseñó una locomotora capaz de circular por terrenos en pendiente (1830).
Robert Fulton aplicó la máquina de vapor a la navegación en 1807, dando origen al barco de vapor. Los primeros barcos de vapor se movían por ríos utilizando grandes ruedas de palas.
La burguesía y la antigua nobleza formaron la clase dominante. La burguesía ascendió socialmente, accedió al poder político y se enriqueció con sus actividades económicas. Se dividió en alta burguesía (rentistas, grandes industriales y comerciantes), burguesía media (funcionarios y profesionales liberales) y baja burguesía (pequeños comerciantes y artesanos).
Los obreros industriales, o proletariado, sufrieron duras condiciones laborales: largas jornadas en fábricas insalubres, bajos salarios y viviendas precarias. Esto provocó un deterioro físico y problemas sociales como el alcoholismo.
Thomas Malthus argumentó que la población crecía más rápido que los recursos, lo que llevaría a la escasez y la pobreza.
Las primeras asociaciones obreras, o Trade Unions, surgieron en Gran Bretaña en 1825. Su objetivo era mejorar las condiciones laborales y los derechos políticos de los trabajadores.
El socialismo buscaba acabar con la propiedad privada mediante una revolución proletaria que estableciera la propiedad colectiva y una sociedad sin clases ni Estado.
El anarquismo buscaba la máxima libertad individual eliminando el Estado, la propiedad privada y las creencias religiosas. Proponía una revolución espontánea que aboliera el Estado y lo sustituyera por comunidades igualitarias.
En 1864 se fundó en Londres la Asociación Internacional de Trabajadores, que integró a socialistas y anarquistas para luchar contra el capitalismo a nivel internacional. Sin embargo, las disputas internas llevaron a su disolución en 1876.
El documento también incluye información sobre la historia de España durante los siglos XVIII y XIX, incluyendo el reinado de Carlos IV, la Guerra de Independencia, las Cortes de Cádiz, el reinado de Fernando VII, la independencia de la América española, la época isabelina, el sexenio revolucionario y la obra del pintor Francisco de Goya.