Portada » Filosofía » Filosofía Medieval y Renacentista: Voluntarismo, Nominalismo y Realismo Político
Guillermo de Ockham defendió la absoluta omnipotencia divina, conocida como voluntarismo. Según esta teoría, la voluntad de Dios es libre y no está limitada por nada, ni siquiera por la razón o la lógica. Esto tiene implicaciones significativas tanto para la teoría del conocimiento como para la ética.
Ockham argumentó que la razón no es suficiente para comprender la realidad. El orden y la previsibilidad del mundo se deben a la voluntad de Dios, que podría haberlo creado de otra manera. Por lo tanto, solo la experiencia nos permite conocer lo que existe y cómo funcionan las cosas. Esta énfasis en la experiencia impulsó el interés por la naturaleza y la ciencia renacentista.
El conocimiento de Dios también se basa en la fe, no en la razón. La fe y la razón son ámbitos separados. Ockham rechazó la teología natural de Santo Tomás de Aquino, que buscaba demostrar la existencia de Dios a través de la razón.
Ockham se opuso al realismo, que afirmaba la existencia real de los universales (esencias) como modelos para la creación. Dado que la voluntad de Dios es libre, no está limitada por esencias preexistentes. Los universales son simplemente nombres o términos lingüísticos que usamos para referirnos a cosas similares. Solo existen individuos particulares y concretos, que conocemos a través de la experiencia.
Ockham propuso el principio conocido como la «navaja de Ockham«: la explicación más simple suele ser la correcta. No debemos multiplicar entidades innecesariamente.
Si la voluntad de Dios es absoluta, no existe una ley natural como la que propuso Tomás de Aquino. Los preceptos morales se basan en la libre decisión de Dios. Las acciones son buenas o malas porque Dios así lo ha establecido.
Ockham defendió la independencia de los poderes terrenales respecto de la Iglesia en asuntos temporales. Abogó por la separación entre la esfera espiritual y la temporal, similar a la distinción entre teología y filosofía.
A diferencia de los filósofos que buscaban el gobierno ideal, Maquiavelo se centró en la técnica política para conservar el poder. Analizó los gobiernos de manera práctica y realista, sin idealizaciones.
En su obra El Príncipe, Maquiavelo argumentó que el objetivo principal de un gobernante es mantener el poder. Para ello, debe utilizar la astucia y la habilidad para manejar las ambiciones humanas. Los medios utilizados son válidos si conducen al éxito, incluso si no son morales. «El fin justifica los medios».
Maquiavelo separó la ética de la política. Las estrategias para obtener y mantener el poder son distintas de las normas morales que rigen la conducta individual. Esta separación entre ética y política influyó en el pensamiento político posterior.
Tomás Moro, en su obra Utopía, presentó una visión de una sociedad ideal basada en la justicia y la armonía social, contrastando con el realismo político de Maquiavelo.
Se exploraron argumentos para demostrar la existencia de Dios, como el argumento ontológico y las cinco vías de Santo Tomás de Aquino, que se basan en la experiencia y el principio de causalidad.
Rousseau propuso la idea del contrato social como fundamento de la sociedad política. Los individuos ceden sus derechos a la comunidad a cambio de la protección y el bien común. La voluntad general, que representa el interés común, es soberana.
El gobierno se basa en la ley y la voluntad general. Rousseau rechazó la división de poderes y abogó por la participación ciudadana en la toma de decisiones. Su teoría del contrato social influyó en el desarrollo de las democracias representativas.