Portada » Historia » Pueblos prerromanos, Al-Ándalus y la España del siglo XIX
Los íberos fueron un conjunto de pueblos que habitaron el sur y el este de la península Ibérica desde el siglo V a.C. Vivían en ciudades-estado independientes y se destacaron como agricultores y guerreros. El contacto con los colonizadores impulsó su desarrollo cultural, especialmente en relación con los ritos funerarios y el alfabeto.
Los celtas, de origen indoeuropeo, se asentaron en el norte, centro y oeste de la península. Su economía se basaba en la agricultura y la ganadería. Los pueblos del norte, como los galaicos y astures, también se dedicaban a la pesca y vivían en poblados fortificados. Los celtas opusieron una fuerte resistencia a la conquista romana.
Los celtíberos fueron una mezcla de pueblos celtas e indígenas que ocuparon la meseta. Eran pastores, mercenarios y tendían al bandolerismo. Habitaban poblados fortificados como Numancia.
Tartessos fue una civilización brillante que se desarrolló en el suroeste peninsular durante la primera mitad del primer milenio a.C. Se destacaron como agricultores y comerciantes de metales. Su cultura urbana fue muy desarrollada y se conservan algunos tesoros de esta época.
La conquista musulmana de la península Ibérica comenzó en el año 711 con la batalla de Guadalete. En pocos años, los musulmanes se extendieron por casi todo el territorio, que pasó a llamarse Al-Ándalus. Tras un periodo de inestabilidad, se estableció el Emirato independiente de Córdoba, que en el año 929 se convirtió en Califato.
La sociedad andalusí fue muy heterogénea, con diferentes grupos étnicos y religiosos. La economía se basaba en la agricultura, con importantes avances en el regadío y la introducción de nuevos cultivos. También destacaron la artesanía y el comercio.
Al-Ándalus fue un importante centro cultural que conectó Oriente y Occidente. Se destacaron en campos como la teología, la medicina y la filosofía, con figuras como Averroes.
La Constitución de 1812, promulgada por las Cortes de Cádiz durante la ocupación francesa, estableció la soberanía nacional, la división de poderes y la igualdad legal. Supuso una revolución política y el fin del Antiguo Régimen.
Tras la derrota de Napoleón, Fernando VII regresó a España y restauró el absolutismo, anulando la Constitución de 1812. Su reinado se caracterizó por la inestabilidad política, la persecución de los liberales y la pérdida de las colonias americanas.
A la muerte de Fernando VII, su hija Isabel fue proclamada reina. Su hermano Carlos, defensor del absolutismo, no aceptó la sucesión y se inició la Primera Guerra Carlista.