Portada » Arte » Arte Barroco: Escultura, Arquitectura y Pintura
El arte barroco es la manifestación artística de la Europa del siglo XVII y la primera mitad del XVIII. Nació en la Roma Papal desde donde se extendió por toda Europa y América Latina. Fue una época de crisis generalizada, especialmente en la iglesia dividida en dos: en la Reforma y en la Contrarreforma. Por otra parte, es la época del ascenso de las monarquías absolutistas en el sur de Europa y de la gran burguesía comercial en el norte.
En lo referente a los materiales, los más utilizados son el mármol y el bronce, aunque también se utiliza la madera (solo en España por la falta de los otros recursos). Independientemente del material utilizado, la escultura barroca se caracteriza por la calidad técnica con la que se trabaja y la perfecta captación de las calidades de la piel, los tejidos y cualquier otro objeto que represente.
El escultor más destacable de la escultura barroca sin duda alguna es Bernini, que practicó todos los campos artísticos y abordó tanto los temas religiosos como los profanos.
En este contexto, la arquitectura barroca presenta como tipologías más importantes la religiosa con iglesias de planta central y la arquitectura civil destacan los palacios barrocos con sus inmensos jardines.
Un rasgo característico de la arquitectura barroca es la identificación de la belleza con el movimiento, de ahí que los elementos arquitectónicos, siendo los mismos que en el renacimiento, se utilizan con mucha libertad.
Las Meninas, o La Familia de Felipe IV, es un cuadro de gran tamaño al óleo sobre lienzo pintado en 1656 por Diego Velázquez por encargo de Felipe IV.
El principal rasgo de la pintura barroca es el realismo, ya que plasma la realidad en su totalidad, sin excluir los aspectos más negativos como la vejez, el dolor o la fealdad. En cuanto a la temática, predominan los temas religiosos y también los profanos.
Entre las escuelas destacadas se encuentran la italiana, la de Flandes y la de Holanda.
La vocación de San Mateo es un cuadro de tema religioso y de gran tamaño pintado al óleo sobre lienzo por Caravaggio en torno a 1600. Destaca el naturalismo con el que Caravaggio representa a todos los personajes, reflejando todos los aspectos de la realidad.