Portada » Filosofía » Sociedad ilustrada
Los seres humanos no podemos reducirnos a vivir una zoé; no somos algo, sino que somos alguien. No somos parte de un ciclo, sino un acontecimiento irreversible, una secuencia de acontecimientos que van del nacimiento a la muerte, que están relacionados con un individuo singular y que puede ser narrados y juzgados.
Según Ricoeur, tenemos una identidad narrativa: vivir es narrar, y el hilo conductor de la narración, lo fundamental, no es tanto la búsqueda de la felicidad como la búsqueda del sentido de nuestra propia existencia.
Las cosas que nos rodean no son simples instrumentos para satisfacer nuestras necesidades no constituyen un ambiente, sino un mundo.
Nuestra vida es el resultado de una prác-tica, de una praxis intrínsecamente relacional en la que nuestro actuar y hablar acontecen en una red de relaciones interpersonales, sociales y ecológicas.
Sin ese mundo no podemos existir y ese mundo es algo que heredamos y que renovamos en y a través del nacimiento. El nacimiento y la muerte, un comienzo y un final: la aparición de un ser distinto y único en un mundo común y relativamente duradero. Ese nacimiento está marcado por un código genético y un contexto sociocultural, con condiciones que hacen posible -pero que también «de-limitan»- lo que podemos hacer. Algunas personas tienen más suerte que otras, pues empiezan con condiciones más favorables.
Ricoeur lo llama nuestra mismidad, lo más permanente, el ídem. Partiendo de ello y contando con ello, debemos crear nuestra identidad narrativa, nuestra ipseidad o ipsum. Cambiamos, pero seguimos siendo el mismo ser humano desde la cuna a la sepultura.
Tenemos un margen de libertad: desde el principio y durante toda la vida debemos tomar decisiones sobre la clase de persona que queremos ser y el mundo en el que queremos vivir. Debemos dotar de sentido a nuestra persona y a nuestro mundo en un acto que es siempre un comienzo: se produce cada uno de los días de nuestra existencia, por lo que podemos decir cada día que «hoy empieza todo».
El tiempo para nosotros es acontecimiento y novedad; nuestro pasado nos condiciona, y también las circunstancias o el contexto, pero en cada momento de nuestra vida . Queda un margen para decidir qué clase de persona queremos ser y en qué mundo queremos vivir.
El texto La vida como esfuerzo de Nietzsche parte de una frase del poeta griego Píndaro: «¡Llega a ser quien eres!», y eso le lleva a plantear la vida como esfuerzo y tarea que apuntan a llegar al superhombre.
Hannah Arendt, y también Giorgio Agamben desde otra perspectiva, señala con acierto, siguiendo a Aristóteles, que los seres humanos tenemos una vida que es bios, no solo zoé, la vida propia de los animales. Nuestra vida puede ser narrada, es más, tiene que ser narrada, ser una
«bio-grafía». Los animales no tienen biografía, aunque algunos reivindican que los «humanizados» animales domésticos sí la tienen.
La vida humana es el despliegue de lo que hacemos a lo largo del ciclo vital. Por eso nosotros tenemos una biogra-fía. Si solo estudiamos la vida humana desde la zoología o la etología, perderemos lo que realmente caracteriza a la vida humana.
La vida humana, nuestra identidad personal, se nos presenta como una biografía:
nos gustan las historias, nos gusta escucharlas y contarlas nosotros mismos, y la historia más importante que contamos es la de nuestra propia vida.
La memoria desempeña un papel fundamental, pues nos permite percibir, pero también construir esa identidad personal. Hasta los tres o cuatro años no comenzamos a desarrollar una memoria autobiográfica capaz de hilvanar las cosas que hacemos y nos ocurren.
El progresivo dominio del lenguaje hace posible esta capacidad y así va creciendo y consolidándose un sentido de la propia identidad. En la primera adolescencia desarrollamos una «historia vital» gracias a la cual podemos evaluar lo que hacemos y lo que queremos hacer. Muchas personas escriben un diario personal que, en gran parte, sirve para afrontar esa necesidad de escribir nuestra propia vida
Las agrupaciones sociales tienen una determinada estructura u ordenación. En una misma sociedad pueden darse diferentes niveles de estructuración y organización, dependiendo de factores diversos.
Por otra parte, cada persona puede pertenecer a varios grupos a la vez y ocupar posiciones diferentes en cada uno de sus grupos. Una distinción clara es la que diferencia entre:
En el Paleolítico predominaban las agrupaciones primarias o comunidades. A partir del
Neolítico crecíó la población y las agrupaciones se hicieron más complejas, con una regulación más detallada de la convivencia. Sin desaparecer los grupos primarios, surgieron asociaciones o grupos secundarios.
para resolver estos problemas existen diferentes enfoques, aunque no siempre son compa.
toles Al hablar de las teorías éticas se presentaron algunas de estas perspecivas compa-importantes son:
Teoría liberal
Lo fundamental es afirmar la libertad individual, y es esta libre decisión individual la que hace justo un acuerdo, independientemente del contenido de dicho acuerdo.
Teoría utilitarista
Mantiene que son justas las leyes que garantizan el mayor bienestar posible para el mayor número de personas, sin entrar en una completa definición de lo que se entiende por bienestar.
Teoría comunitarista
Insiste en que no basta la libertad y que es necesario que se tome partido por una determinada concepción de lo que es una vida buena, teniendo además en cuenta la perspectiva comunitaria, aunque esto sea una tarea muy difícil.
Teoría de Rawls
El primer principio es la libertad individual, a lo que añade que debe tenerse en cuenta el interés de aquellas personas menos favorecidas en la sociedad.
Propone como modelo un contrato original guiado por el velo de la ignorancia: se distribuyen derechos y deberes sin saber qué lugar va a ocupar cada persona en la sociedad.
Amartya Sen considera que una teoría de la justicia, al no tener en cuenta el comportamiento real de las personas, no va a ser muy eficaz para lograr una sociedad justa.
Incluso con instituciones «perfectas», la gente puede luego comportarse de manera injusta, guiada por el egoísmo o por la codicia, o simplemente por estar demasiado centrada en sus intereses particulares.
Lo fundamental para Sen es luchar para acabar con las injusticias claras que están presentes en la sociedad.
Para conseguirlo, se propone realizar reformas legislativas que contribuyan a erradicar esos comportamientos injustos y así lograr que las personas tengan las capacidades que les permitan ejercer y defender sus derechos.
En este sentido, para conseguir una sociedad más justa hace falta:
. Aceptar que las soluciones son siempre parciales y provi-
sionales.
. Poner el énfasis en la articulación de las propuestas y en los razonamientos precisos, destacando la importancia del papel del razonamiento público en la elección social
De manera más o menos explícita y formal, todas las sociedades muestran una organiza-ción: cada persona ocupa una posición y desempeña unas funciones determinadas. Esto da lugar a una estratificación social: la posición social ocupada lleva aparejada un estatus. El estatus define el prestigio, nivel educativo, poder social, etc., de quien lo ostenta. A su vez, dicho estatus implica un rol social, es decir, la persona ajusta su conducta a las normas Y pautas propias de dicho estatus hace lo que se espera de ella en esa posición.
ESTATUS ADSCRITO
En algunos casos, el estatus tiene un fundamento biológico o de nacimiento. Poseer ese estatus no depende del individuo, sino de sus vínculos familiares o del estatus de sus progenitores. En las sociedades estamentales, el estatus era básicamente adscrito, diferenciando entre nobleza y pueblo. En la India, el sistema de castas es otro ejemplo de estatus adscrito. En nuestra sociedad, se puede considerar la clase social, en gran parte, como un estatus adscrito: tenemos la clase social de nuestra familia.
ESTATUS ADQUIRIDO
Este estatus depende de las actuaciones positivas o negativas de la persona. Las hazañas militares heroicas permitían a algunas personas en la sociedad medieval acceder a la nobleza. En nuestra sociedad, se afirma que el estatus se alcanza gracias a los méritos propios, primero en la educación y luego en el puesto de trabaio.
Cualquier persona puede llegar a ser médica, abogada o ingeniera y mejorar así el estatus que tenía por nacimiento y familia.
La estratificación social hace frente a dos problemas muy importantes, sobre todo en el marco de las sociedades democráticas:
Movilidad social:
«Hace referencia a la posibilidad de cambiar de estatus a lo largo de la vida. En las sociedades estamentales y en las de castas, resulta prácticamente imposible cambiar de estatus. Nuestra sociedad se basa en la pretensión de la movilidad: toda persona, indepenalente de su adscripción de nacimiento, puede alcanzar cualquier estatus
Igualdad:
El estatus provoca una división social, con una clara jerarquía en la que las personas disfrutan de condiciones de vida diferentes en todos los sentidos. Nuestra sociedad se basa en la pretensión de que debe mantenerse un nivel claro de igualdad no solo ante la ley, sino también en las condiciones que conlleva el estatus.