Portada » Historia » Evolución del Régimen Franquista: Años 40, 50 y 60
En la evolución política del régimen podemos diferenciar las siguientes fases:
Durante la II Guerra Mundial Franco se debatió entre ayudar o no a Hitler de forma directa, pero por lo poco que estaba dispuesto a ofrecer el tercer Reich a cambio (entrevista de Hendaya), optó por la colaboración indirecta y organizada en forma de voluntarios, por el ministro Serrano Suñer en la conocida como DIVISIÓN AZUL. Su misión fue la de ponerse a las órdenes del ejército alemán para combatir al comunismo ruso en el frente oriental. Cuando Franco vio claro que Hitler iba ser derrotado, los repatrió.
En 1940 la Guerra Civil había provocado una recesión económica sin precedentes. Hasta los años 50 España estuvo tratando de rehacerse con dos ideas centrales eran la autarquía y el intervencionismo, es decir, una economía autosuficiente, protegida de la competencia exterior mediante elevados aranceles, que sería reglamentada por el Estado. Esta política generó más miseria que la que creó la Guerra Civil.
Una de las principales actuaciones fue la creación del INI en 1941 (Instituto Nacional de Industria) para crear empresas públicas en los principales sectores como la siderurgia, la química y las industrias navales vinculadas a la defensa. El INI vino a cubrir desde el estado la escasez de capitales y tecnología.
Fueron años de miseria, racionamiento y hambre.
La guerra fría, en los años 50, propició una apertura de España hacia el exterior, dado el anticomunismo del régimen. En estos años se mejoran las relaciones con El Vaticano, con el que se renueva el Concordato firmado un siglo antes en 1953.
Con EE.UU. las relaciones mejoraron y se firmó el llamado Pacto de Madrid (1953), que les permitía la construcción y uso durante 10 años de tres bases áreas y una naval en territorio español, a cambio de ayuda económica y diplomática. No hay duda de que esta relación fortaleció la imagen del Régimen en el interior y exterior del país. En 1955 España, además, ingresaba en la ONU. A partir de aquí se inicia el desbloqueo diplomático de las democracias europeas.
Al iniciarse la década de 1950 el fracaso de la política autárquica era ya claro (incluso para los propios jerarcas del franquismo que defendían este modelo) y comienza a adoptarse una economía más liberal para lo que se decretó una liberalización parcial de precios, comercio y circulación de mercancías. Sus efectos y los de una buena cosecha permitieron terminar con el racionamiento en 1952. Se inició entonces una importante expansión económica. Al crecimiento contribuyeron las ayudas estadounidenses, que comenzaron a llegar en 1951.
Pero la prosperidad era sólo aparente. A partir de 1955 se produjeron huelgas y protestas. En realidad, ni Franco ni sus asesores, completamente ignorantes en la materia, sabían cómo dirigir la economía. Finalmente se cambia el gobierno y el dictador aceptó entregar la dirección económica a los “tecnócratas” del Opus Dei en la década de los 60.
En esta etapa conocida como la etapa del desarrollismo, se puso en marcha el PLAN DE ESTABILIZACION DE 1959
El plan se inició con una serie de medidas restrictivas: se suprimieron organismos burocráticos, se recortó el presupuesto y se subió el precio de los servicios públicos. También liberalizaron los precios protegidos, aumentaron los tipos de interés y se restringieron los créditos bancarios. Al mismo tiempo se devaluó la peseta, fijando un tipo de cambio más realista. También quedaron liberalizadas las inversiones extranjeras.
Consecuencia inmediata fue la entrada masiva de capitales de las multinacionales en sectores clave, como el energético.
En los dos primeros años de aplicación (1959 y 1960) se produjo, como era previsible, un fuerte parón económico: caída de salarios, de precios y del consumo. Pero, a partir de 1961, comenzó el proceso de relanzamiento. La economía española creció a un ritmo altísimo, que se basó sobre todo en el aumento del sector industrial y de servicios, y propició un profundo cambio en la sociedad española.
El crecimiento de la industria produjo también una intensa emigración de mano de obra hacia las grandes ciudades (éxodo rural). Otros muchos buscaron trabajo en Europa. El resultado fue el alza de salarios en el campo, al disminuir la oferta de mano de obra, lo que a su vez impulsó la mecanización de las tareas agrícolas.
El balance económico dejó de ser deficitario, en buena parte gracias a las divisas obtenidas por la entrada masiva de turistas, que llegaron a cubrir el 80 % del déficit comercial. A las divisas de los turistas se sumaron las inversiones extranjeras y las aportaciones de nuestros emigrantes, que enviaban buena parte de sus ganancias para el mantenimiento de sus familias.
A partir de 1963 el Gobierno intentó regular el crecimiento mediante los llamados Planes de Desarrollo y se crearon los polos de desarrollo (Huelva, Valladolid, Algeciras…) para promocionar la instalación de nuevas industrias y así generar empleo en zonas deprimidas industrialmente. El resultado fue desigual e insuficiente.
Por último, otro signo de cierto cambio político en el régimen fue la aprobación de dos nueva leyes: La ley de prensa (1966) impulsada por Fraga, suprimía la censura previa pero la mantenía a posteriori (provocando multas, sanciones y hasta encarcelamiento de periodistas) y La ley de libertad religiosa (1967), que reconocía la igualdad de todas las confesiones.
En cualquier caso, este crecimiento económico produjo un cambio social sin precedentes. El crecimiento de una clase media cada vez más importante numéricamente. Esta clase media sería la protagonista de la transición a la democracia. A pesar de la dictadura, España dejó de ser un país rural y agrícola para convertirse en un país urbano.