Portada » Español » El modernismo y la generación del 98 en la literatura española
En 1898, España, tras una guerra contra Estados Unidos, pierde sus últimas colonias en América y Asia. España entra en una profunda crisis.
La crisis produjo dos reacciones. Por un lado, “modernistas”- buscaron escapar de la realidad. Esta evasión se produjo en ámbitos muy diferentes. Por ejemplo, a través del interés por culturas exóticas o por tiempos pasados, o de la búsqueda de lo espiritual, de lo marginal o, muy especialmente, de la belleza. Por otra parte, otros autores afrontan directamente el problema de España y buscan analizarlo y resolverlo, “generación del 98” (haciendo así referencia al año de la pérdida de las colonias). Estos autores de la generación del 98 identifican España con Castilla y analizan nuestra historia desde una perspectiva a la vez crítica y sentimental.
El modernismo y la generación del 98 tienen otros elementos comunes. Por ejemplo, la importancia que se concede al estilo (y que supone una gran diferencia con respecto a los movimientos anteriores). En esta línea, la poesía busca una renovación rítmica (con nuevas estructuras métricas, como los serventesios en los sonetos, o como la expansión del alejandrino como verso frecuente). Además, se extiende el símbolo como recurso fundamental en este periodo. En cuanto a la perspectiva, triunfa el impresionismo, que pretende la manifestación subjetiva de lo que el autor contempla o siente.
Modernismo y generación del 98 están unidos en sus influencias. Fueron muy importantes las filosóficas, especialmente Schopenhauer y Nietzsche. Entre las literarias, destacaron las francesas, como los movimientos parnasiano y simbolista. Además, el Romanticismo y los primeros modernistas hispanoamericanos fueron decisivos también para la evolución de la literatura española.
La poesía fue el género más adecuado para la evasión modernista. Su maestro fue Rubén Darío. Como poetas modernistas españoles destacan Francisco Villaespesa, Manuel Machado y, especialmente, Antonio Machado. Este último dejó un primer libro (Soledades), influido por Rubén Darío, que posteriormente amplió y modificó en Soledades. Galerías. Otros poemas, en esta obra, Machado reitera símbolos como la fuente, y se aprecia una notable melancolía y una nostalgia. Tras la muerte prematura de su esposa, Machado publica Campos de Castilla, donde observamos una notable evolución hacia el pensamiento crítico. Además de representar los defectos de la personalidad española, Machado incluye una descripción de los campos sorianos a los que identifica a menudo con su trágica vida amorosa. Campos de Castilla incluye también algunos poemas más filosóficos y abstractos, que predominarán en su etapa posterior. En esta última, Antonio Machado escribirá un libro en prosa, titulado Juan de Mairena, de género ensayístico. También destacó como poeta modernista Juan Ramón Jiménez, quien escribe numerosas obras, como Arias tristes o, en prosa poética, Platero y yo.
La narrativa y el ensayo están bastante ligados, y fueron útiles para la expresión crítica de la g. 98. La narrativa se vio contagiada de las ideas filosóficas, por lo que se concedió menos importancia al argumento y mayor al protagonista, cuya perspectiva de la realidad se convierte en asunto prioritario. Destaca “Azorín”, autor de obras ensayísticas, como Castilla, y de novelas como La voluntad. Destaca por su estilo de oraciones breves y vocabulario selecto. Miguel de Unamuno fue filósofo y escritor. Realizó obras de todos los géneros: ensayos, teatro, poesía y narrativa. En todos ellos, destaca por la expresión de sus pensamientos filosóficos y por el análisis dentro de la obra de la propia obra literaria, “metaliteratura”. Entre sus obras podemos destacar, Niebla, en la que el protagonista se encuentra con su autor, dando pie a una reflexión sobre la relación entre Dios y el hombre. El tema de la fe es el principal en San Manuel Bueno, mártir, cuyo protagonista es un cura que oculta sus verdaderos sentimientos. Pío Baroja es el novelista más prolífico de su generación. Sus novelas están organizadas en trilogías y tetralogías por su relación temática. Defendió la libertad y espontaneidad del escritor. Algunas de sus obras destacan por un protagonista activo y aventurero (Zalacaín el aventurero) y otras por un protagonista más reflexivo (El árbol de la ciencia). También escribió novelas Valle-Inclán, con una etapa modernista –con la tetralogía de las Sonatas– y una evolución posterior que le llevó hasta el esperpento en Tirano Banderas.