Portada » Filosofía » Filosofía: Aristóteles, helenismo, Edad Media, Renacimiento
Para Aristóteles, el ser humano es un ser natural y se orienta hacia la perfección de su naturaleza. Esta perfección consiste en la plena realización de su esencia, de su alma. Aristóteles aceptó la distinción platónica entre una parte material y otra inmaterial en el ser humano, pero rechazó la idea de que existan por separado. El alma es, para este pensador, principio vital, es decir, en consecuencia la muerte de su alma. Aristóteles distingue 2 partes en el alma: una racional y otra irracional, compuesta a su vez por las funciones vegetativas (nutrición, crecimiento…etc) y sensitivas (emociones, sentimientos, pasiones) y considera a ambas partes como ámbito de perfeccionamiento, de realización del ser humano.
Hacia el final de la vida de Aristóteles, Alejandro Magno conquistó toda Grecia y puso fin a las ciudades estado o polis, y con ello, a la democracia. Este hecho marca el inicio del periodo helenístico. Los griegos, que hasta ahora habían visto la política como algo en lo que podían participar activamente, se sintieron profundamente desorientados. En este contexto, surgen 2 escuelas de filosofía: el epicureismo y el estoicismo.
Durante la Edad Media, la idea de Dios se convirtió en punto de referencia para comprendernos a nosotros mismos (teocentrismo).
En cuanto a la concepción general del ser humano, san Agustín coincide con Platón en que el alma es inmaterial e inmortal y se sirve temporalmente de un cuerpo. Sin embargo, la noción de alma y de cuerpo adquieren nuevos significados debido a la influencia de la doctrina de la Creación y la del pecado original. El ser humano tiene una naturaleza contradictoria. De un lado, es el único ser creado a imagen de Dios, por tanto, tiene un alma dotada de razón y una voluntad libre. De otro lado el alma está corrompida por el pecado original, es decir, ha perdido la capacidad de ordenar su conducta, de hacer el bien, siendo arrastrada por las pasiones negativas (el placer corporal, el egoísmo, la crueldad, etc), tiende inevitablemente al mal, al pecado. En consecuencia solo puede actuar bien, de acuerdo con valores y normas éticas si recibe el don (sobrenatural) de la gracia divina.
Para este pensador, Dios es el ser simple y perfecto, y las criaturas creadas por Dios se colocan por debajo de él. Sin embargo, entre estas podemos establecer un orden jerárquico, en función del grado en que participan de la perfección divina. En primer lugar, se encuentran los ángeles, que son criaturas incorpóreas. Luego, encontramos a los seres humanos, compuestos de cuerpo y alma. Finalmente, aparecen todos los seres naturales corpóreos. El alma da vida al cuerpo (influencia de Aristóteles), aunque no necesita de este porque sigue existiendo cuando el cuerpo muere.
El Renacimiento supuso el final del sometimiento del hombre a una instancia superior, ya sea social o divina. El humanismo fue un movimiento cultural característico del Renacimiento gracias al cual se produjo una renovación del pensamiento mediante la recuperación de los autores clásicos (Griegos, Romanos). Para los humanistas, debemos distinguir entre las disciplinas que buscan una utilidad pragmática (ciencias naturales) y aquellas que estudian al hombre. El cultivo de estas últimas, es decir, la poesía, la retórica, la historia o la filosofía, es el mejor modo de conocer y potenciar la naturaleza del ser humano. El objetivo es también un cambio de la percepción que el ser humano tiene de sí mismo.