Portada » Español » El teatro en España: evolución y tendencias
El teatro de los primeros años de posguerra fue bastante pobre, sobre todo si lo comparamos con el anterior a la guerra, que había dado dramaturgos de la talla de Valle-Inclán, muerto en 1936, o García Lorca, asesinado en el mismo año. A esto se añade el exilio de autores de la talla de Rafael Alberti o Alejandro Casona. Igualmente la censura, el aislamiento cultural y la falta de medios económicos de los empresarios explican esos primeros años de pobreza creativa y de falta de representación. Aun así, en la década de los 40 destacan dos tendencias: la comedia burguesa de entretenimiento y el teatro humorístico.
La comedia burguesa o alta comedia seguía la línea del teatro de Jacinto Benavente. Su finalidad era entretener al público, aunque de forma seria, moralizar, y trasmitir la ideología dominante del franquismo. Aún así, los autores de esta tendencia tenían preocupación por la obra “bien hecha”, con un diálogo cuidado y elegante. Los autores destacados son José Mª Pemán y Joaquín Calvo Sotelo.
El teatro de humor estaba sostenido sobre aspectos que burlaban la censura, como la locura cómica, el misterio o la ridiculización de la burguesía. Su humor inteligente a menudo escondía una visión amarga y escéptica de la realidad. Los autores más importantes fueron: Enrique Jardiel Poncela, con obras de humor disparatado, irónico, antisentimental y absurdo. Diomagníficas títulos como Eloísa está debajo de un almendro y Cuatro corazones con freno y marcha atrás. Miguel Mihura, creador de una de las mejores obras teatrales de esa época, Tres sombreros de copa, escrita en 1932, pero estrenada por primera vez en 1952. Esta obra se convirtió en una de las más importantes de la posguerra. Supone una novedad en cuanto al fondo y a la forma. Su humor está basado en la dislocación del lenguaje y en la presentación de situaciones que rozan el absurdo, pero que encierran una carga crítica.
Al igual que en los otros géneros literarios, en la década de los 50 aparece una corriente existencial que evoluciona hacia el teatro del realismo social. Este teatro pretendía era hacer reflexionar al público. Se trata, por tanto, de un teatro de compromiso ético. Los autores principales son: Antonio Buero Vallejo, el mejor dramaturgo de la segunda mitad del siglo XX. Su temática gira en torno al anhelo de realización humana en un doble plano: existencial y social. Se dio a conocer en 1949 con el estreno de Historia de una escalera; en ella presenta los problemas y aspiraciones del pueblo bajo a través de tres generaciones de varias familias de vecinos, que tratarán inútilmente de superar sus propias limitaciones y salir de la pobreza tanto espiritual como real en la que están sumidos. Otras obras suyas son El sueño de la razón o El tragaluz. Otro importante autor es Alfonso Sastre, cuyo teatro, de denuncia y protesta, se caracterizaba por un fuerte contenido político; su obra más conocida es Escuadra hacia la muerte, un alegato contra la guerra, que fue prohibido en la tercera representación.
En este periodo sobresalen dos tendencias. La evolución del realismo social, que mantenía los temas de crítica y denuncia, aunque con una visión más alegórica y simbólica. Dentro de esta tendencia, destacan Lauro Olmo, con La camisa, y Antonio Gala, autor más alegórico y poético que realista. Teatro vanguardista, que continuará también en los 70. Los temas se relacionaban con el humor, el surrealismo, la religión y la política (ambas vistas con mirada crítica), la sexualidad, la “España negra”, la muerte. Su finalidad era la de buscar un teatro muy impactante para el espectador, a través de puestas en escena espectaculares y costosas. Los autores de esta tendencia son: Fernando Arrabal, creador del llamado “teatro pánico”, de intención provocadora, y Francisco Nieva, creador del “teatro furioso”, caracterizado por la libertad imaginativa, próxima al surrealismo.
Estuvo dominada por un teatro independiente, de carácter vanguardista y experimental. Tenían como finalidad la búsqueda del espectáculo total. No solo se emplea la palabra, sino el gesto, la acrobacia, el ruido, la música, etc. Con frecuencia, este teatro se realizaba también en la calle. Es el llamado teatro-espectáculo. Los grupos teatrales más señalados e innovadores fueron los catalanes Els Joglars y La Fura dels Baus. En Madrid y el resto de España, Los Goliardos, Grupo Tábano, entre otros.
A partir de los años 80 se afianza el teatro de autor y se abandonan las formas extremas del experimentalismo. Los rasgos más característicos del teatro de esos años son: Protección de la administración pública, con la creación de la Compañía Nacional de Teatro Clásico y el Centro Dramático Nacional. El paso al cine y la televisión de obras teatrales con gran éxito. Un buen ejemplo de este cruce es Anillos para una dama, serie escrita por Ana Diosdado para televisión. Mayor presencia de autores y obras de las otras lenguas del estado (gallego, euskera y catalán). Algunos autores y obras destacados son: Fernando Fernán Gómez, que emprendió en 1984 su carrera de autor teatral con Las bicicletas son para el verano, en la que recrea la vida cotidiana de una familia de clase media en el Madrid de la Guerra Civil; José Luis Alonso de Santos, con La estanquera de Vallecas y Bajarse al moro, con personajes entrañables llenos de vida y con unos diálogos que recogen el habla juvenil de los 80. El autor de mayor proyección internacional de esas décadas finales del siglo XX y aun en este momento es Juan Mayorga, cuyas obras pueden ser calificadas de dramas intelectuales que indagan en las contradicciones del ser humano contemporáneo. El siglo XXI ha traído nuevos nombres a los escenarios, es el caso, por ejemplo, de Alberto Sanzol (La ternura) y Lola Blasco, Premio Nacional en literatura dramática 2016 por Siglo mío, bestia mía.