Portada » Español » Origen, expansión y peculiaridades del castellano
Los primeros documentos escritos propiamente en castellano datan de finales del siglo XII y principios del XIII, si bien desde el siglo X aparecen palabras castellanas en documentos jurídicos en latín, que era la lengua propia de la escritura hasta ese momento.
A juzgar por la ubicación de los primeros testimonios escritos, el castellano nació en la zona de Burgos, al pie de las montañas cántabras y muy cerca del territorio del vasco, lengua con la que comparte rasgos lingüísticos que no están presentes en el resto de lenguas romances peninsulares.
Durante los siglos XII y XIII el castellano vivió un periodo de expansión territorial, debido especialmente al avance de la Reconquista y a la unión política de Castilla y León. En este proceso, el asturleonés y el aragonés fueron perdiendo terreno frente a la lengua de Castilla.
Confluyen también en este periodo diversas circunstancias que contribuyen a reforzar la pujanza del castellano:
La producción durante este periodo de obras literarias y científicas en castellano y la traducción de numerosas obras escritas en otras lenguas dotarán al romance de Castilla de las herramientas gramaticales y léxicas necesarias para convertirse en lengua de cultura.
En el siglo XV, con la unión de Castilla y Aragón (1479), la conquista de Granada en 1492 y la llegada de Colón a América en ese mismo año, el castellano consolidó su posición en la Península y comenzó su expansión al otro lado del Atlántico.
En el nivel morfosintáctico se observan las siguientes peculiaridades.
Peculiaridades léxicas
Dada la procedencia dialectal de los colonizadores, están presentes también en el léxico americano diversos regionalismos: andalucismos como husillo (conducto para el desagüe) o la voz canaria enchumbar (mojar con agua).
• Extranjerismos. Además de préstamos de diversa procedencia, como los italianismos de la zona del Río de la Plata o los galicismos adoptados en los tiempos de las independencias americanas, a partir del siglo xx prima la influencia del inglés de EE. UU., lo que explica formas como bluyín (de blue jeans) en lugar de pantalones vaqueros y calcos semánticos como cortina de hierro (del inglés iron curtain) en lugar de la forma telón de acero; las segundas son las preferidas en
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