Portada » Español » La novela española desde el Desastre de 1898 hasta la actualidad
que significó para España la pérdida de las últimas colonias: Cuba, Filipinas y Puerto Rico.
Características:
Autores:
Unamuno acuñó el término “nívolas” para aquellas novelas en las que intervenía, hablando con sus personajes. Esta innovación narrativa le sirvió para plasmar sus reflexiones, sirviéndose de un estilo denso y expresivo. Niebla (el anhelo de inmortalidad o el conflicto entre libertad y determismo), Abel Sánchez (reflexión sobre la envidia mediante la recreación del mito bíblico de Caín y Abel), y San Manuel Bueno, mártir.
En Valle- Inclán es posible distinguir una primera etapa modernista, caracterizada por la sensorialidad, el lirismo, la decadencia y el erotismo, destacan las cuatro Sonatas (el marqués de Bradomín relata en primera persona cuatro aventuras amorosas); y una segunda etapa dominada por el “esperpento” en la que adquiere una perspectiva crítica y de denuncia a través de obras como Tirano Banderas.
Azorín destacará por su trilogía formada por La voluntad, Antonio Azorín y Las confesiones de un pequeño filósofo. En ellas, con un ritmo lento y lírico, aunque claro y preciso con descripciones muy valiosas, reflexionará sobre sus temas preferidos como la angustia por el paso del tiempo, el hastío o la angustia vital.
Las novelas de Pío Baroja presentarán rasgos como la presencia de un personaje o bien activo y dominador, o bien pasivo y sin voluntad; una acción y diálogos abundantes; una presencia marcada del narrador, a través de reflexiones; descripciones impresionistas y un estilo expresivo pero sencillo. Es posible distinguir al menos tres etapas en su producción: 1a etapa: publicación de las trilogías La lucha por la vida, La tierra vasca y La raza. En La raza se encuentra El árbol de la ciencia. 2a etapa: Memorias de un hombre de acción. 3a etapa: las memorias Desde la última vuelta del camino.
La novela novecentista o de la Generación del 14
Es un grupo de autores que aparece desde finales de Modernismo hasta los años 30. Integran esta generación autores liberales, intelectuales, de formación universitaria y europeísta, que defienden un arte minoritario (alejado de las masas) contraponiéndose a la generación del 98, que buscaba la solución a los problemas en la España profunda.
Las principales características de este movimiento son:
Cobra importancia el género del ensayo, que cultivó sobre todo el filósofo José Ortega y Gasset con obras como: Meditaciones del Quijote, España invertebrada. Otros ensayistas fueron: Manuel Azaña y Salvador de Madariaga.
Dentro de esta generación podemos distinguir tres tendencias: En la novela lírica resalta Gabriel Miró. La melancolía y lo sensorial recuerdan a la prosa modernista, pero su búsqueda de perfección formal es novecentista. En la novela intelectual destaca Ramón Pérez de Ayala que evoluciona desde obras más autobiográficas como AMDG, Y en la novela humorística sobresale Ramón Gómez de la Serna su novela El torero Caracho, aunque fueron sus famosas “greguerías” el eje de su extensa obra.
LA NOVELA DURANTE LA DICTADURA
Durante la dictadura franquista, diversos factores dificultaron la escritura y la publicación de nuevas novelas: la anulación de las libertades básicas y el establecimiento de la censura previa, el aislamiento internacional, o la marcha al exilio de muchos de los narradores que habían publicado sus primeras obras antes de la guerra.
La narrativa española durante la dictadura puede organizarse en tres etapas:
1. LA NOVELA EN LOS AÑOS 40: Los años 40 son años difíciles de posguerra y de dictadura franquista. Se publica una novela de los vencedores con una visión maniquea de la sociedad, dividida en “buenos y malos” Las dos tendencias características de esta década son la novela existencial y la novela tremendista.
1.1. NOVELA EXISTENCIAL:
En la primera posguerra algunas obras reflejan una realidad asfixiante, en la que se impone la sensación de fracaso. No hay en ellas crítica política ni social, sino más bien una desesperanza, angustia individual, marcada por la experiencia de la muerte, soledad y frustración. Ejemplos Nada de Carmen Laforet o La sombra del ciprés es alargada de Miguel Delibes.
1.2 NOVELA TREMENDISTA:
Se trata de una manifestación extrema de la novela existencial. Reflejo de la misma angustia y desolación, en el tremendismo se acentúan la atrocidad y la violencia. Son frecuentes los episodios brutales y truculentos. La novela a destacar de esta tendencia es “La familia de Pascual Duarte” de Camilo José Cela. En ella se plasma la inhumanidad y violencia de la España rural.
2. LA NOVELA EN LOS AÑOS 50
2.1. La novela social
Los autores encuentran en la novela social su instrumento para la denuncia. Las novelas publicadas en estos años ofrecen un testimonio crítico de la sociedad española de la época. Dos son sus rasgos característicos: la temática social y su incardinación en la tradición literaria del realismo.
TEMAS
Para los autores la literatura debía reflejar la circunstancia sociohistórica en la que estaba escrita y servir para transformar la realidad.
Los temas principales de la novela social son la falta de la libertad, las injusticias sociales y las penosas condiciones de vida de la gente común en la España de posguerra, presentadas desde un punto de vista crítico, que oscila entre la denuncia explícita y una actitud más neutral.
TÉCNICAS NARRATIVAS
Los novelistas del medio siglo proponen romper con la narrativa anterior a través de narrar historias de manera objetiva (objetivismo).
El objetivismo consiste en describir la realidad de manera imparcial, por medio de un narrador en tercera persona que se limita registrar los diálogos de los personajes y a mostrar sus comportamientos.
AUTORES Y OBRAS
Es posible distinguir dos tendencias de realismo social: el objetivismo y el realismo crítico.
En ambas hay compromiso social pero en el caso del objetivismo se refleja fielmente la realidad, conductas y diálogos de los personajes, sin mediar comentarios o interpretaciones del autor y la crítica está implícita. Ejemplo de objetivismo es El Jarama de Rafael Sánchez Ferlosio. Otra autora es Ana María Matute con Los Abel.
Mientras que en el realismo crítico, la crítica es explícita. En estas novelas prima el personaje colectivo frente al del individuo. El lenguaje es claro y sencillo, con diálogos en estilo directo llenos de coloquialismos; abunda el narrador en tercera persona omnisciente. La estructura es sencilla, la narración es lineal y los espacios y tiempos son reducidos. En La Colmena de Camilo José Cela. Otro escritor es Luis Romero, autor de La noria.
2.2. La narrativa en el exilio
La mayor parte de los narradores de la Generación del 27 parten al exilio tras la Guerra Civil. Ramón J. Sender: Réquiem por un campesino español y Crónica del alba, Max Aub: El laberinto mágico y Arturo Barea con la trilogía La forja de un rebelde. Dos son los ejes temáticos de su producción: 1. Las causas, el desarrollo y las secuelas de la Guerra Civil. 2. Reflexión autobiográfica.
3. LA NOVELA EN LOS AÑOS 60: Novela experimental. Características de la novela experimental:
1. Análisis de la realidad española a través de personajes individuales cuyos conflictos se sitúan en primero plano.
2. La desaparición del capítulo sustituido por la secuencia, párrafo extenso o interrumpido (recuerdos, pensamientos…)
3. La creación de espacios simbólicos o míticos.
4. Inclusión de materiales diversos en el curso de la novela: informes de policía, rótulos, anuncios…
5. Técnicas narrativas; desorden cronológico, licencias ortográficas y tipográficas…
6. La voluntad de renovación estilística.
Autores y obras:
Luis Martín Santos en su obra Tiempo de silencio introduce las novedades características de la novela experimental: el enfoque existencial extendido también a las clases sociales desfavorecidas, que en la novela social eran siempre inocentes; la estructura en secuencias en vez de en capítulos, con alguna ruptura temporal; el punto de vista múltiple que incluye el monólogo interior, el estilo indirecto libre y la segunda persona para hablar con uno mismo; el lenguaje experimental y culto. Estas técnicas y otras, en diferentes grados, aparecen en novelistas como Miguel Delibes en Cinco horas con Mario o en Juan Benet en su obra Volverás a región.
En los años 70 continúa escribiéndose novela experimental como en la década anterior pero a partir de 1975, con la muerte de Franco, la llegada de la democracia y el
fin del aislamiento español, se abre un nuevo periodo para la narrativa. Torrente Ballester, que parodia el modelo experimental en La saga/fuga de J.B. y Eduardo Mendoza, quien aúna el experimentalismo y la recuperación de la intriga y el relato tradicional en La verdad sobre el caso Savolta.
La continuidad generacional:
-Novelistas de la primera promoción de posguerra: En esta época Miguel Delibes, escribe algunas de sus obras fundamentales, un ejemplo es Los santos inocentes. Y Camilo José Cela trata el tema de la Guerra Civil en Mazurca para dos muertos.
–Novelistas de los años cincuenta y sesenta: Después del 1975 siguen escribiendo autores que se labraron un nombre en los años 50 y 60. Entre ellos podemos encontrar a Ana María Matute que escribió Olvidado rey Gudú o Carmen Martín Gaite con su novela El cuarto de atrás.
En los años 80 y 90 surge un gran número de novelistas nuevos. Ahora no existe una tendencia dominante; comparten el panorama literario novelas muy diferentes en
estilo, temas y calidad. Incluso se dan interferencias entre los distintos géneros.
Destacan las siguientes tendencias:
La novela policiaca: Este tipo de novela se utiliza para reflejar las transformaciones del país, así como para denunciar la corrupción o la injusticia de una
sociedad rica y una sociedad que carece de sentido moral. El autor más relevante es Manuel Vázquez Montalbán con sus novelas protagonizadas por el detective Pepe
Carvalho, que han sido llevadas al cine y la televisión.
La novela histórica de intención paródica: Gonzalo Torrente Ballester en Crónica del rey pasmado o de recreación del pasado: En busca del unicornio de Juan
Eslava Galán que recrea la Edad Media; Miguel Delibes escribe sobre los protestantes del siglo XV en El hereje; José Luis Sampedro se centra en la Guerra Civil en
Octubre, octubre o Arturo Pérez Reverte viaja al Renacimiento en La tabla de Flandes. En el siglo XXI la novela histórica sigue siendo una tendencia que destaca.
La novela lírica también llamada poemática por su parecido con el poema en prosa. Muy cercanas a esta novela están las narraciones intimistas, neoxistenciales,
llamadas memorialismo narrativo o relato de formación, que desarrollan el proceso de un individuo en formación, su acceso a la experiencia. El valor esencial de esta tendencia es la calidad técnica con que está escrita, la búsqueda de la perfección formal.
Destacan La lluvia amarilla de Julio Llamazares , las obras de Javier Marías Todas las almas y Corazón tan blanco, del mismo autor y El lápiz del carpintero de Manuel Rivas.
La novela de autoficción y metaficción: En la autoficción el autor recurre al préstamo del nombre o de las circunstancias biográficas del mismo a un personaje
dentro de la obra, acentuado la sensación de indefinición entre realidad y la ficción. A menudo, se combinaba con la metaficción, en la que se reflexiona sobre el proceso de escritura de la novela. Un ejemplo de ello es Juan José Millás en Papel mojado o El desorden de tu nombre.
La novela autobiográfica: La narrativa reciente se sitúa a menudo en la frontera entre la autobiografía, la biografía, el ensayo, el reportaje o el libro de viajes. La ruptura de las fronteras entre géneros convierte la novela en un género multiforme, capaz de asimilar elementos de diversa procedencia. Dentro de esta vertiente sobresalen obras en las que la indagación en la biografía de un personaje histórico se combina con la evocación de episodios en la vida del autor. Así ocurre en El intruso de Javier Cercas o Como la sombra que se va de Antonio Muñoz Molina.
Se empiezan a hacer obras en las que se hablan sobre vivencias femeninas o sobre la situación de la mujer en la sociedad. Destacan Amor, curiosidad, prozac y
dudas de Lucía Etxebarría y Lo que me queda por vivir de Elvira Lindo. Uno de los rasgos de la literatura de este periodo es la revalorización de la narrativa breve en las distintas lenguas de España. Destacan: ¿Qué me quieres, amor?, del gallego Manuel Rivas, Ochenta y seis cuentos, del barcelonés Quim Monzó y el vasco Fernando Aramburu con Los peces de la amargura.