Portada » Historia » Características del Estado Franquista y su evolución hasta 1973
El franquismo fue un movimiento histórico de carácter autoritario que tuvo lugar en España luego de la Guerra Civil. Las características de este estado son:
La dictadura franquista contaba con el apoyo del ejército, con una presencia en la vida de la sociedad y en la política económica, tenía el apoyo de la iglesia, con un papel destacado en la legitimación y construcción del régimen, que se definía como un Estado confesional católico. A cambio, obtuvo financiación pública, el control del sistema educativo y el predominio de los valores y la moral católica en la sociedad española. El partido único, denominado Falange Española Tradicionalista y de las JONS se encargó de dotar al régimen de sus bases ideológicas, de controlar los medios de comunicación y suministrar una buena parte de los cargos de la administración. Además, los apoyos sociales al régimen residían en los empresarios, clases medias conservadoras, propietarios, que estaban unidos por la defensa de la propiedad privada y de la ideología de la iglesia católica.
El Estado franquista se basó en una dictadura personal, autoritaria y de base militar. Franco concentró en sus manos un poder ilimitado. El tipo de Estado no se configuró en una Constitución, porque no la hubo, sino que fue reemplazada por las llamadas Leyes Fundamentales:
La política exterior del régimen fue marcada por la alianza con las potencias fascistas durante la Segunda Guerra Mundial. Recién acabada la guerra, Franco hizo pública su adhesión al acuerdo anticomunista que asociaba a la Alemania nazi, la Italia fascista y Japón. En 1940, tras la invasión nazi de Francia, tuvo lugar la entrevista entre Franco y Hitler que a punto estuvo de meter a nuestro país en el conflicto mundial aunque no fue así. Hitler no aceptó las ambiciosas pretensiones de Franco sobre el Marruecos francés y la incorporación a la guerra de un país exhausto no era de gran interés para el Eje. Sin embargo, para mostrar su apoyo a las potencias fascistas, España envío a la División Azul a luchar junto a las tropas nazis en el frente ruso. Las derrotas del Eje hicieron que Franco comenzara un cauteloso giro en su política internacional buscando la conciliación con los países aliados. En 1946 la Asamblea General de las Naciones Unidas votó contra el ingreso de España ya que la dictadura de Franco era considerada aliada de las potencias fascistas recién derrotadas. A esto le siguieron años de aislamiento económico y político. Mientras la dictadura trató de lavar su imagen internacional, reduciendo el protagonismo de los falangistas y de todos los símbolos (saludo fascista…) que recordaran a las potencias del Eje, los católicos obtenían mayor presencia en la dictadura y se consideró que el apoyo de la Santa Sede era esencial para salir del aislamiento internacional. El fin del aislamiento vino dado por el acuerdo con EEUU. En 1950, la ONU, a instancias de EEUU, recomendó el fin del aislamiento diplomático de España. En 1953 se firmaron los Acuerdos bilaterales con los Estados Unidos, que permitieron la instalación de bases militares norteamericanas en España en Torrejón de Ardoz, Zaragoza, Morón y Rota. A cambio España recibió una ayuda económica norteamericana no comparable a la que recibieron otros países europeos con el Plan Marshall. También se firmó el Concordato entre España y la Santa Sede. A pesar de ello, tuvieron lugar conflictos políticos internos en la década de los 50. Tras el terror y la paralización del país durante los años cuarenta, en los años cincuenta aparecen las primeras protestas de la oposición. También tuvieron lugar diversos incidentes en la Universidad de Madrid entre estudiantes antifranquistas y miembros del SEU y el boicot a los tranvías en Barcelona mostraba las primeras protestas obreras. Sin embargo, esta reactivación de la oposición tuvo una incidencia muy débil. Lo más importante políticamente del período fue el acceso al gobierno de varios ministros del Opus Dei al gobierno en 1957. Esta incorporación fue la antesala de la reforma económica de 1959 que traería la liberalización de la economía y el desarrollo de los sesenta. El inmovilismo político quedó consagrado en 1958 con la aprobación de la Ley de Principios del Movimiento Nacional, en la que simplemente se resumían los viejos principios ideológicos del régimen. El fin del aislamiento internacional quedó claramente expuesto con la visita del presidente norteamericano Eisenhower a España en 1959.
En 1939, España era un país arruinado. Diezmada demográficamente, el hambre y la extrema necesidad eran la realidad cotidiana de una gran parte de la población. La solución que dio el régimen franquista a la penuria económica estuvo marcada por el modelo creado en la Italia mussoliniana y consolidado en la Alemania de Hitler: la autarquía, una política económica basada en la búsqueda de la autosuficiencia y la intervención del estado. El intervencionismo del Estado se extendió por gran parte de la economía nacional. El Estado fijó los precios agrícolas y obligó a los campesinos a entregar los excedentes de sus cosechas. Se creó el Instituto Nacional de Industria (INI) en 1941 para mejor controlar la exangüe industria española y se estableció un rígido control del comercio exterior. Los años de la posguerra marcaron una tremenda regresión en el terreno económico. El hundimiento de la producción agrícola e industrial fue acompañado de una vuelta atrás histórica: el sector primario volvió a superar el 50 por ciento de la renta nacional. En un contexto de escasez e intervención estatal, el mercado negro, el estraperlo, y la corrupción generalizada (licencias importación y exportación, suministros al Estado…) se apoderaron de la economía del país. Esta situación se vio fuertemente agravada por la coyuntura internacional. A la segunda guerra mundial, 1939-1945, le sucedió un período de aislamiento por la condena internacional del régimen de Franco como aliado del Eje. El evidente fracaso del modelo autárquico llevó a que desde los inicios de los años cincuenta se produjera un giro en la política económica. Se aplicó una liberalización parcial de precios y del comercio y la circulación de mercancías. En 1952 se puso fin al racionamiento de alimentos. Estas medidas trajeron una cierta expansión económica. Finalmente, en 1954 se superó la renta por habitante de 1935. Se ponía fin a veinte años perdidos en el desarrollo económico español. La guerra fría y el consiguiente cambio en la política internacional norteamericana propiciaron que desde 1951 comenzara a llegar ayuda económica norteamericana. Aunque inferior a la recibida por los países beneficiarios del Plan Marshall, esta ayuda permitió importaciones de bienes de equipo imprescindibles para el desarrollo industrial. El incipiente desarrollo trajo, sin embargo, una fuerte inflación que propició un fuerte malestar social. La necesidad de reformas estructurales en la economía era evidente. Finalmente, Franco, tras veinte años de políticas económicas nocivas, permitió la entrada en el gobierno en 1957 de un grupo de tecnócratas del Opus Dei. Estos nuevos ministros diseñaron el giro definitivo en la política económica: el Plan de Estabilización de 1959.
En el ámbito económico, el Plan de Estabilización y una coyuntura internacional expansiva favorecieron un importante crecimiento económico en España. La economía española se va a liberalizar recortando el gasto público y disminuyendo el intervencionismo estatal, a la vez que se abría a las inversiones exteriores. La industria y los servicios van a conocer un rápido crecimiento, en especial el turismo. El crecimiento se intentó planificar por medio de los Planes de Desarrollo, pero no funcionaron, generando importantes desequilibrios entre las distintas regiones del país. Los cambios económicos produjeron intensos movimientos migratorios del campo a la ciudad (éxodo rural), de unas regiones a otras y a Europa. Estos cambios económicos provocaron profundas transformaciones sociales. Los cambios demográficos fueron muy importantes: la población va a crecer exponencialmente por la disminución de la tasa de mortalidad y el mantenimiento de la natalidad y el aumento de la esperanza de vida. También, los movimientos migratorios van a ser considerables generando desequilibrios y desigualdades entre las regiones. Sin embargo, los servicios públicos y la vivienda no crecieron a la vez que las necesidades sociales derivadas del aumento poblacional. A pesar de todo, aparece en España la sociedad de consumo. Se produce un cambio en las costumbres y mentalidades: nuevas modas en la música y el vestir, alejamiento social de la Iglesia nacionalcatólica.
La muerte de Carrero Blanco, asesinado en 1973, aceleró la crisis del régimen y aumentó las tensiones entre las distintas ‘familias’ sobre el futuro del franquismo. Franco elige entonces a Arias Navarro como presidente, el cual suscitó ciertas expectativas de cambio. La política continuista del jefe del gobierno se vio afectada por varios sucesos: En 1974, la caída de las dictaduras de Portugal y Grecia dejaba a España aislada en una Europa occidental plenamente democrática. Si España quería entrar en la CEE, debía democratizarse. En el interior, la crisis económica derivada de la del petróleo de 1973, que provocó más movilizaciones, conflictividad social y paro, además de la creciente actividad terrorista, el auge de los nacionalismos, daba una sensación de que la situación económica se le iba de las manos al gobierno, por lo que aumentó vertiginosamente la animadversión hacia el régimen. Oposición y contestación en la calle por las organizaciones obreras: presionan pidiendo amnistía, libertad de asociación política y convocatoria de elecciones a Cortes Constituyentes. Sin capacidad de diálogo para mantener su política, el gobierno empleó a los cuerpos y fuerzas de seguridad y a los tribunales de justicia para impedir cualquier reforma democrática, reprimir las manifestaciones, prohibir cualquier acto crítico o reivindicativo. La aprobación de una nueva ley antiterrorista para luchar contra la ‘subversión’ fue incapaz de contener las aspiraciones democráticas de la mayoría social.
La ONU reconoce al régimen de Franco como un régimen fascista respaldado por Hitler y Mussolini y, como Franco ayudó a las potencias enemigas de los países recogidos dentro de la Asamblea General de la ONU, se considera que se debe prohibir al Gobierno de Franco pertenecer a los organismo internacionales creados por la Naciones Unidas o que estén relacionados con ellas.
Ante la situación, el régimen reacciona con tres tipos de medidas. Por un lado, cuando EEUU entra en la Segunda Guerra Mundial y la contienda comienza a virar a favor de los aliados, Franco comienza a ocultar de cara al exterior a los elementos y símbolos más declaradamente fascistas y los va sustituyendo por otros más aceptables por la comunidad internacional. También se aborda la aprobación de medidas políticas cosméticas para dar la impresión externa de una cierta representatividad. Así, se aprueban algunas leyes. Por último, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, el régimen sustituye también la retórica fascista e imperialista por el anticomunismo. Ya en un contexto internacional de Guerra Fría, Franco se ofrece a EEUU y el mundo capitalista como bastión contra el comunismo internacional y la URSS. Este arreglo no impide, que la dictadura franquista quede aislada, al menos hasta 1953 en que España vuelve a la ONU y se firma el Concordato de España con el Vaticano. El aislamiento internacional se va diluyendo. En el ámbito interno español, son los años de la autarquía en los que el régimen casi no tiene intercambios con otros países. Son años de hambre, escasez, cartillas de racionamiento, estraperlo, miseria, piojos, escasez de medicinas, represión política, miedo y corrupción galopante. Ante el fracaso de esta política autárquica, a partir de los años 50 el régimen va adoptando ciertas medidas liberalizadoras parciales. El año 1959 marca una fecha límite por dos razones: Franco otorga el gobierno a los tecnócratas del Opus Dei que van a implantar un Plan de Estabilización económica que va a abrir España a las inversiones extranjeras, provocando un importante crecimiento económico denominado ‘desarrollismo’ o ‘milagro económico español’; y en el contexto de Guerra Fría, el presidente norteamericano Eisenhower viene a Madrid a abrazar a Franco como aliado contra el comunismo.