Portada » Magisterio » Producción de programas de televisión
Es aquella producción que implica la grabación con cámara de los planos de un programa y su posterior recomposición en una etapa posterior, mediante la edición o montaje. Este tipo de producción es específica de programas documentales, ficción en exteriores y programas informativos.
Es aquel tipo de producciones que se lleva a cabo en un estudio o en exteriores y que implica la utilización de dos o más cámaras simultáneas durante el proceso de captación de las imágenes, que además son seleccionadas y montadas durante el desarrollo del acontecimiento o contenido del programa.
Es toda producción constituida por varios capítulos o emisiones. Este tipo de producción presenta ciertas ventajas y peculiaridades para las cadenas de televisión como las que a continuación se detallan: mantiene una cierta constancia de los personajes que aparecen y los escenarios a lo largo de las emisiones; permite la contratación por periodos extensos del personal técnico y artístico; se obtiene una mayor rentabilidad de los equipos de producción por la continuidad del trabajo; facilita la estrategia de programación de las televisiones, al contar con programas, diarios o semanales, durante un periodo largo de tiempo; se consigue fidelizar a la audiencia. Según sea su carácter, la producción seriada podrá plantear emisiones del programa con diferente contenido para cada día o semana de emisión (es propia de las fórmulas de formato, informativos, concursos, programas de reportajes, etc.), o guardar una relación cronológica y de contenido entre las distintas emisiones del mismo (normalmente utilizada en programas de ficción).
Es aquella producción que tiene como resultado un programa que en el momento de la emisión posee un carácter singular y único respecto a otros. Este tipo de producciones no es muy frecuente en televisión por razones de estrategia programática (al ser una única emisión) y ofrecer una escasa fidelización de la audiencia.
Es aquella producción que presta una gran atención a la etapa previa a la grabación y posterior montaje de las imágenes. Para ello, conserva un cierto rigor en la preparación y planificación de la producción manteniendo reuniones previas, estudios del guión, casting, viajes a localizaciones, ensayos, planificación del rodaje, etc. Programas de estudio, series de ficción y documentales, entre otros, participan de este nivel de preparación. Tanto si se trabaja en el estudio como fuera de él, el tiempo es oro y debe ser utilizado con rendimiento. Así como para los programas de poca entidad es suficiente discutir sobre ellos unos cuantos días antes de la realización, para los proyectos más importantes y complicados es esencial una planificación más extensa y más elaborada. El equipo debe organizarse y conjuntarse y recibir instrucciones; esto es, se precisa un examen para llegar a un acuerdo; son varios los factores a considerar como tiempo estimado, costes, recursos humanos, seguros, etc. Todo depende, desde luego, del tipo de programa que se considera, de cómo ha de grabarse, del tratamiento de la realización, de los elementos o dispositivos especiales a usar, del tiempo para ensayar, de los medios de montaje, etc. En un programa en directo, o grabado en directo, se debe dar tiempo al personal de cámara y a los jirafistas para que puedan moverse entre plano y plano, o entre escenas; tiempo suficiente para cualquier cambio de vestuario o de escenario, así como para reponer equipos o materiales. La grabación fragmentada evita tales problemas; si bien aparecen otros, propios de la falta de continuidad y de la necesidad de montaje posterior.
Es aquella producción que, manteniendo un mínimo de planificación, facilita en el momento de la realización el desarrollo de programas más creativos, libres y flexibles. Permite que los responsables del contenido y la imagen del programa puedan desarrollar su trabajo sin guiones técnicos y literarios precisos, facilitando las posibilidades para improvisar la solución más adecuada en el momento de la grabación. Los casos habituales son numerosos: entrevistas, debates, conciertos de piano u orquestales, cantantes, informativos, etc. Estos son, por lo general, familiares al equipo que los realiza y las variaciones significativas de la planificación son limitadas. Lo que dice o interpreta quien está actuando es más importante que el esforzarse en lograr un tratamiento nuevo y original. En consecuencia, este tipo de realizaciones sigue unas líneas reconocibles, de modo que el director-realizador comienza por posiciones de cámara planificadas y luego añade un tratamiento particular si es necesario. La planificación en las producciones habituales puede ser, en gran parte, una cuestión de coordinación del personal, asegurar que los insertos de materiales filmados o de vídeo estén organizados (sabiendo su duración y los puntos de corte); que los gráficos, títulos, etc. estén preparados y que cualquier material adicional esté previsto y organizado. La realización puede estar basada en una serie de planos ‘master’ (planos secuencia) y decisiones espontáneas sobre la marcha.
La falta total de planificación y preparación es un riesgo. Genera esfuerzos innecesarios y resultados inesperados. La televisión implica un trabajo en equipo, que consume importantes recursos económicos, y que no puede estar al arbitrio de la improvisación. Si los que trabajan en la producción no tienen una idea de lo que sucede, y por qué sucede, es fácil que el plano requerido no esté a punto, la iluminación no sea la apropiada, la cámara haga un encuadre equivocado o no se oiga al locutor. El profesional invariablemente debería empezar con un plan de trabajo, aunque sea extenso, y luego obtener el material, disponiéndolo conforme a la previsión establecida. Este tipo de producciones tiene poco peso en las televisiones.