Portada » Filosofía » Aspectos positivos y negativos del descubrimiento de América
Durante la Edad Moderna, la filosofía se centró en el conocimiento y se produjo un giro epistemológico. Surgieron dos escuelas antagónicas: el Racionalismo, representado por Descartes o Wolff, y el Empirismo, presente en Bacón o Hume. Estas escuelas debatieron sobre el origen y el alcance del conocimiento, y por otra sobre la cuestión del modelo científico.
Los racionalistas consideraban que la razón era la fuente y el criterio del conocimiento científico, basado en premisas universales y la deducción lógica. Los empiristas afirman que la experiencia sensorial era la fuente del conocimiento, basado en la observación, la inducción y la confirmación empírica.
En el Siglo XVIII, Kant desarrolló su trabajo intelectual en un contexto donde los pensadores europeos se interesan por temas más amplios, como la reflexión social y política. La Ilustración destacó el papel de la razón humana en la emancipación de la intolerancia religiosa y los poderes absolutistas.
Kant, heredero de esta corriente, propuso una solución al dilema Racionalismo-Empirismo en su obra «Crítica de la razón pura». Su enfoque, llamado idealismo trascendental, Kant rechazó tanto la postura racionalista, que asume que la razón podía conocerlo todo sin someterse a un análisis crítico, como la posición empirista más radical, que negaba la posibilidad de un conocimiento universal. Kant no negó la importancia de los datos empíricos y el método inductivo, pero también rechazó la negación completa del conocimiento científico. Buscó establecer un punto intermedio que pusiera límites al conocimiento sin negarlo por completo. Su idealismo trascendental, abordado en la «Crítica de la razón pura», se esforzó por delimitar el campo de acción del conocimiento sin negar su existencia. De esta manera, Kant ofrecíó una perspectiva crítica y novedosa que contribuyó al progreso científico y filosófico de la época.
Kant tiene como objetivo principal examinar la posibilidad misma del conocimiento humano. Para lograrlo, Kant considera necesario establecer los límites de nuestra razón y su alcance. En su enfoque, ni el Racionalismo ni el Empirismo son suficientes para abordar esta cuestión, por lo que propone el idealismo trascendental como una alternativa que integra elementos de ambos enfoques.
Kant sostiene que es imprescindible partir de un fenómeno, pero va más allá al argumentar que la estructura cognoscitiva de nuestra mente es previa al fenómeno mismo. Conocer esta estructura es fundamental para garantizar la posibilidad de un conocimiento científico riguroso e infalible, superando así el escepticismo fenomenista de Hume, quien niega la posibilidad misma del conocimiento científico.
Para Kant, esta estructura cognoscitiva es universal y propia de la mente del hombre, lo que confiere a las proposiciones científicas un carácter universal. De hecho, Kant sostiene que para que la ciencia sea posible, es necesario que se base en proposiciones que cumplan condiciones como la universalidad, la capacidad de predecir el comportamiento de los fenómenos y la posibilidad de que nuestros conocimientos avancen y progresen mediante la experimentación y la revisión de nuestras verdades.
El idealismo trascendental de Kant se opone tanto al Racionalismo como al Empirismo. Mencionado anteriormente,el autor crítica al Racionalismo por asumir acríticamente la supuesta capacidad omnisciente de la razón sin someterla a un examen riguroso. Por otro lado, cuestiona las consecuencias negativas del Empirismo al admitir que todo conocimiento proviene y depende de la experiencia empírica. Para Kant, el análisis de nuestro entendimiento y de la forma en que procesamos la realidad que nos rodea es esencial para establecer los límites del conocimiento científico.
Es importante nombrar los aspectos que tiene desvelar esto, tanto aspectos negativos como positivos. En el aspecto negativo, se reconoce que nuestro conocimiento está limitado y que no podemos aspirar a conocerlo todo, debemos renunciar a la pretensión ingenua de abarcar la totalidad del conocimiento, como planteaban algunas corrientes metafísicas. Sin embargo, en el aspecto positivo, sostiene que todo lo que se encuentra dentro de los límites establecidos por la propia razón es posible de ser conocido de manera científica.
El enfoque de Kant representa un giro en el modelo epistemológico compartido tanto por los racionalistas clásicos como por los empiristas. Este modelo, conocido como representacionismo, postula que el sujeto elabora juicios científicos sobre un objeto externo. Sin embargo, el sujeto no accede directamente a ese objeto, sino que su conocimiento se basa en la idea que se forma de él. Sin embargo, Kant invierte esta perspectiva, lo que se conoce como el «Giro Copernicano», debido a la similitud que hay respecto al cambio del modelo astronómico llevado a cabo por Copérnico. Según esta nueva posición, el sujeto no accede de manera neutra, en cambio, él sujeto todo lo que experimenta ha sido adaptado por nuestra propia estructura cognoscitiva, procesado y pensado en función de nuestros esquemas mentales. El sujeto se convierte en un agente activo en la formación del conocimiento e incluso en la percepción de la realidad.
Kant introduce dos conceptos fundamentales en su obra: fenómeno y noúmeno. El fenómeno representa la parte de la realidad que se ajusta a nuestros patrones mentales para percibir y procesar. Es lo que percibimos y sobre lo cual podemos construir conocimiento. Sin embargo, no podemos estar seguros de que los fenómenos sean la totalidad de la realidad, hay zonas y aspectos de la realidad que pueden ser inaccesibles para nosotros debido a la falta de capacidad perceptiva. El noúmeno, por otro lado, se refiere a esa parte inaccesible de la realidad. Aunque sabemos que existe, no podemos conocerla ni experimentarla, y cualquier consideración sobre ella sería mera especulación.
“La Crítica de la razón pura” de Kant examina la posibilidad del conocimiento y establece que sólo podemos conocer lo fenoménico, es decir, aquello que se ajusta a nuestros patrones mentales. Sin embargo, Kant va más allá del fenomenismo de Hume al afirmar que nuestra propia mente, con su naturaleza formal, es la condición de posibilidad del conocimiento. Esta naturaleza formal es universal, lo que permite que el conocimiento sea posible, pero también impone limitaciones.
En conclusión, según el autor, el conocimiento humano se basa en la estructura cognoscitiva universal de la mente humana. Esta estructura establece los límites y las condiciones para la posibilidad del conocimiento científico. Aunque estamos limitados en nuestro alcance y no podemos conocerlo todo, podemos adquirir conocimientos científicos dentro de los límites establecidos por nuestra razón. El análisis crítico de la razón sobre sí misma es esencial para comprender esos límites y evitar caer en ilusiones. A través del «Giro Copernicano», Kant muestra que el sujeto es un agente activo en la formación del conocimiento y que nuestra experiencia de la realidad se ve moldeada por nuestros esquemas mentales. El fenómeno representa la parte accesible de la realidad, mientras que el noúmeno es aquello que trasciende nuestra capacidad de conocimiento directo.