Sira: Ciertamente el rey comenzó a perseguirlos pero la nave de Teseo fue demasiado rápida. Minos aunque navegó rápidamente no fue tan rápido como Teseo ni pudo alcanzarlo. Entonces el rey enfadado cogíó a Dédalo que había hecho el hilo había dado a Ariadna y ordenó que él fuera encerrado en el laberinto junto con su hijo Ícaro, pero el padre y el hijo huyeron del laberinto de un modo admirable. Mañana te contaré sobre su fuga, hoy no tenga más tiempo para contar, ya he gastado una hora en la narración.Quinto: Y no hay podido gastar mejor el tiempo. No conviene poner el fin de la narración en medio de la historia.
Puesto que ya has contado la mayor parte de la historia debes contar también la parte restante.A esto Sira dice «Por lo tanto, puesto que estás tan deseoso de escuchar, te contaré la restante historia:encerrado en el laberinto andaba errante con su hijo entre los muros y no podía encontrar la salida y no podía encontrar la salida aunque él mismo había construido el laberinto. Así pues puesto que otras vías estaban cerradas aquel hombre audaz decidíó huir por los aires. Pero Ícaro, que ignoraba la decisión del padre, se sentó en la tierra y dice «Estoy cansado caminando en esta cárcel que tú mismo construiste para nosotros, padre. Nosotros mismo no podemos huir de aquí y nadie podrá ayudarnos en la huida como Ariadna ayudó a Teseo. Nosotros tenemos no un largo tiempo restante para vivir pues nuestra comida casi ha sido consumida. Yo ya casi estoy muerto. Si los dioses no nos ayudan nunca saldremos vivos de aquí. Oh dioses buenos, traednos ayuda.Pero Dédalo,Quien él mismo no quiere ayudarse no merece la ayuda de los dioses. Pero no temas. Yo ya he pensado un plan de fuga. Aunque está cerradas las otras vías una vía está abierta para nosotros para huir. Contempla aquella ágüila que vuela en una gran círculo alrededor de nuestra cárcel. ¿Quién es tan libre como el ave que puede volar al otro lado de los montes, valles, ríos y mares?¿Por qué no imitamos a las aves del cielo? Minos que domina la tierra y el mar no es el amo del aire, volaremos de aquí por los aires. Este es mi plan. Nadie podrá seguirnos volando.» «Yo ciertamente estoy deseoso de volar» dice Ícaro «pero las alas son necesarias para volar. Puesto que los dioses no nos dieron alas no podemos volar. Somos hombres, no aves. Nadie sino un Dios puede cambiar su naturaleza. Las aves pueden volar por naturaleza, los hombres no de igual modo.» Entonces Dédalo dice «¿Qué no puedo hacer yo? Evidentemente la propia naturaleza pude cambiarse con mi arte. Ya he hecho muchas cosas admirables que demuestran a todos mi arte, no solo edificios magníficos como este laberinto sino también estatuas que ellas mismas pueden moverse como hombres vivos. También puedo hacer unas alas aunque el trabajo no es fácil.» «Ciertamente tu plan es audaz» dice Ícaro «pero todo plan de huida me agrada y tú sueles terminar lo que has pensado una vez.» «Ciertamente terminaré mi plan» dice el padre «He aquí que tengo todas las cosas que son necesarias para este trabajo: plumas, cera y fuego. Con el fuego ablandaré la cera, con la cera blanda uniré las plumas y las fijaré en los brazos.»

Así pues Dédalo con un arte admirable realizó unas alas enormes para él y para su hijo con plumas que uníó con cera y fijó en los brazos. Después de que hizo el final del trabajo dice «El trabajo ya está terminado, he aquí el ejemplo más nuevo de mi arte. Ciertamente no somos aves pero imitaremos a las aves en el vuelo. Con el viento volaremos más rápidamente al otro lado del mar, ningún ave nos podrá seguir.

Ícaro deseoso de volar movíó las alas aquí y allí y no pudo levantarse sobre la tierra. «Las alas no pueden sostenerme» dice «Enséñame tú a volar». Al instante Dédalo se elevó con las alas y dice «Si no mueves las alas correctamente no puedes volar. Imítame. No es difícil el arte de volar. Mueve las alas arriba y abajo de este modo.» Así el padre enseñó a su hijo el arte de volar como el ave a su pollos. Entonces habiendo besado al hijo dice «Estamos preparados para volar pero primero te advierto esto: vuela detrás de mí en medio del aire entre el cielo y la tierra pues si volarás (vuelas) en el aire bajo cerca del mar las plumas se harás (pondrán) húmedas y si volarás (vuelas) en el aire alto (en lo alto del aire) cerca del cielo el fuego del sol ablandará la cera y quemará las plumas. No seas demasiado audaz en el vuelo. Se cauto (precavido), hijo mío. Ahora sígueme. Huimos de nuestra cárcel, somos libres.»Dédalo habiendo dicho estas palabras voló con su hijo hacia arriba desde (fuera de) el laberinto y nadie advirtió su huida sino un pastor que mirando por casualidad los vio volando como grandes aves y pensó que (ellos) eran dioses. Luego padre e hijo dejaron Creta pero no hacia Atenas hacia su patria por una vía recta sino que deleitados con su nueva libertad comenzaron a volar en un gran círculo sobre el mar Egeo. Ícaro mirando desde arriba se admiró de la multitud de islas «Oh, cuántas pequeñas islas hay en el enorme mar». Pero Dédalo dice «Aquellas islas no son pequeñas aunque parecen ser pequeñas. Ciertamente la isla de Melos, que está bajo nosotros, no es tan pequeña como te parece.» Ícaro: «Pero aquella isla que tenemos a la izquierda me parece ser (que es) mucho mayor. ¿Qué isla es aquella?» Dédalo: «Es el Peloponeso, una parte de Grecia, pero no es una isla sino una península pues el Peloponeso se une con la restante Grecia (el resto de Grecia) por una tierra estrecha que se llama Istmo. Cerca del Istmo está situada Corinto, una ciudad muy hermosa, y no está lejos Atenas, nuestra patria.» «Si volaremos (volamos) más alto no solo veremos Grecia sino casi todo el círculo de las tierras» dice el niño temerario se elevó también más alto. Desde allí no solo veía grandes partes de Europa y de Asía admirándose sino también distinguía lejos la costa de África, luego observó sobre sí el sol que lucía en el cielo sereno. Al instante el niño, deseoso de observar el sol más cerca, aunque el padre le había avisado, subíó a lo alto del cielo…»Entonces Quinto que espera el final de la historia con pasión: ¿Qué sucedíó entonces?Sira: Entonces sucedíó lo que era necesario que sucediera, el fuego del sol cercano ablandó la cera con la que las plumas habían sido unidas y fijadas y quemó las plumas. El niño asustado, agitando los brazos desnudos, cayó al mar y se hundíó y el padre no pudo llevarle ayuda. Esa parte del mar Egeo en la que Ícaro se hundíó es llamada mar Icario por su nombre. Igualmente la isla cercana en cuya costa fue encontrado del cuerpo del niño también se llama ahora Icaria.He aquí que tienes toda la historia del niño temerario que encontró la muerte buscando la libertad. Ya es el momento de dormir. ¿No estás cansado escuchando largas historias?Quinto sacude la cabeza y dice «No estoy cansado ni me parece que aquella historia sea larga (ni aquella historia me parece ser larga). De todas las historias esta sobre la caída de Ícaro me gusta especialmente también (incluso) más que aquella del hijo del Sol que habiendo intentado dirigir el carro del padre también cayó desde lo alto del cielo porque tontamente se había apartado del círculo (ruta) del sol. Siempre soy deleitado mucho escuchando tales historias.SiraYo no soy deleitada menos contando aquellas historias no solo porque ellas mismas por sí me parecen ser muy hermosas (me parece que son muy hermosas) sino también porque el fin (resultado) de las historias aconsejan muy bien a los hombres temerarios. Pues tal es la naturaleza de los hombres y ciertamente en especial de los niños. No solo para deleitar sino también para aconsejar se cuenta la historia de hijo de Dédalo pues lo que le sucede a aquel niño lo mismo podrá sucederle a todo niño si no obedece a su padre. Sé siempre cauto. Pero no es necesario que tú seas aconsejado por mí después de lo que te sucedíó ayer. Ciertamente aquella caída tuya te advierte mejor que ninguna historia.Aconsejado el niño con estas palabras, Sira finalmente pone el fin de contar. Y Quinto no la vuelve a llamar a ella que se aleja sino que se echa en la cama y cierra los ojos.