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séptimo mandamiento
Lo robado hay que devolverlo y no se puede ni vender ni comprar
Quien adquiere objetos que sabe son robados se hace cómplice del robo y está obligado a la restitución.
Quien compra a un ladrón carga con la obligación de devolver lo robado a su verdadero dueño o dar a los pobres el dinero de su valor.
Quien peca contra este mandamiento debe tener propósito de devolver lo robado y reparar los daños ocasionados para que se le pueda perdonar el pecado.
Sobre la restitución hay que decir:
a. Debe restituirse a las personas que han sido robadas. Si estas han muerto, a sus herederos. Y si no hay herederos a los pobres o a obras piadosas, pero nadie debe beneficiarse de lo que robó.
b. Si uno no puede restituir todo lo que debe, tiene que restituir al menos lo que pueda y procurar llegar cuanto antes a la restitución total.
c.En caso de que ya no pueda devolver lo robado, por ejemplo, porque se sea pobre, puede hacer una devolución indirecta rezando por la persona a la que ha robado y tratando de hacerle algún bien.
c. Se puede hacer la restitución a través de otra persona.
d. En cuanto a cantidades pequeñas se refiere, no obliga la restitución si por hacerla perdemos la fama, es decir, nos suicidamos socialmente al quedar ante todo el mundo como unos ladrones…
e. En caso de que el ladrón se encuentre próximo a la muerte, si ya no le es posible devolver nada porque se lo ha gastado todo o porque ya no puede ni hablar ni escribir, etc., bastará con desear de todo corazón con firme propósito devolver lo robado. Se aplica aquí el principio según el cual “nadie es obligado a hacer cosas imposibles.” “Ad imposibilia nemo tenetur”
Para ver si hay pecado mortal, tenemos que analizar tanto el valor relativo de lo que robo, es decir, el daño que causo al que robo, como el valor absoluto de lo que robo; es decir a partir de una cierta cantidad robada siempre sera pecado mortal, para no caer en el absurdo de que puedo robarle a un millonario un reloj de oro y acto seguido ir a misa y comulgar. Para entender esto hay que tener en cuenta que cuando robo me estoy cargando la seguridad jurídica. Me explico: si robar ese reloj de oro del ejemplo anterior no tuviera ninguna repercusión ni a nivel moral ni a nivel de las leyes de un país, ese rico al que han robado el reloj de oro sin que haya pasado nada, al día siguiente se va a otro país, y nadie invertiría en el país en el que robar sale gratis causando gravísimos daños.
Respecto al valor relativo: es materia grave y, por tanto, pecado mortal,
robar la cantidad que sirve para el sustenio diario de la persona a quien roba y su familia. Suele ser una cantidad equivalente a la del salario mínimo diario, pues este se calcula para las necesidades básicas de un día de una familia.
Respecto al valor absoluto de las cosas,aunque las moralisticas no se ponen de acuerdo en la cantidad exacta se podría decir que es pecado mortal robar a quien sea, sin importar si es rico o pobre o si es un pequeño comerciante o un gran almacén, la cantidad equivalente a unos 50 euros, dicho esto en el año 2019. No olvidemos que no sólo robamos bienes materiales, sino la seguridad jurídica, la confianza entre los seres humanos, la posibilidad de que se siga invirtiendo en un determinado país.
Hurtos leves repetidos pueden llegar a constituir materia y pecado grave por la intención de llegar poco a la cantidad grave.
La pereza es pecado mortal si fuera permanente constante no combatid auná actitud de vida; no lo es si es esporádica. También es pecado mortal dependiendo de lo que me juegue. Así, por ejemplo, no es lo mismo no estudiar para responder a preguntas de clase que para un examen en el que me juego mi entrada en la universidad y la carrera que yo quiero, etc. También es pecado mortal si mi desconocimiento por pereza de algo que debiera saber y no he estudiado implica graves daños personales o sociales. Por ejemplo, un cirujano que por pereza no conozca su trabajo y cause un daño grave a su paciente.
Este octavo mandamiento prohíbe, además, la murmuración que consiste en contar los defectos y hechos malos de otras personas a aqellos que no tienen por qué saberlos. Si se hace por odio o envidia o si se hace por quedar bien, como de muy bien informado, pero se causa un grave perjuicio al prójimo, es pecado mortal. Otro pecado que prohíbe este mandamiento es la calumnia, que consiste en inventarse defecto o malas intenciones o acciones del prójimo y decirlas públicamente para hacerle daño. Este último pecado, de suyo mortal, si bien sí es perdonable, es demoníaco y exige que el calumniador se desdiga ante aquellos que ha depositado su calumnia o incluso se retracte en público de modo que se sepa la verdad, o de lo contrario no se le puede dar la absolución sacramental.
Este mandamiento nos pide, además,no sentirnos poseedores de los bienes materiales si no administradores de ellos para el bien nuestro y de los demás. Al respecto conviene tener en cuenta que siempre debemos dar una cantidad en limosna, y cuanto más se tiene, más se tiene que dar en limosna.
*Superfluos: bienes que no necesitamos
La limosna nos pide dar progresivamente de nuestros superflaos más tengo, más doy. Si tengo pocos, deberá dar un 5% como mínimo de los bienes superfluos. Según vaya teniendo más, iré incrementando mi limosna que puede llegar hasta el 50% de los bienes superfluos si tengo muchos… Este mandamiento se basa en la frase del apóstol San Juan que dice: “Si alguno posee bienes en la tierra, ve a su hermano padecer necesidad y le cierra su corazón, ¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios?” (1Jn.3,17). No dar bienes en limosna según lo explicado es pecado mortal, si bien se ha de ver con el propio director espiritual cuánto se debe dar según las circunstancias de cada uno.
“Yo soy el Camino, la verdad y la vida” Si quieres seguir a Jesús, tendrás que vivir como aquí se te ha enseñado. Como ves no es fácil, porque después del pecado original, hacer el bien cuesta. Además, la vida es tan complicada que en muchas ocasiones no sabremos cuál es la decisión moral correcta. Necesitas un Director Espiritual. Alguien que te acompañe en la vida para tomar la decisión moral correcta en cada caso particular para ir al Cielo, que es de lo que se trata.