Portada » Psicología y Sociología » Tema 5 logisticay comunicación en un taller
TEMA 1. Comunicación: conseguir respuestas V- expresión no finalidad educativa F-
lenguaje imprescindible pensamiento V- no necesario desarrollo estructuras y funciones para pensamiento F- nacemos con cap biológica innata para aprender lenguaje V- tv sustituir conversación F- etapa prelinguistica 12-15 V- lenguaje combinatorio 24 meses no lim F- 3 mes identifica voz materna F- mira al bebe con atención y seguridad sirve para tranquilizarlo V- 3 llanto hambre dolor rabia V- 2 meses inicia gorjeo V- juegos vocálicos 6-9 F.
TEMA 5. Leng gestual act necesaria antes hablar V- gest demost volunt F- a través cuerpo comunicarse V- saludo parte gest simbol V- imitación gest repres V- 12 conoce cuerpo V- gestos gest repres V- exp corp no vincul posib psicomotr F- 7 meses distingue familiares V- 1 año controlaar cuerpo V- 4 mes sonrisa V- import bebe interact lo antes V- colores vivos mostrarles Tv F- explorar y desc espacios crea su mundo en la mente V- act motr no sirve para esq corp F.
es un trastorno en la fluidez del habla que se caracteriza por una expresión verbal interrumpida en su ritmo de un modo más o menos brusco. Se inicia normalmente en la primera infancia, pero resulta difícil de diagnosticar antes de los 6 años, porque a estas edades los niños suelen presentar cierta disfluencia verbal en la pronunciación. Existen varias categorías: Los niños con una disfluencia verbal normal, cuya expresión contiene carácterísticas de la disfemia fisiológica típicas de la edad entre los 3 y 5 años. Los niños que puedan tener riesgo de desarrollar un trastorno disfémico a causa de antecedentes familiares de tartamudeo, disrupciones bruscas del habla o interacciones verbales conflictivas con el entorno. Los niños que presentan una clara sintomatología de tartamudez. Será conveniente realizar un diagnóstico por parte de especialistas en logopedia que propondrán un tratamiento de reeducación y se encargarán de su seguimiento.
Trastorno generalizado de la lengua debido a una inadecuada adquisición de sus mecanismos. Se pueden considerar un retraso del lenguaje, que puede recuperarse con una reeducación adecuada, aunque también puede suponer un trastorno profundo de los mecanismos de adquisición y no supera un determinado nivel. Se pueden catalogar diferentes grados de disfasia según la gravedad del retraso que se presente entre leve y grave. El nivel más extremo es la afasia congénita o ausencia del lenguaje, sin que se presenten otros síndromes que puedan explicar dicha ausencia.
Trastorno de articulación de los fonemas, ya sea por ausencia o alteración de algunos sonidos concretos o por la sustitución de unos por otros. Puede afectar a uno o varios fonemas y supone una clara alteración de la conducta de la articulación. Las articulaciones incorrectas son normales en una etapa del desarrollo del lenguaje en la que el niño no es capaz de repetir por imitación, de modo correcto, las palabras que escucha. Solo si persisten más allá de los 4 años es patológica.
Trastorno caracterizado por una dificultad en el aprendizaje de la lectura y la escritura sin que exista una deficiencia intelectual, motriz, visual o en otro ámbito. Los especialistas aseguran que no se pueden diagnosticar hasta que el niño tiene entre 5 y 8 años, pero advierten de que todavía hoy muchos casos pasan desapercibidos, disfrazados como problemas de hiperactividad o fracaso escolar. Las dificultades a la hora de leer y escribir que presentan suponen una importante traba para el aprendizaje y se traducen en un sobreesfuerzo académico que no se ve reflejado en las calificaciones. El niño pierde la autoestima y es frecuente que la dislexia se asocie con problemas de depresión en los menores.
En el proceso comunicativo, el niño y el adulto van a desempeñar sus roles de emisor y receptor, aunque será diferente a la comunicación verbal. Las primeras manifestaciones del bebé son indicios de sus necesidades fisiológicas y sensitivas y las expresan a través de las estrategias a su alcance: el llanto, la mirada, el contacto corporal, que serán sus primeras formas de expresión.
El papel de las personas adultas será clave, pues deberán atender estas necesidades y satisfacerlas. Con esta interacción aprenderán a interpretar las manifestaciones de los bebés y responder de manera comprensiva, con lo que contribuirán a establecer las bases de un sistema primario de comunicación.
A medida que el bebé va desarrollando sus posibilidades expresivas, el sistema de comunicación se hará más rico y la comunicación más comprensible. Así, la persona adulta comprenderá con menor esfuerzo las intenciones de la criatura e identificar sus necesidades.
Junto a estas formas de expresión irá apareciendo el lenguaje verbal que al principio es rudimentario, pero que evoluciona muy rápidamente. A medida que el niño vaya aumentando su dominio en la lengua, se irán relegando poco a poco las otras vías de expresión dominantes hasta el momento. Simultánea y progresivamente se irá trabajando nuevas formas de expresión como la plástica, la música y la escritura.
Durante los primeros años la comunicación con el niño tiene lugar con diferentes formas de expresión o lenguaje; por lo que el educador debe conocer y dominar las diferentes modalidades expresivas y recursos comunicativos. Es importante que el niño sepa expresar lo que siente y quiere, por lo que es necesario ayudarle a canalizar las necesidades y deseos e iniciarse en el camino de la comunicación.
Gesto demostrativo: Estrato más primario y sencillo. Su origen es involuntario, pero paulatinamente se hace consciente. El niño indica lo que quiere alcanzar o nombrar. Gesto representativo: Surge de la capacidad imitativa del niño, que reproduce los gestos y movimientos que observa en los mayores: escribir, andar, acariciar… Gesto simbólico: Representa las ideas por asociación: saludo, despedida, afirmación, negociación…
El lenguaje corporal y gestual acompaña a la persona durante toda su vida, pero con la adquisición verbal va perdiendo peso, pues la comunicación con palabras es más rápida y fluida.
De 0 a 3 meses reconoce el rostro de la persona adulta y le muestra afecto y responde positivamente a la presencia de otras personas por la imagen o la voz. De 4 a 6 meses reconoce el rostro de la persona adulta y le muestra afecto u hostilidad y responde positiva o negativamente a la presencia de los demás. De 6 a 7 meses responde a estímulos insignificantes del rostro, negativamente ante una cara extraña y gira la cara o muestra signos de atención al oír su nombre. De 7 a 9 meses distingue a las personas conocidas de las extrañas, intenta atraer la atención utilizando emisiones vocales, gritos y gestos con la cabeza y los brazos, los extiende y comprende la posición de la persona adulta respecto de su comportamiento. De 10 a 12 meses comprende y utiliza el nombre de cierto número de personas, se sirve de gestos, pero usa palabras que describen objetos o acciones, entiende órdenes y comprende el no. De 12 a 24 meses acompañan el gesto con otras formas de comunicación, manifiesta mayor conocimiento y control del cuerpo y comienza a caminar y conoce espacios e identifica objetos.
Favorecen la expresión corporal y se pueden trabajar desde la primera infancia. Algunos de los movimientos que se pueden promover o estimular son:
Gatear: El niño realiza el movimiento de gateo siguiendo un ritmo o los pasos de un animal: El Carnaval de los Animales. Arrastrarse: Continuar trabajando la misma audición siguiendo la música del cisne. Se puede imitar el ruido de la serpiente o sugerir su presencia empleando para ello música oriental. Rodar: Usar la música de los peces o canciones de arpa: Concierto para flauta y Arpa. Balancearse: La canción del barquero. Marchar: Una vez que el niño deambula, se puede recurrir a la marcha por el espacio, ya sea de forma libre u organizada: en fila como un tren, sujetándose por una parte del cuerpo… En una primera fase será conveniente usar ritmos de tipo binario.
Se podrán introducir otras propuestas que comporten una mayor dificultad: cambios de dirección, marchar sobre la punta de los pies, con los talones, con los pies hacia fuera, levantando las rodillas, hacia atrás, moviendo la cabeza o los brazos.
Se pueden interrelacionar varios de estos movimientos, a partir de consignas apropiadas relacionadas con el movimiento o la música: cuando se da una consigna a los niños y una nueva consigna significa un nuevo movimiento.
Se puede introducir la improvisación: por ejemplo, un niño que hace de guía realiza movimientos improvisados acompañado de una música y todos los demás van imitando sus movimientos.
La preparación de la actividad, la presentación y el papel del educador en la ejecución de la actividad, de acuerdo con las pautas establecidas en la planificación.
En la preparación de la actividad será necesario asegurarse de que la sala esté acondicionada y de que se dispone de todos los recursos necesarios. El educador introducirá la actividad usando las estrategias adecuadas para propiciar la curiosidad y el interés de los niños. Indicará los roles que adoptarán y la disposición que deben ocupar en el espacio.
La intervención del educador seguirá las pautas indicadas en la programación, aunque estas suelen ser indicativas y flexibles, si lo considera necesario podrá modificarlas y pasar a intervenir más activamente. En situaciones de juego dramático o la danza, el educador intervendrá para hacer correcciones de pronunciación o postura o para promover habilidades como la creatividad, la expresividad, la reflexión o la escucha.
Es importante que la relación que establece el educador con los niños tenga un componente afectivo importante. Es clave para que los pequeños adquieran confianza y seguridad necesarias para participar en las actividades y disfrutar con ellas
Relación que permite un intercambio de información y experiencia entre las personas. Nos comunicamos a través del lenguaje verbal, pero también lo hacemos a través de gestos, expresiones, movimientos, sonidos o imágenes. Todos estos elementos se ponen de manifestó durante el proceso comunicativo. Se necesita la interrelación de:
Una parte emisora, que codifica la información y la envía. Una parte receptora que recibe la información y la descodifica. Un mensaje o contenido que se transmite. Un contenido o conjunto de señales y signos que forman el mensaje. Un canal por donde discurre el mensaje.
Consiste en la emisión de un mensaje codificado por un emisor, que se transmite a través de un canal y el receptor percibe a través de sus sentidos, descodifica e interpreta.
Para que sea satisfactoria, es preciso que tengan suficiente capacidad para codificar y decodificar informaciones, conozcan y usen el mismo código y generen retroalimentación, una comunicación bilateral o ida y vuelta en la información. Al hablar de expresión y comunicación, es conveniente matizar el significado de:
La comunicación persigue un intercambio o bilateralidad, hay intencionalidad de conseguir una respuesta por parte del emisor. La expresión no cumple esta intencionalidad, se refiere a una exteriorización o manifestación de sensaciones, impulsos y deseos.
La expresión en la primera infancia acaba teniendo una finalidad comunicativa y forma parte de un proceso que conduce la comunicación.