Portada » Español » Concepto de educación
Se pueden definir los fenómenos pragmáticos dependiendo de que se ubiquen en el plano del emisor o del receptor.
Por este lado, los que se encuentran en el plano del emisor son: la implicatura, la presuposición, la ironía y la intencionalidad. La implicatura es el fenómeno por el cual el emisor pretende transmitir una información adicional al receptor sin expresarlo explícitamente. La presuposición, es el fenómeno por el cual el emisor no expresa una información, ya que se da por supuesto o sobreentendido. La ironía es el fenómeno por el cual el emisor da a entender lo contrario de lo que se expresa, esta información solo puede percibirse en contexto y depende de las capacidades interpretativas del receptor y de la intención del emisor. Por otro lado, la intencionalidad es el fenómeno por el cual el emisor muestra una intención clara al transmitir una información al receptor en función de un contexto. Todos estos fenómenos pueden ser utilizados por el emisor para enunciar correctamente su mensaje en función del contexto.
Se pueden definir los fenómenos pragmáticos dependiendo de que se ubiquen en el plano del emisor o del receptor. Por este lado, los que se encuentran en el plano del receptor son: la interpretación, la ambigüedad y la inferencia. La interpretación es el fenómeno por el cual el receptor da sentido a un enunciado en función del contexto. La ambigüedad es el fenómeno por el cual el receptor puede interpretar una información de varias formas posibles y está obligado a decidir entre algunas de estas posibilidades, que puede ser acertada o no. La inferencia es el fenómeno por el cual el receptor deduce información adicional del enunciado a partir de unas premisas. Todos estos fenómenos pueden ser utilizados por el receptor para comprender correctamente el mensaje en función del contexto.
La teoría de los actos del habla parte de una premisa de que hay tres actos de habla simultáneos, que son: el locutivo, el ilocutivo y el perlocutivo. El acto locutivo se corresponde con el enunciado en sí. El acto ilocutivo asume que el emisor siempre tiene una intención en emitir su mensaje. El acto perlocutivo es la consecuencia o efectos que provoca el mensaje. El mensaje tanto del profesor como del alumno, cuando ocupan el papel de emisores, será una enunciación intencional que provocará efectos en su receptor.
La teoría de las máximas de Grice parte de la premisa de que para que haya una cooperación comunicativa deben cumplirse cuatro máximas: cantidad, calidad, relación y manera. Siendo emisor el profesor o el alumno, la máxima de cantidad dice que hay que aportar los conocimientos concretos que son necesarios para ambos en función del temario que se dé; la máxima de calidad dice que los conocimientos tratados en el aula deben ser verídicos o demostrables; la máxima de relación dice que los conocimientos deben ser pertinentes o relevantes; y la máxima de manera dice que los conocimientos deben estar ordenados de manera clara y concisa, evitando ambigüedades o tergiversaciones innecesarias. Cumpliendo estas máximas en el aula debería haber una cooperación entre alumno y profesor.
La teoría de la pertinencia parte de una simplificación de las máximas de Grice, reducíéndola a solamente el principio de la relevancia. Para que exista una eficiencia comunicativa dentro del aula es necesario que el alumno y el profesor, cuando ocupen el papel de emisor, deben aportar una información pertinente, necesaria y relevante para ambos, y cuando ocupen el papel de receptor deben recibir una información igual de relevante y útil que la que emitieron. Siguiendo esto no aumentará el coste de la conversación y aumentará el beneficio que ambos pueden sacar de ello.
Las teorías pragmáticas proponen una serie de conceptos fundamentales que caracterizan y describen los actos del fenómeno de la cortesía verbal. La cortesía verbal es un conjunto de estrategias comunicativas encaminadas a eliminar o reducir las hostilidades que se producen entre el emisor y el receptor. La (des)cortesía verbal es un fenómeno gradual por el cual se puede establecer una escala donde se puede medir desde la menor cortesía (descortésía), hasta la mayor cortesía, siendo esta fuertemente dependiente de varios principios o máximas. Estos principios se usan para medir los actos de (des)cortesía verbal:
Es una propuesta teórica que parte de la manifestación verbal de la cortesía social, que presupone la existencia de reglas reguladoras reducidas a la claridad y la cortesía. Estas reglas están en proporción a la relación que existe entre los interlocutores. Por ejemplo: “Dame el pan” (impositivo), “Por favor, puedes pasarme el pan” (no impositivo).
Es una propuesta teórica que parte de un principio regulador de la conducta verbal y la distancia social, no tiene relación con el contenido oracional de un enunciado o acto de habla, sino con la intención comunicativa y el estilo socialmente aceptado en un contexto comunicativo. Por ejemplo: “Por favor, usted puede ayudarme a levantarme”.
Es una propuesta teórica que parte de la teoría de que los actos de habla responden a un acuerdo entre dos partes que tienen una imagen positiva y negativa. Los hablantes se esfuerzan por intentar no amenazar la cortesía, guardando la imagen positiva del otro y la suya propia, actuando con cortesía para reparar cualquier daño que se pueda causar. Por ejemplo: “Perdone que le moleste, puede callarse un momento” (imagen positiva), “Cállate un rato” (imagen negativa).
Es un principio donde la cortesía puede romperse si se rompe el equilibrio entre coste y beneficio, equilibrio que normalmente intenta mantenerse. A este factor también se le denomina racionalidad. Se pasa desde una situación donde se apoyaba la relación hasta oponerse a ella. Por ejemplo: “Llevas hablando mucho tiempo, déjame en paz”.
Es un principio donde la cortesía aumenta cuando más indirecto sea el acto de habla, y disminuye cuando más directo sea. Por ejemplo: “Coge el teléfono” (descortésía), “¿Te importaría coger el teléfono, por favor?” (cortesía).
Es un concepto que parte de la idea de que la conversación es un acuerdo entre dos partes, esto obliga a mantener un estilo para expresar los enunciados de una manera determinada, y así favorecer la comunicación en las relaciones sociales. Por ejemplo: “Buenos días, ¿me puede indicar dónde está el ayuntamiento?”, “Sí, por supuesto, a la izquierda”.
Es un concepto donde la personalidad del individuo juega un papel importante, pudiendo dar una imagen negativa o positiva. Debe haber un respeto mutuo entre los hablantes utilizando fórmulas tipificadas u otras estrategias:
Se refiere a la posibilidad de que nuestros actos sean aprobados.
Se refiere a la posibilidad de que nuestros actos sean rechazados, restringiendo nuestra libertad o rechazando nuestros actos.
Cuando tenemos una conversación debemos garantizar la imagen positiva del otro como positiva si queremos una conversación respetuosa. Por ejemplo, una fórmula estereotipada: “No sé si estoy en lo cierto, pero creo que fue en el Siglo XIII”.