Portada » Español » La novela después de la Guerra Civil
La literatura de principios de Siglo XX busca alejarse del Realismo y el Naturalismo anteriores. En este
contexto innovador surgirán el Modernismo y la Generación del 98.
El Modernismo nace en Hispanoamérica en torno a 1880 gracias a José Martí y Rubén Darío (autor
de Azul, Prosas profanas y Cantos de vida y esperanza). En el Modernismo influyen tres movimientos que
son: el Simbolismo (búsqueda de musicalidad y uso de símbolos con Verlaine), el Parnasianismo (búsqueda
de la belleza formal con Gautier) y el Decadentismo (expresión sofisticada y temas decadentes con
D’Annunzio).
El Modernismo se caracteriza por los siguientes rasgos: la sensorialidad ya que todos los sentidos del
lector se ven interpelados; fusión de fuentes, referentes y lenguajes; evasión en el espacio y en el tiempo;
recuperación de la fantasía al reivindicar la imaginación; la musicalidad porque innovan en la métrica con
versos como el alejandrino o el dodecasílabo; el preciosismo puesto que combinan palabras del pasado
hispanoamericano con extranjerismos y creaciones léxicas; la sensualidad a través del amor y el erotismo; y,
finalmente, el mundonovismo como interés por las raíces culturales hispanoamericanas.
La influencia del Modernismo hispanoamericano resulta evidente en autores españoles como
Manuel Machado, Antonio Machado o Juan Ramón Jiménez.
Por otro lado, el desastre del 98 se convirtió en el detonante de una literatura crítica con propósito
regeneracionista para reflexionar sobre el atraso del país. El punto de partida del grupo del 98 es el
Manifiesto de los Tres firmado por Pío Baroja, Azorín y Maeztu. Además de estos tres autores, se incluirán
también en el Grupo: Antonio Machado, Unamuno y Valle-Inclán. Los seis autores van a presentar tres rasgos
temáticos comunes: el primero es el tema de España, diferenciando entre una España real, miserable y una
España oficial, aparente (además de recibir influencias del regeneracionismo, del krausismo, del socialismo
y de la Institución Libre de Enseñanza); en segundo lugar, aparece el paisaje castellano o punto de partida
para las reflexiones de los autores y, en tercer lugar, la reflexión existencial sobre la voluntad, el sentido de
la vida, la muerte, Dios, el paso del tiempo, todo ello gracias a la influencia de filósofos como Nietzsche y
Schopenhauer.
Formalmente, el grupo del 98 comparte la renovación del lenguaje literario buscando la sobriedad o
naturalidad y se basa en los referentes de la literatura europea y la tradición literaria española. También
buscan innovar el género novelesco dando más importancia a las ideas y revitalizan el ensayo con autores
como Ángel Ganivet, Maeztu o Azorín.
Dos ejemplos de poetas noventayochistas son Antonio Machado con Campos de Castilla y Miguel de
Unamuno con Romance del destierro.
Antonio Machado es un ejemplo de la conexión que existe entre Modernismo y Generación del 98.
Soledades. Galerías. Otros poemas es una obra modernista en la que trata temas como: la poesía es diálogo,
la poesía es palabra en el tiempo, la muerte, el tiempo, el sueño, el amor y todos ellos representados
mediante símbolos como el “camino” para referirse a la “vida”.
En 1912 publica Campos de Castilla, obra noventayochista. En ella destacan el paisaje castellano, el
amor por Leonor y su muerte, La tierra de Alvargonzález como poema narrativo cainista y Proverbios y
cantares que son poemas breves y filosóficos. Otras obras de Machado son Nuevas canciones, Canciones a
Guiomar y Poesías de la guerra.
La segunda década del Siglo XX constituyó una etapa de innovación y experimentación cultural en
toda Europa. La publicación en 1909 del Manifiesto futurista de Marinetti supuso el inicio de las vanguardias
o ismos, movimientos que buscaban una revolución formal en todos los órdenes artísticos. Se trató de
movimientos efímeros cuya huella se ha mantenido presente en el arte y la literatura hasta la actualidad.
Estos movimientos se dieron a conocer gracias a las revistas y a los manifiestos en los que
promulgaban sus propuestas estéticas. Los distintos ismos comparten seis rasgos en común: la originalidad
(obras únicas e irrepetibles); la combinación de técnicas artísticas como el collage o el caligrama; el
antirrealismo al crear su propia realidad; el rechazo del sentimentalismo en un arte universal; la exaltación
de la contemporaneidad y, finalmente, el experimentalismo y el elitismo.
Las grandes corrientes de la vanguardia europea son: Expresionismo, Futurismo, Cubismo, Dadaísmo
y Surrealismo.
El Expresionismo se desarrolló en Alemania entre 1905 y 1920. Se produce una deformación crítica
de la realidad para ir en contra de la guerra y la violencia. Como autores destacan Franz Kafka (La
metamorfosis) y George Trakl.
El Futurismo nace en Italia con la publicación del Manifiesto futurista de Marinetti. Defienden la
ruptura lingüística, la exaltación del movimiento, la tecnología y la fascinación por el mundo moderno, la
ciudad y las máquinas.
El Cubismo se desarrolla primero en pintura y después en poesía. Muestra una realidad múltiple y
fragmentada geométricamente. En poesía hay un afán de dibujar con la palabra a través de los caligramas o
poemas visuales como los de Apollinaire.
El Dadaísmo es fundado por el poeta rumano Tristan Tzara. Tienen una actitud irónica, crítica,
polémica, para impactar en el receptor. Reivindican la importancia del subconsciente.
El Surrealismo arranca en 1924 con la publicación del primer Manifiesto surrealista de André Bretón.
Este movimiento propone escribir bajo el dictado del inconsciente, siguiendo las teorías de Freud. Importan
el mundo del sueño y lo irracional. Defienden la escritura automática, el gusto por lo siniestro y lo fetichista
o sexual. El artista debe tener libertad plena en su vertiente creadora.
Por otra parte, se debe hablar de las vanguardias en España. Fue esencial la labor de tres intelectuales
que, a través de sus revistas y tertulias literarias, ayudaron en la difusión de los movimientos europeos y en
la creación de los ismos españoles. Estas tres personas eran: Ortega y Gasset (Revista de Occidente), Ramón
Gómez de la Serna (revista
Prometeo y tertulia en café Pombo) y Rafael Cansinos Assens (revista Cervantes
y café Colonial).
Los tres ismos desarrollados en España son: Surrealismo, Ultraísmo y Creacionismo.
El Surrealismo, al estilo europeo, pero sin escritura automática, será importante en la pintura de Dalí,
en el cine de Buñuel y en la poesía de la generación del 27.
El Ultraísmo es un movimiento que funde rasgos del Cubismo (caligrama), del dadaísmo (falta de
lógica) y del Futurismo (lo moderno). Se difunde a través de revistas como Ultra y sus autores pretendían ir
más allá de la realidad y de la simple imitación. En él destacó Guillermo de Torre.
El Creacionismo llega el 1918 a España con Vicente Huidobro, autor chileno. Este ismo aspira a crear
una realidad propia dentro del texto. El poeta es un Dios que crea a través de la palabra. Usan metáforas e
innovan en la tipografía. Destacan poetas como Gerardo Diego.
En España también destacará la labor creativa de Gómez de la Serna, a partir de sus novelas y de sus
Greguerías. Las novelas tratan temas como el erotismo, la mortalidad, la inadaptación del ser humano. Las
Greguerías son asociaciones de humor y metáfora para activar al lector.
La derrota española de 1898 ante EEUU supuso la pérdida de las últimas colonias (Cuba, Puerto Rico
y Filipinas). A partir de este momento se sucedieron los intentos regeneracionistas con los que se pretendía
aportar soluciones que activasen la vida social y económica españolas con figuras como Ángel Ganivet o
Ramiro de Maeztu.
En el comienzo del siglo se impone el mal del siglo, con un rechazo de la visión racional y una defensa
del irracionalismo y la intuición. Entre los pensadores que más influyeron en los autores del momento
destacan: Schopenhauer, Nietzsche, Freud, Kierkegaard y Bergson.
En este contexto surgen el Modernismo y la Generación del 98. Respecto a la narrativa del grupo del
98, en el año 1902 se publicaron cuatro novelas que supónían una primera reacción contra el Realismo y el
Naturalismo aún vigentes, así como el inicio de la renovación de la novela por parte de los autores del 98: La
voluntad de Azorín, Amor y pedagogía de Unamuno, Camino de perfección de Baroja y Sonata de otoño de
Valle-Inclán.
La generación del 98 trajo consigo una renovación de la novela que coincidíó en el tiempo y en la
intención con la renovación de la narrativa europea. Estos intentos renovadores conviven con otras dos
tendencias: la novela de corte realista y naturalista (Cañas y barro de Blasco Ibáñez) y la novela erótica
(Jarrapellejos de Felipe Trigo).
La novela noventayochista tiene cuatro carácterísticas: la pérdida de importancia del argumento ya
que la novela no se concibe como el relato de una historia; inclusión de pasajes expositivos y argumentativos
porque en la novela convive la ficción con la reflexión, acercándose al ensayo; juegos con el narrador y el
punto de vista (se abandona el narrador omnisciente y se usan otras técnicas como la del manuscrito
encontrado o la falsa autobiografía) y se experimenta con el tiempo y el ritmo narrativo, plasmando el
tiempo subjetivo y seleccionando solo los episodios significativos.
Como autor representativo de la generación del 98 está Miguel de Unamuno; poeta, dramaturgo,
novelista, ensayista y articulista. Tal como explica en Niebla, Unamuno busca la renovación de la novela a
través de la supresión de la fábula convencional y de la defensa de la escritura vivípara, aquella que nace de
la acumulación y la improvisación, no de un plan artificial y preconcebido. Estas novedades narrativas
encuentran su expresión en la creación de la “nivola”. Las carácterísticas de la “nivola” son cinco: ausencia
de fábula, brevedad, importancia del diálogo, carácter crítico y filosófico e interés por la “intrahistoria”. Entre
sus novelas destacan: Niebla, Abel Sánchez, La tía Tula y San Manuel Bueno, mártir. En sus ensayos habla de
la preocupación por la situación del país y la angustia existencial.
Pío Baroja mantiene siempre un pesimismo radical sobre la naturaleza y la condición humanas.
Confluyen en su obra: la desesperación y la angustia, la visión determinista del mundo, el impresionismo
descriptivo de los ambientes y psicológico de los personajes o la tendencia a la evocación nostálgica (El árbol
de la ciencia).
Azorín fue un gran renovador de la prosa descriptiva (Confesiones de un pequeño filósofo). La
producción narrativa de Valle-Inclán sigue la misma evolución cronológica, estética e ideológica que su
creación dramática (Tirano Banderas). Antonio Machado escribe también la novela Juan de Mairena.
Este grupo está formado por diez poetas de los que se dice que han escrito la mejor poesía de Europa.
Supieron combinar perfectamente los movimientos de vanguardia con la tradición literaria española. Estos
diez poetas son: Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre, Luis
Cernuda, Rafael Alberti, Federico García Lorca, Emilio Prados y Manuel Altolaguirre. El origen del grupo se
debe buscar en el homenaje celebrado por todos ellos el año 1927 en el Ateneo de Sevilla para conmemorar
el tercer centenario de la muerte del gran poeta Barroco Luis de Góngora.
En la evolución de la Generación destacan dos aspectos fundamentales: en primer lugar, la Residencia
de Estudiantes, fundada a partir de las ideas de la Institución Libre de Enseñanza y donde coincidieron
muchos poetas del grupo; en segundo lugar, la importancia de las revistas como Litoral o Verso y prosa para
difundir sus ideas y promover la relación entre ellos.
Los diez autores van a compartir unos rasgos comunes como el rechazo del sentimentalismo y del
academicismo (llamando putrefactos a los que no lo rechazan); la depuración estilística influida por las ideas
de poesía pura de Juan Ramón Jiménez, el gran defensor de la esencialidad; la importancia de la metáfora
además de la influencia del Surrealismo y, finalmente, el magisterio de los intelectuales de 1914 entre los
que resaltan Ortega y Gasset (defensor del arte puro o deshumanizado en La deshumanización del arte),
Gómez de la Serna (por su talante vanguardista) y Juan Ramón Jiménez (su guía práctico en la escritura de
poesía pura). Se entiende por poesía pura aquella que habla de lo esencial, la que usa la palabra exacta sin
adornos, de estilo nominal y verso corto.
La poesía de la generación del 27 pasará por tres etapas. La primera etapa abraza de 1922 a 1928 y
se caracteriza por la poesía pura y la influencia de Bécquer. Se realiza un proceso de depuración y de
búsqueda de la esencialidad, se rechazan los excesos verbales y se busca una expresión más precisa. También
conviven la vanguardia de Gerardo Diego y la poesía popular de Lorca o Alberti. La segunda etapa está
comprendida entre 1928 y 1936. Viene marcada por la irrupción del Surrealismo. Este ismo rehumaniza la
poesía y resurge la poesía impura gracias a Pablo Neruda y su revista Caballo verde para la poesía. Nace una
poesía comprometida a favor de la República en manos de Rafael Alberti y María Teresa León. Se produce
una evolución de los poetas. La tercera y última etapa se inicia en 1936. Supone el cierre trágico de la
Generación. En 1936, Federico García Lorca muere fusilado, los autores se disgregan y la mayoría se marchan
al exilio. Los exiliados muestran su nostalgia por la patria perdida y los que se quedan, su angustia existencial.
Como ejemplo de autor de la Generación se puede hablar de Luis Cernuda. Su poesía, publicada bajo
el título La realidad y el deseo constituye una exploración de la relación entre los dos extremos: el deseo y
el amor frente a las fronteras que los limitan. Su obra pasa por tres etapas: en la primera experimenta con
la poesía pura (Perfil del aire) o la poesía renacentista (Égloga, elegía, oda); en la segunda escribe una poesía
amorosa y erótica (Donde habite el olvido) y en la tercera, la poesía del exilio en la que aparece un
sentimiento de desarraigo por la lejanía de sus raíces (Las nubes).