Portada » Español » Novela existencial de los años 40
El teatro español posterior a la guerra presenta evidentes limitaciones, debidas a los especiales condicionamientos políticos o culturales de la época (intereses empresariales, preferencias del público burgués, censura férrea), a los que hay que sumar la muerte o el exilio de autores y directores.
El teatro de la primera posguerra cumplíó básicamente dos funciones: entretener, pues el público prefería el esparcimiento a la evocación de la tragedia reciente, y transmitir ideología.
Se negaron las aportaciones más relevantes de la preguerra, como el teatro de Valle, Lorca o Alberti; se estrenaron obras que exaltaban los valores de los vencedores y se programaron clásicos como referentes de épocas gloriosas.
Se establecíó un férreo control sobre las obras nuevas y los repertorios, ocasionando la consiguiente autocensura de los dramaturgos. Pese a ello, la actividad teatral fue muy abundante, aunque en general mediocre.
En toda esta producción cabe señalar las siguientes tendencias:
La comedia burguesa, en la línea del teatro benaventino. Cumplíó la función de entretener y educar mediante el elogio de la virtud. Se caracteriza por la perfecta construcción y por su intrascendencia, con ciertas dosis de humor y ternura. Sobresalen los temas del amor y la exaltación de la familia, el matrimonio y el hogar, con personajes mayoritariamente burgueses, como su público. Autores y obras son, además del propio Benavente:
José María Pemán (Los tres etcéteras de don Simón), Joaquín Calvo Sotelo (Una muchachita de Valladolid)
AlgunoscríticosincluyencomocontinuadordelteatrobenaventinoaAlejandroCasona,sibienlodotódeimaginaciónylirismo.
En el teatro humorístico destacan dos autores:
Enrique Jardiel Poncela, con sus comedias de humor inverosímil, llenas de personajes en constante movimiento que representan una sociedad feliz cuyos objetivos son el amor y el dinero. Entremezcla en ellas el humor verbal (chistes, retruécanos…) y el de situación (hechos ilógicos, disparatados). Ya tuvo éxito en la preguerra con títulos como Angelina o el honor de un brigadier. Obras suyas de este período son: Eloísa está debajo de un almendro,
Miguel Mihura, cuyas comedias denuncian lo absurdo de la vida cotidiana, la vaciedad de los tópicos y las convenciones sociales que impiden al hombre ser feliz. Distorsiona la realidad por medio de la imaginación y la fantasía poética, y gusta de los asuntos policíacos. Al igual que Poncela, se convierte en un precedente del teatro del absurdo. Su obra más conocida es Tres sombreros de copa.
Al concluir esta década, comienza a revelarse un teatro grave, preocupado, inconformista, que se inserta, al principio, en una corriente existencial. Dos fechas resultan claves: 1949, con el insólito estreno de Historia de una escalera, de Buero Vallejo, y 1953, en que un teatro universitario presenta Escuadra hacia la muerte, de Alfonso Sastre.
Con ellas nacíó una corriente realista que es lo más destacable de la década siguiente, y que se extiende más allá de los años 70.
Frente a un teatro de consumo, no han faltado dramaturgos que pugnaban por recoger las inquietudes de cada momento o que buscaban nuevas formas de expresión teatral. Por todo ello podemos hablar de un teatro visible, el que accede a los escenarios, y un teatro soterrado, que intentaba responder a nuevas exigencias sociales o estéticas y que apenas logró mostrarse.
ConHistoriadeunaescalera(1949)nacíó eldramarealista, cuyostemas sonloscarácterísticos delaliteratura social:
Antonio Buero Vallejo Es la figura más importante del teatro español de posguerra, con una variada trayectoria. El teatro de Buero, de acento trágico, se centra en los grandes interrogantes de la condición humana y en los problemas del hombre contemporáneo, con referencias críticas a la España de su tiempo. Une, pues, lo social y lo existencial, con un mensaje ético, una reflexión sobre el individuo, la justicia y la verdad.
No llega a romper del todo con las fórmulas del teatro comercial; más bien intenta aprovecharlas para darles una dimensión nueva. Recurso frecuente en sus obras es el de los denominados efectos de inmersión, con los que pretende una mayor identificación del público con la historia que se está representando. Son habituales, pues, los personajes con taras físicas o mentales que permiten una mirada distinta – y lúcida, a la vez – a su entorno. Sus obras sintetizan Realismo y simbolismo, y en ellas opone personajes contemplativos a personajes activos con relaciones conflictivas entre ellos. Se suelen observar tres etapas en su producción dramática:
: Historia de una escalera
Enfoque social y ético, con una técnica teatral más compleja (efectos de inmersión, escenarios múltiples, etc.). Escribe dramas simbólicos, en los que se vale del pasado para reflexionar sobre el presente: Un soñador para un pueblo, Las Meninas.
Obras de contenidos sociales y políticos más explícitos, con incorporación de experimentos escénicos: La doble historia del doctor Valmy.
Su teatro está dotado de un fuerte sentido trágico. Son incuestionables su reflexión y su compromiso ético con el hombre y con la sociedad española de su tiempo. La dimensión existencial y social inunda, así, la mayoría de su producción: la condición del hombre, su espíritu, su dignidad, el sentido de la vida, la injusticia social…
Sastre,porsuparte,formóelTeatrodeAgitaciónSocial
.Suobramásdestacada,Escuadrahacialamuerte,muestralarebelióncontrala autoridad que induce a una guerra que nadie entiende. Otras obras suyas son La sangre y la ceniza
Enlosañoscuarentaescribeunteatrometafísico,deinquietudexistencial:Uranio235
Desde 1950 practica un teatro de crítica social que se irá radicalizando con el tiempo. Su consagración llegó con Escuadra hacia la muerte (1953), un profundo drama existencial de abierto antimilitarismo, al que siguió La mordaza
La tercera etapa corresponde a la tragediacompleja, una tragedia en la que se aúnan la caricatura grotesca al estilo de Valle y el distanciamiento objetivista propuesto por Bertol Brecht. A este modelo corresponden obras como Crónicas romanas.
Un asunto controvertido en su momento fue el llamado “posibilismo”, que Sastre criticó por considerarlo una postura cómoda e inaceptable, mientras Buero entendía que adaptar la creación teatral a las circunstancias políticas (una especie de autocensura bien intencionada) era la única forma de que la literatura sirviera al interés social.
9.3EL TEATRO DESDE LOS AÑOS SESENTA HASTA 1975: TEATRO COMERCIAL, TEATRO SOCIAL, TEATRO EXPERIMENTAL (Fernando ARRABAL Y Francisco NIEVA)
Un grupo de autores jóvenes, siguiendo los planteamientos realistas iniciados por Buero y Sastre, ofrecen a lo largo de la década siguiente una propuesta teatral con una clara actitud de denuncia de las injusticias sociales y de la alienación del individuo, con las limitaciones de la censura.
Se vale de un Realismo directo y crítico con recursos del sainete y del esperpento, o cierto simbolismo de aire kafkiano, según de qué autor se trate. Las puestas en escena se caracterizan por la complejidad de los espacios escénicos, y los personajes, también complejos, luchan por defender sus ideales.
Adopta un lenguaje sin eufemismos que se aleja del refinado lenguaje de la alta comedia: se trata de una lengua directa, con formas populares y coloquiales, voces malsonantes o exclamaciones.
Entre los temas destacan la intolerancia de las sociedades provincianas, el fracaso personal y la falta de solidaridad, la alienación y la burocracia (Eltintero, 1961, de Carlos Muñiz), los problemas de desarraigo producidos por la emigración (La camisa, 1962, de Lauro Olmo)
Pero a la vez, y ya decididamente hacia 1970, otros dramaturgos se han lanzado a una renovación de la expresión dramática. Se supera el Realismo, y se asimilan corrientes experimentales del teatro extranjero, desde el teatro del absurdo a las propuestas más avanzadas, pasando por Brecht o Artaud.
En este teatroexperimentalpredominan los elementos simbólicos y vanguardistas, lo grotesco y lo imaginativo, con una influencia notable de Valle-Inclán, cuyos textos eran por entonces redescubiertos en los escenarios.
Cobran importancia los efectos especiales, la escenografía, el vestuario, la mímica o la expresión corporal. Sin embargo, aunque alejado del Realismo, sigue siendo un teatro de protesta y denuncia:
sus temas son la dictadura, la falta de libertad, la injusticia, la alienación y la sociedad de consumo.
Entre los autores de esta corriente, podemos señalar a los vanguardistas, los simbolistas y el teatro independiente. Entre los primeros encontramos a
Fernando Arrabál y Francisco Nieva.
Las obras de Arrabal podrían situarse entre el esperpento, el Surrealismo y el teatro del absurdo, y podemos destacar El cementerio de automóviles. Es el creador del llamado “teatro pánico”, presidido por la confusión, el humor y la incorporación de elementos surrealistas en el lenguaje. Los temas más frecuentes en sus obras son la sexualidad, la religión, la política, el amor y la muerte.
Francisco Nieva, según él mismo, escribíó tres tipos de teatro:
teatro furioso (Pelo de tormenta, 1973), teatro de farsa y calamidad (Malditas sean Coronada y sus hijas), y teatro de crónica y estampa (Sombra y quimera de Larra). Toma como base el lenguaje popular y se sirve de técnicas del Surrealismo y del absurdo. Su obra más destacada es La carroza de plomo candente, estrenada en 1976.
Los simbolistas se caracterizan por un marcado pesimismo y el frecuente uso de la simbología animal.
Es recurrente el tema del poder opresor y emplean elementos provocadores como la sexualidad, un lenguaje escatológico y agresivo, y la violencia física y verbal. Son, entre otros, José Ruibal (La máquina de pedir,), Manuel Martínez Mediero (El último gallinero).
El teatro independiente, hay que destacar el trabajo de grupos, compañías estables que potencian el elemento coreográfico, plástico, mímico o musical, tanto como el literario, lo que disminuye la presencia del autor tradicional. En 1975 existían en España más de cien grupos teatrales, que procuraban llevar el teatro a los diversos rincones del país.
Los goliardos, La Cuadra, Tábano con Castañuela 70; han llevado a cabo una síntesis entre la tendencia experimental y los elementos populares, y junto a enfoques críticos, se preocupan por los aspectos lúdicos del espectáculo.
Finalizada la dictadura y eliminada la censura, se crearon diversas instituciones y publicaciones teatrales.
Desde 1976 fueron accediendo a las carteleras algunas obras de autores del exilio y otras prohibidas años atrás. También llegaron asiduamente a los escenarios obras de Valle-Inclán y García Lorca.
Se dio una gran proliferación de festivales de teatro, la rehabilitación de edificios teatrales y las representaciones ajustadas a los programas académicos, con las que se pretendía atraer a un público joven, así como la continuidad de algunos grupos independientes que conviven con otros de creación más reciente