Portada » Español » Novela existencial de los años 40
El término novela proviene del italiano. Es una narración extensa por lo general en prosa que describe sucesos humanos con personajes y situaciones pertenecientes a la ficción, con la finalidad de distraer al lector. La novela es el más tardío de todos los géneros literarios. Surge como resultado de la evolución de la poesía épica impuesta por la vida moderna que se desinterésó de los relatos heroicos en verso, y deseó, en cambio, conocer aspectos de la vida real. Don Quijote de la Mancha es considerada la primera novela moderna. En el SXIX la novela alcanza su madurez y setransforma en la forma de expresión literaria más importante.
El novelista crea su propio mundo narrativo que debe ser verosímil. Por lo tanto, toda novela es ficción ya que es producto de la creación individual de un novelista que alimenta su fantasía de la realidad que lo rodea. – La novela se opone a la historia, esta exige que los hechos que se registran sean reales y hayan sido probados. Mientras que en la novela sabemos que todo esrecreado. – Maneja varias historias simultáneas. Un personaje puede establecer historias entre otros y estos a su vez nos cuentan sus propias historias. – La novela tiene muchos personajes y situaciones. – La novela combina la narración con la descripción y el diálogo.
Como en toda narración, en la novela distinguimos los siguientes elementos estructurales:
Por acción entendemos la historia que se va desarrollando a medida que leemos la novela.La estructura clásica incluye planteamiento (presentación de los personajes, describiendo también el lugar y el tiempo, en el que se situará la historia); nudo o desarrollo (el momento de mayor complejidad de la historia pues es cuando el conflicto evoluciona: en la novela suele haber un conflicto principal y otros secundarios) y desenlace (resolución del conflicto y el final de los sucesos planteados). Con la renovación formal de la novela en el Siglo XX, esta estructura se ve alterada con frecuencia.
El tiempo es la ordenación de los acontecimientos que componen la narración, de acuerdo con una estructura y tipología que el escritor determina previamente. Podemos distinguir tres modalidades:
Es la duración interna de los acontecimientos que se narran en la novela; la cantidad de tiempo en que transcurren los sucesos. Por ejemplo, en la novela La Regenta, de Clarín, la primera parte sucede en tres días; mientras que los acontecimientos que ocurren en la segunda, ocupan tres años. –
Los acontecimientos de la narración pueden ser ordenados según unas preferencias establecidas de antemano por el escritor. Puede desarrollar el relato siguiendo el orden natural del tiempo(estructura cronológica). Puede ser que se comience la narración por la mitad de los acontecimientos; y luego, mediante saltos temporales al pasado, retomar el principio (estructura in medias res). Finalmente, el curso cronológico del relato puede verse alterado por saltos hacia el pasado (analepsis), o avances hacia el futuro (prolepsis).
Es el lugar dónde se desarrolla la acción de una novela y por donde se mueven sus personajes. Se puede desarrollar en un lugar o en varios, en espacios exteriores o interiores, rurales o urbanos y en espacios reales, simbólicos o imaginarios. Para presentar los espacios los novelistas, utilizan la técnica de la descripción.
Los personajes son las entidades individuales o colectivas que desarrollan la acción del relato en una novela. Distinguimos, principalmente, protagonista, antagonistas, personajes secundarios y personaje colectivo
Es el individuo sobre el que se centra toda la composición del relato. Los demás personajes operan en función de él, y es quien soporta el mensaje principal que el autor quiere transmitir con la novela. –
Son los personajes cuya función es actuar oponiéndose al protagonista; el grupo de individuos que pretende impedir la acción de aquél. –
A veces, el autor no establece la estructura de protagonistas ni antagonistas. Opta por una masa de personajes, que normalmente representan a una época, o a una ciudad, y además todos tienen una importancia similar. Son personajes de vida cotidiana, cuyas vidas se entrecruzan para constituir un universo narrativo. Un buen ejemplo sería: La Colmena, de Camilo José Cela Todos estos personajes, se pueden presentar ante el lector de distintos modos: por sí mismos, estos aparecen en las novelas autobiográficas, a través de otro personaje, a través del narrador o de forma mixta, combinando las tres formas anteriores.
Es la entidad que va desarrollando el relato; la persona que va ejecutando la narración. -Hay tres tipos principales de narrador: narrador omnisciente, narrador autobiográfico y narrador testigo. –
Es una persona que permanece al margen de los acontecimientos y de los personajes. Cuenta siempre en tercera persona. Tiene conocimiento absoluto de la historia y de los personajes, por eso emite valoraciones críticas sobre los acontecimientos. Ejemplo: La Regenta, de Leopoldo Alas, Clarín. –
Participa directamente en el relato en calidad de protagonista. Siempre narra en primera persona, y ofrece continuamente su visión subjetiva de los acontecimientos que ofrece. Ejemplo: El Lazarillo de Tormes. –
Participa en el relato de forma indirecta: como espectador de los acontecimientos o como personaje secundario. Narra en tercera persona y adopta una actitud crítica frente a los acontecimientos que combina la objetividad con la subjetividad. Ejemplo: Trafalgar, de Benito Pérez Galdós 2.6 NARRATARIO–
Es algo así como el destinatario a quien va dirigido el relato; la persona a quien se le cuenta la narración. -Frecuentemente no se especifica el narratario, con lo cual se entiende que es el lector, en este caso, quien recibe el relato. Ejemplo: El Quijote, de Cervantes -Pero en otras ocasiones el narratario es alguien concreto, una persona a la que se le relata la novela. En este caso, el papel del lector es de simple espectador que conoce la información que un emisor (el narrador) le manda a un receptor específico (narratario). Ejemplo: La familia de Pascual Duarte, de Camilo José Cela.
La novela es un género proteico (cambiante, mudable), por lo que para clasificarla se pueden tener en cuenta distintos criterios tanto temáticos como formales o estilísticos que hacen que exista una gran diversidad de subgéneros novelísticos.
tiempo histórico, tiempo del relato y estructuras temporales. –
Se trata de la época o siglos en que está ambientada la narración. Ejemplo: El nombre de la rosa, de Umberto Eco, que está ambientada en la Edad Media.-
Es la duración interna de los acontecimientos que se narran en la novela; la cantidad de tiempo en que transcurren los sucesos. Por ejemplo, en la novela La Regenta, de Clarín, la primera parte sucede en tres días; mientras que los acontecimientos que ocurren en la segunda, ocupan tres años. –
Los acontecimientos de la narración pueden ser ordenados según unas preferencias establecidas de antemano por el escritor. Puede desarrollar el relato siguiendo el orden natural del tiempo(estructura cronológica). Puede ser que se comience la narración por la mitad de los acontecimientos; y luego, mediante saltos temporales al pasado, retomar el principio (estructura in medias res). Finalmente, el curso cronológico del relato puede verse alterado por saltos hacia el pasado (analepsis), o avances hacia el futuro (prolepsis).
Es el lugar dónde se desarrolla la acción de una novela y por donde se mueven sus personajes. Se puede desarrollar en un lugar o en varios, en espacios exteriores o interiores, rurales o urbanos y en espacios reales, simbólicos o imaginarios. Para presentar los espacios los novelistas, utilizan la técnica de la descripción.
Los personajes son las entidades individuales o colectivas que desarrollan la acción del relato en una novela. Distinguimos, principalmente, protagonista, antagonistas, personajes secundarios y personaje colectivo
Es el individuo sobre el que se centra toda la composición del relato. Los demás personajes operan en función de él, y es quien soporta el mensaje principal que el autor quiere transmitir con la novela. –
Son los personajes cuya función es actuar oponiéndose al protagonista; el grupo de individuos que pretende impedir la acción de aquél. –
A veces, el autor no establece la estructura de protagonistas ni antagonistas. Opta por una masa de personajes, que normalmente representan a una época, o a una ciudad, y además todos tienen una importancia similar.
Son personajes de vida cotidiana, cuyas vidas se entrecruzan para constituir un universo narrativo. Un buen ejemplo sería: La Colmena, de Camilo José Cela Todos estos personajes, se pueden presentar ante el lector de distintos modos: por sí mismos, estos aparecen en las novelas autobiográficas, a través de otro personaje, a través del narrador o de forma mixta, combinando las tres formas anteriores.
Es la entidad que va desarrollando el relato; la persona que va ejecutando la narración. -Hay tres tipos principales de narrador: narrador omnisciente, narrador autobiográfico y narrador testigo. –
Es una persona que permanece al margen de los acontecimientos y de los personajes. Cuenta siempre en tercera persona. Tiene conocimiento absoluto de la historia y de los personajes, por eso emite valoraciones críticas sobre los acontecimientos. Ejemplo: La Regenta, de Leopoldo Alas, Clarín. –
Participa directamente en el relato en calidad de protagonista. Siempre narra en primera persona, y ofrece continuamente su visión subjetiva de los acontecimientos que ofrece. Ejemplo: El Lazarillo de Tormes. –
Participa en el relato de forma indirecta: como espectador de los acontecimientos o como personaje secundario. Narra en tercera persona y adopta una actitud crítica frente a los acontecimientos que combina la objetividad con la subjetividad. Ejemplo: Trafalgar, de Benito Pérez Galdós 2.6 NARRATARIO–
Es algo así como el destinatario a quien va dirigido el relato; la persona a quien se le cuenta la narración. -Frecuentemente no se especifica el narratario, con lo cual se entiende que es el lector, en este caso, quien recibe el relato. Ejemplo: El Quijote, de Cervantes -Pero en otras ocasiones el narratario es alguien concreto, una persona a la que se le relata la novela. En este caso, el papel del lector es de simple espectador que conoce la información que un emisor (el narrador) le manda a un receptor específico (narratario). Ejemplo: La familia de Pascual Duarte, de Camilo José Cela.
La novela es un género proteico (cambiante, mudable), por lo que para clasificarla se pueden tener en cuenta distintos criterios tanto temáticos como formales o estilísticos que hacen que exista una gran diversidad de subgéneros novelísticos.
Son personajes de vida cotidiana, cuyas vidas se entrecruzan para constituir un universo narrativo. Un buen ejemplo sería: La Colmena, de Camilo José Cela Todos estos personajes, se pueden presentar ante el lector de distintos modos: por sí mismos, estos aparecen en las novelas autobiográficas, a través de otro personaje, a través del narrador o de forma mixta, combinando las tres formas anteriores.
Es la entidad que va desarrollando el relato; la persona que va ejecutando la narración. -Hay tres tipos principales de narrador: narrador omnisciente, narrador autobiográfico y narrador testigo. –
Es una persona que permanece al margen de los acontecimientos y de los personajes. Cuenta siempre en tercera persona. Tiene conocimiento absoluto de la historia y de los personajes, por eso emite valoraciones críticas sobre los acontecimientos. Ejemplo: La Regenta, de Leopoldo Alas, Clarín. –
Participa directamente en el relato en calidad de protagonista. Siempre narra en primera persona, y ofrece continuamente su visión subjetiva de los acontecimientos que ofrece. Ejemplo: El Lazarillo de Tormes. –
Participa en el relato de forma indirecta: como espectador de los acontecimientos o como personaje secundario. Narra en tercera persona y adopta una actitud crítica frente a los acontecimientos que combina la objetividad con la subjetividad. Ejemplo: Trafalgar, de Benito Pérez Galdós 2.6 NARRATARIO–
Es algo así como el destinatario a quien va dirigido el relato; la persona a quien se le cuenta la narración. -Frecuentemente no se especifica el narratario, con lo cual se entiende que es el lector, en este caso, quien recibe el relato. Ejemplo: El Quijote, de Cervantes -Pero en otras ocasiones el narratario es alguien concreto, una persona a la que se le relata la novela. En este caso, el papel del lector es de simple espectador que conoce la información que un emisor (el narrador) le manda a un receptor específico (narratario).
La novela es un género proteico (cambiante, mudable), por lo que para clasificarla se pueden tener en cuenta distintos criterios tanto temáticos como formales o estilísticos que hacen que exista una gran diversidad de subgéneros novelísticos.
Teniendo en cuenta la variedad de subgéneros a los que las carácterísticas generales han de corresponder, es inevitable que hablemos de rasgos generales, no aplicables en su conjunto a todos los subgéneros. No obstante, se podrán rastrear en mayor o menor medida los siguientes: –
El volumen de hechos informativos es tan grande que la concisión es un rasgo imprescindible cuando se quiere transmitir en un espacio o en un tiempo fijos la mayor cantidad de información posible. No hay que olvidar que concisión y brevedad no son dos palabras sinónimas. –
La subordinación a un espacio o a un tiempo determinados y el deseo de captar el interés del lector u oyente hacen necesaria una especial disposición de los contenidos en los artículos periodísticos. En una noticia, por ejemplo, los datos de mayor interés se incluyen en primer lugar y, a continuación, se desarrollan aspectos secundarios de la noticia (estructura de pirámide invertida). De este modo, si la noticia tiene que ser recortada por falta de espacio o de tiempo, se omitirán los elementos accesorios, nunca los principales. –
La propia urgencia con que se redactan los textos periodísticos, junto con la búsqueda de la concisión, fomenta la creación de un lenguaje con cierta tendencia al cliché, el uso de frases hechas, metáforas manidas y tópicos. Esto constituye un defecto señalado por todos los manuales de estilo. –
El empleo de oraciones cortas y de un léxico sencillo facilita la comprensión. Los diversos elementos de la oración deben estar dispuestos siguiendo el orden lógico: sujeto, verbo, complementos (directo, indirecto, circunstancial). Solo debería verse alterado para destacar alguno de los componentes de la oración.
Toda información debe ser tratada con la mayor objetividad. La presencia de adjetivos antepuestos o valorativos es un síntoma inequívoco de subjetivismo en el tratamiento de esa información, como también lo es la presencia de pronombres o de formas verbales en primera persona. Con todo, muchos autores afirman que la objetividad pura no existe, ni podrá existir nunca en los medios de comunicación.
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Uso contenido de recursos expresivos.· – Empleo de verbos en presente y pretérito de indicativo y en tercera persona.· -Tendencia al uso de construcciones impersonales y pasivas.· – Presencia de adjetivos especificativos y descriptivos.· – Empleo de aposiciones explicativas.·- Abundancia de oraciones simples y coordinadas y escasez de subordinaciones.· – Utilización de la narración como fórmula de elocución y el diálogo en entrevistas y citas de los· protagonistas y testigos de los hechos. – Uso de sinónimos, siglas, palabras pertenecientes a un mismo campo semántico, etc.·
Presencia de léxico connotativo y de adjetivos valorativos.· – Empleo de variedad terminológico del asunto que se aborda o del tema específico que se trate.·- Relevancia del uso de los pronombres y adjetivos determinativos por la presencia del escritor.· -Gran uso de la subordinación.· – Empleo de recursos literarios, fórmulas retóricas, frases hechas…·- Recursos de repetición léxicos y semánticos.· – Presencia de marcadores textuales que dejan entrever la actitud del emisor ante los contenidos.· – Estructuras textuales construidas a partir de argumentos, especialmente por oposición o analogía.· -Formulación de ideas en forma de interrogativa retórica.·
La función de atraer el interés del lector hacia una información recae en buena medida sobre los titulares. Un titular es el conjunto de palabras que encabeza cualquier texto periodístico y le da nombre o título. En ellos se debe presentar de modo objetivo, atractivo y sintético la información que seguidamente se desarrolla. Un titular no suele superar la docena de palabras. Una estructura sintáctica muy frecuente en los titulares es la frase nominal.
Resumen breve y conciso de la noticia o texto que viene a continuación de ellos. Se distinguen por ser habitualmente afirmativos y por su claridad (El entrenador ya no dirige el equipo > fue cesado). Muchas veces se produce la omisión del verbo y se emplean sobre todo sustantivos y adjetivos, que proporcionan rotundidad y concisión. Preocupación en Jerez por el futuro del sector vitivinícola. Los titulares que reproducen en estilo directo declaraciones de personalidades pueden suprimir el verbo introductor, para lograr un mayor dinamismo: Aragónés: «Lo importante es el gol». Los titulares informativos se caracterizan por su objetividad y porque no condicionan al lector a la hora de interpretar la noticia que va a leer.
Captan a toda costa el interés del lector hasta sorprenderlo; emplean una gran variedad de procedimientos retóricos para impresionar al posible lector y conseguir que lea el artículo. Son titulares llamativos. Constituyen un defecto en los textos informativos porque condicionan la interpretación o valoración de la noticia que el lector pueda realizar. Algunos recursos utilizados recuerdan a las frases publicitarias (eslóganes).
La información gráfica ocupa un lugar relevante en la prensa. Una presentación atractiva, agradable y lógica de las páginas constituye un elemento de captación de lectores. El texto, los titulares, las ilustraciones y la publicidad son elementos icónicos necesarios en un periódico.
Es un medio interactivo y multimedia que integra texto, imagen, vídeo y sonido. Sus principales carácterísticas son: hipertextualidad, instantaneidad, actualización constante, globalidad, accesibilidad y gratuidad. Se trata de un periodismo que ofrece una nueva retórica: se organiza en páginas en lugar de secciones, la importancia de una noticia con respecto a otras se observa en su colocación, la fotografía y el color son elementos destacados. El periodismo en Internet se halla en las páginas de periódicos, de radio y televisión on line y también en los teléfonos móviles. Internet ofrece la carácterística principal de que el contacto entre emisor y receptor es mucho más directo que en la prensa impresa tradicional.
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Uso contenido de recursos expresivos.· – Empleo de verbos en presente y pretérito de indicativo y en tercera persona.· -Tendencia al uso de construcciones impersonales y pasivas.· – Presencia de adjetivos especificativos y descriptivos.· – Empleo de aposiciones explicativas.·- Abundancia de oraciones simples y coordinadas y escasez de subordinaciones.· – Utilización de la narración como fórmula de elocución y el diálogo en entrevistas y citas de los· protagonistas y testigos de los hechos. – Uso de sinónimos, siglas, palabras pertenecientes a un mismo campo semántico, etc.·
Presencia de léxico connotativo y de adjetivos valorativos.· – Empleo de variedad terminológico del asunto que se aborda o del tema específico que se trate.·- Relevancia del uso de los pronombres y adjetivos determinativos por la presencia del escritor.· -Gran uso de la subordinación.· – Empleo de recursos literarios, fórmulas retóricas, frases hechas…·- Recursos de repetición léxicos y semánticos.· – Presencia de marcadores textuales que dejan entrever la actitud del emisor ante los contenidos.· – Estructuras textuales construidas a partir de argumentos, especialmente por oposición o analogía.· -Formulación de ideas en forma de interrogativa retórica.·
La función de atraer el interés del lector hacia una información recae en buena medida sobre los titulares. Un titular es el conjunto de palabras que encabeza cualquier texto periodístico y le da nombre o título. En ellos se debe presentar de modo objetivo, atractivo y sintético la información que seguidamente se desarrolla. Un titular no suele superar la docena de palabras. Una estructura sintáctica muy frecuente en los titulares es la frase nominal.
Resumen breve y conciso de la noticia o texto que viene a continuación de ellos. Se distinguen por ser habitualmente afirmativos y por su claridad (El entrenador ya no dirige el equipo > fue cesado). Muchas veces se produce la omisión del verbo y se emplean sobre todo sustantivos y adjetivos, que proporcionan rotundidad y concisión.
Preocupación en Jerez por el futuro del sector vitivinícola. Los titulares que reproducen en estilo directo declaraciones de personalidades pueden suprimir el verbo introductor, para lograr un mayor dinamismo: Aragónés: «Lo importante es el gol». Los titulares informativos se caracterizan por su objetividad y porque no condicionan al lector a la hora de interpretar la noticia que va a leer.
Captan a toda costa el interés del lector hasta sorprenderlo; emplean una gran variedad de procedimientos retóricos para impresionar al posible lector y conseguir que lea el artículo. Son titulares llamativos. Constituyen un defecto en los textos informativos porque condicionan la interpretación o valoración de la noticia que el lector pueda realizar. Algunos recursos utilizados recuerdan a las frases publicitarias (eslóganes).
La información gráfica ocupa un lugar relevante en la prensa. Una presentación atractiva, agradable y lógica de las páginas constituye un elemento de captación de lectores. El texto, los titulares, las ilustraciones y la publicidad son elementos icónicos necesarios en un periódico.
Es un medio interactivo y multimedia que integra texto, imagen, vídeo y sonido. Sus principales carácterísticas son: hipertextualidad, instantaneidad, actualización constante, globalidad, accesibilidad y gratuidad. Se trata de un periodismo que ofrece una nueva retórica: se organiza en páginas en lugar de secciones, la importancia de una noticia con respecto a otras se observa en su colocación, la fotografía y el color son elementos destacados. El periodismo en Internet se halla en las páginas de periódicos, de radio y televisión on line y también en los teléfonos móviles. Internet ofrece la carácterística principal de que el contacto entre emisor y receptor es mucho más directo que en la prensa impresa tradicional.
Preocupación en Jerez por el futuro del sector vitivinícola. Los titulares que reproducen en estilo directo declaraciones de personalidades pueden suprimir el verbo introductor, para lograr un mayor dinamismo: Aragónés: «Lo importante es el gol». Los titulares informativos se caracterizan por su objetividad y porque no condicionan al lector a la hora de interpretar la noticia que va a leer.
Captan a toda costa el interés del lector hasta sorprenderlo; emplean una gran variedad de procedimientos retóricos para impresionar al posible lector y conseguir que lea el artículo. Son titulares llamativos. Constituyen un defecto en los textos informativos porque condicionan la interpretación o valoración de la noticia que el lector pueda realizar. Algunos recursos utilizados recuerdan a las frases publicitarias (eslóganes).
La información gráfica ocupa un lugar relevante en la prensa. Una presentación atractiva, agradable y lógica de las páginas constituye un elemento de captación de lectores. El texto, los titulares, las ilustraciones y la publicidad son elementos icónicos necesarios en un periódico.
Es un medio interactivo y multimedia que integra texto, imagen, vídeo y sonido. Sus principales carácterísticas son: hipertextualidad, instantaneidad, actualización constante, globalidad, accesibilidad y gratuidad. Se trata de un periodismo que ofrece una nueva retórica: se organiza en páginas en lugar de secciones, la importancia de una noticia con respecto a otras se observa en su colocación, la fotografía y el color son elementos destacados. El periodismo en Internet se halla en las páginas de periódicos, de radio y televisión on line y también en los teléfonos móviles. Internet ofrece la carácterística principal de que el contacto entre emisor y receptor es mucho más directo que en la prensa impresa tradicional.
La narrativa anterior al 39 presenta tres generaciones: la Generación del 98, el Novecentismo y la Generación del 27.
En 1902 publican en España autores significativos como Azorín, Unamuno, Baroja y Valle-Inclán, los cuales inician un camino marcado por los siguientes rasgos: 1.- Denuncia de los males de España: el caciquismo, el hambre y la ignorancia… 2.- Pesimismo ante la situación histórica (el desastre colonial de 1898) y ante el desmoronamiento de los valores sociales y espirituales. 3.- Influencia de la filosofía: los planteamientos existencialistas de Kierkegaard y Schopenhauer (el escepticismo, la vida como algo absurdo y carente de sentido) 4.- El dolor de España y Castilla como profundo símbolo de patriotismo casticista 5.- Renovación estética o del estilo mediante el subjetivismo o antirrealismo (no se persigue, como en la estética realista, la reproducción exacta de la realidad, sino la expresión de la realidad interio) y la concepción totalizadora de la novela como género multiforme, en el que tienen cabida también la reflexión filosófica, el ensayo, el lirismo… (Azorín habla de ‘novela permeable’).
Unamuno acuñó el término «nivolas» para referirse a la novela que sirve para dejar testimonio de su intimidad agónica, para la reflexión sobre sus ideas obsesivas sobre la religión, la vida, la muerte y la propia conciencia. Para ello interviene en el relato, dialoga con sus personajes, los convierte en símbolos, interpela al lector… En 1914 publica una de sus mejores novelas, «Niebla«. Lo que más sorprende al lector de esta obra es la utilización del conocido juego vida-literatura: Augusto Pérez, el protagonista de la novela, se enfrenta con su creador en un ambiente de confusión entre lo que es verdad y lo que es ficción. También se sintió atraído por el tema de la lucha entre hermanos, por la historia bíblica de Caín y Abel. Este motivo fratricida sirve de base a su novela «Abel Sánchez«. Tras «La tía Tula»,
Unamuno publica “San Manuel Bueno, mártir”. En esta obra aparecen todos los motivos que, recurrente e insistentemente, habían ido apareciendo en sus novelas anteriores: la lucha agónica del individuo en este mundo, el creer y el aparentar creer, la soledad, los problemas de la fe, la vida como sueño…
Cuenta la historia de un cura de pueblo que ha perdido la fe, pero que aparenta tenerla para que sus feligreses mantengan intactas sus creencias religiosas.
Dos estilos definen la obra de Valle: Modernismo y esperpento. Los años iniciales están marcados por la tendencia modernista y representados por las cuatro «Sonatas», subtituladas “Memorias del Marqués de Bradomín”, supuestas memorias del Marqués de Bradomín, una especie de donjuán, «feo, católico y sentimental». De esta primera época también es la trilogía de “La guerra carlista”, que narra episodios de la última guerra carlista de España. Entre las obras marcadas por el esperpento destaca la que sin duda, es una de las mejores novelas de la primera mitad del Siglo XX, «Tirano Banderas». Por último las tres novelas del «Ruedo ibérico» (1927-1932) reflejan la historia y vida de nuestro país desde el reinado de Isabel II hasta el desastre del 98.
En las novelas de Azorín (José Martínez Ruiz) la narración se fragmenta en instantáneas que congelan el tiempo y captan la impresión del instante. Ejemplo de novela impresionista son La voluntad, Antonio Azorín, Confesiones de un pequeño filósofo Más tarde escribe “Don Juan” y “Doña Inés, en las que se describe minuciosamente el ambiente y la sensibilidad de los personajes.
Sus novelas se caracterizan por los siguientes rasgos: 1.- Novelas centradas en un personaje -activo y dominador o pasivo y sin voluntad 2- Acción y diálogos abundantes 3- Marcada presencia del narrador a través de comentarios y reflexiones 4-Descripciones impresionistas a base de pinceladas o unos pocos detalles físicos y psicológicos 5- Cierto desaliño expresivo. Su producción narrativa: se suele organizar en grupos de tres novelas (trilogías) que siguen un tema común. En estos relatos el autor parte de una observación de la realidad en muy variadas manifestaciones:
Primera etapa (1900-1912)
Trilogías: 1.- La lucha por la vida (La busca. Mala Hierba. Aurora roja); 2.- La tierra vasca (- La casa de Aizgorri. – El mayorazgo de Labraz. – Zalacaín el aventurero). 3.- La raza: (- La dama errante. – La ciudad de la niebla. – El árbol de la ciencia); 4.- El mar: (Las inquietudes de Shanti Andía-El laberinto de las sirenas- Los pilotos de altura.-)
(Memorias de un hombre de acción) serie de novelas sobre un personaje llamado Avinareta .
Desde la última vuelta del camino (memorias).
Destacaremos a los escritores que introducen novedades importantes en el tratamiento de las novelas. Y entre ellos los principales serán Ramón Pérez de Ayala y Gabriel Miró. Gran influencia tendrá la figura de Ramón Gómez de la Serna, pero más en el terreno de la poesía. Todos estos autores suponen una superación de los patrones o esquemas narrativos anteriores.
Destacan sus obras Nuestro Padre San Daniel y El obispo leproso .· Transcurren en Oleza (trasunto de Orihuela), representación de un mundo nebuloso, casi desaparecido, que el autor pretende rescatar.
Sus primera novelas) tienen un marcado carácter· autobiográfico. Relatan la crisis de conciencia individual, próxima a los tipos pasivos y existencialmente desorientados de las novelas de principios de siglo. En los años veinte escribe novelas intelectuales como Belarmino y Apolonio. Lo importante de estas novelas no es la trama sino las reflexiones diversas (filosóficas, literarias, estéticas…) que las acercan al ensayo. Predomina el tono reflexivo, la ironía y en cuanto a la técnica, el perspectivismo (contraste de varios puntos de vista).
La base de su producción literaria es la greguería, frase o· apunte breve que encierra una pirueta verbal o una metáfora insólita: «Humorismo + Metáfora = Greguería». Como novelista, Ramón rompe los moldes del género. En sus obras cabe de todo. La más famosa es El torero Caracho.
Coinciden autores que, sin pertenecer a la Generación del 27, siguen varias líneas de trabajo: • Novela de “arte deshumanizado” que planteaba Ortega y Gasset, como Benjamín Jarnés, máximo representante de la novela deshumanizada y de vanguardia. Se trata de una forma novelística muy intelectual y compleja que enlaza con lo que se está haciendo en otros lugares de Occidente (Joyce, Mann, Proust). Los rasgos que la definen son: argumento mínimo; perspectivismo y estructuración circular. • Novela social muy comprometida con la ideología revolucionaria, como Ramón J. Sender. 2 • Novela de humor, de técnica realista, que convierte el humor en materia narrativa de prestigio, como Wenceslao Fernández Flores.
Cuenta la historia de un cura de pueblo que ha perdido la fe, pero que aparenta tenerla para que sus feligreses mantengan intactas sus creencias religiosas.
Dos estilos definen la obra de Valle: Modernismo y esperpento. Los años iniciales están marcados por la tendencia modernista y representados por las cuatro «Sonatas», subtituladas “Memorias del Marqués de Bradomín”, supuestas memorias del Marqués de Bradomín, una especie de donjuán, «feo, católico y sentimental». De esta primera época también es la trilogía de “La guerra carlista”, que narra episodios de la última guerra carlista de España. Entre las obras marcadas por el esperpento destaca la que sin duda, es una de las mejores novelas de la primera mitad del Siglo XX, «Tirano Banderas». Por último las tres novelas del «Ruedo ibérico» (1927-1932) reflejan la historia y vida de nuestro país desde el reinado de Isabel II hasta el desastre del 98.
En las novelas de Azorín (José Martínez Ruiz) la narración se fragmenta en instantáneas que congelan el tiempo y captan la impresión del instante. Ejemplo de novela impresionista son La voluntad, Antonio Azorín, Confesiones de un pequeño filósofo Más tarde escribe “Don Juan” y “Doña Inés, en las que se describe minuciosamente el ambiente y la sensibilidad de los personajes.
Sus novelas se caracterizan por los siguientes rasgos: 1.- Novelas centradas en un personaje -activo y dominador o pasivo y sin voluntad 2- Acción y diálogos abundantes 3- Marcada presencia del narrador a través de comentarios y reflexiones 4-Descripciones impresionistas a base de pinceladas o unos pocos detalles físicos y psicológicos 5- Cierto desaliño expresivo. Su producción narrativa: se suele organizar en grupos de tres novelas (trilogías) que siguen un tema común. En estos relatos el autor parte de una observación de la realidad en muy variadas manifestaciones:
Primera etapa (1900-1912)
Trilogías: 1.- La lucha por la vida (La busca. Mala Hierba. Aurora roja); 2.- La tierra vasca (- La casa de Aizgorri. – El mayorazgo de Labraz. – Zalacaín el aventurero). 3.- La raza: (- La dama errante. – La ciudad de la niebla. – El árbol de la ciencia); 4.- El mar: (Las inquietudes de Shanti Andía-El laberinto de las sirenas- Los pilotos de altura.-)
(Memorias de un hombre de acción) serie de novelas sobre un personaje llamado Avinareta .
Desde la última vuelta del camino (memorias).
Destacaremos a los escritores que introducen novedades importantes en el tratamiento de las novelas. Y entre ellos los principales serán Ramón Pérez de Ayala y Gabriel Miró. Gran influencia tendrá la figura de Ramón Gómez de la Serna, pero más en el terreno de la poesía. Todos estos autores suponen una superación de los patrones o esquemas narrativos anteriores.
Destacan sus obras Nuestro Padre San Daniel y El obispo leproso .· Transcurren en Oleza (trasunto de Orihuela), representación de un mundo nebuloso, casi desaparecido, que el autor pretende rescatar.
Sus primera novelas) tienen un marcado carácter· autobiográfico. Relatan la crisis de conciencia individual, próxima a los tipos pasivos y existencialmente desorientados de las novelas de principios de siglo. En los años veinte escribe novelas intelectuales como Belarmino y Apolonio. Lo importante de estas novelas no es la trama sino las reflexiones diversas (filosóficas, literarias, estéticas…) que las acercan al ensayo. Predomina el tono reflexivo, la ironía y en cuanto a la técnica, el perspectivismo (contraste de varios puntos de vista).
La base de su producción literaria es la greguería, frase o· apunte breve que encierra una pirueta verbal o una metáfora insólita: «Humorismo + Metáfora = Greguería». Como novelista, Ramón rompe los moldes del género. En sus obras cabe de todo. La más famosa es El torero Caracho.
Coinciden autores que, sin pertenecer a la Generación del 27, siguen varias líneas de trabajo: • Novela de “arte deshumanizado” que planteaba Ortega y Gasset, como Benjamín Jarnés, máximo representante de la novela deshumanizada y de vanguardia. Se trata de una forma novelística muy intelectual y compleja que enlaza con lo que se está haciendo en otros lugares de Occidente (Joyce, Mann, Proust). Los rasgos que la definen son: argumento mínimo; perspectivismo y estructuración circular. • Novela social muy comprometida con la ideología revolucionaria, como Ramón J. Sender. 2 • Novela de humor, de técnica realista, que convierte el humor en materia narrativa de prestigio, como Wenceslao Fernández Flores.
(Memorias de un hombre de acción) serie de novelas sobre un personaje llamado Avinareta .
Desde la última vuelta del camino (memorias).
Destacaremos a los escritores que introducen novedades importantes en el tratamiento de las novelas. Y entre ellos los principales serán Ramón Pérez de Ayala y Gabriel Miró. Gran influencia tendrá la figura de Ramón Gómez de la Serna, pero más en el terreno de la poesía. Todos estos autores suponen una superación de los patrones o esquemas narrativos anteriores.
Destacan sus obras Nuestro Padre San Daniel y El obispo leproso .· Transcurren en Oleza (trasunto de Orihuela), representación de un mundo nebuloso, casi desaparecido, que el autor pretende rescatar.
Sus primera novelas) tienen un marcado carácter· autobiográfico. Relatan la crisis de conciencia individual, próxima a los tipos pasivos y existencialmente desorientados de las novelas de principios de siglo. En los años veinte escribe novelas intelectuales como Belarmino y Apolonio. Lo importante de estas novelas no es la trama sino las reflexiones diversas (filosóficas, literarias, estéticas…) que las acercan al ensayo. Predomina el tono reflexivo, la ironía y en cuanto a la técnica, el perspectivismo (contraste de varios puntos de vista).
La base de su producción literaria es la greguería, frase o· apunte breve que encierra una pirueta verbal o una metáfora insólita: «Humorismo + Metáfora = Greguería». Como novelista, Ramón rompe los moldes del género. En sus obras cabe de todo. La más famosa es El torero Caracho.
Coinciden autores que, sin pertenecer a la Generación del 27, siguen varias líneas de trabajo: • Novela de “arte deshumanizado” que planteaba Ortega y Gasset, como Benjamín Jarnés, máximo representante de la novela deshumanizada y de vanguardia. Se trata de una forma novelística muy intelectual y compleja que enlaza con lo que se está haciendo en otros lugares de Occidente Los rasgos que la definen son: argumento mínimo; perspectivismo y estructuración circular. • Novela social muy comprometida con la ideología revolucionaria, como Ramón J. Sender. 2 • Novela de humor, de técnica realista, que convierte el humor en materia narrativa de prestigio, como Wenceslao Fernández Flores.
LA NARRATIVA ESPAÑOLA DEL Siglo XX DESDE 1940 HASTA 1970 1.INTRODUCCIÓN.-
La devastación cultural que provocan la Guerra Civil y sus consecuencias obliga a establecer una radical división en el campo literario de la novela: novela del exilio y novela que se hace en España, bajo las duras condiciones socieconómicas y culturales de la postguerra.-Se estructura el tema en cuatro periodos cronológicos: -Narrativa del exilio-Narrativa de los años 40-Narrativa de los años 50-Narrativa de los años 602.LA NARRATIVA EN EL EXILIO-
Temas principales: añoranza de la patria y la infancia. Reflexión sobre las consecuencias generales de la Guerra Civil: odio entre compatriotas, represalias, venganzas y muertes. Crítica a las condiciones impuestas por cualquier dictadura (falta de libertad y la opresión).-Principales autores y obras: Ramón J. Sender (Réquiem por un campesino español). Francisco Ayala (Muertes de perro).
1.Novelas de tipo realista2.Se describe la triste situación de postguerra, pero sin profundas reflexiones.3.Autores: José Mª Gironella (Ha estallado la paz
1.Primer premio Planeta de postguerra2.Novela que describe la soledad existencial, la falta de horizonte vital en un país dominado por la miseria moral y económica.
Novela que impacta por su Realismo desgarrador: descripción de la pobreza económica y moral.2.Reflexión sobre los impulsos irracionales de la conducta humana.
Las repercusiones del fin de la dictadura en la vida literaria española fueron evidentes: desaparición de la censura, recuperación de los autores exiliados, apertura hacia la literatura extranjera-‐ europea, norteamericana y latinoamericana, fundamentalmente-‐, impulso político a la creación literaria en las distintas lenguas peninsulares, generosa política de subvenciones oficiales a autores, multiplicación de premios, certáMenes literarios y ferias del libro… Algo más tarde asistiremos al crecimiento y expansión de poderosos grupos editoriales y de comunicación (PRISA, Planeta, RBA…). Cambia también el tratamiento del libro -‐en especial, de la novela-‐ en la sociedad de masas, ya que se convierte en un producto de consumo más que permite en algunos casos tiradas de varios centenares de miles-‐ e incluso millones-‐ de ejemplares (best-‐sellers). Tras la muerte de Franco y la llegada de la democracia, después de 1975, la desaparición de la censura enriquece la narrativa con argumentos y asuntos que en años anteriores no podían ser novelados o que requerían de la pericia del novelista para camuflarlos. Aunque aún no hay suficiente perspectiva para clasificar y juzgar las tendencias de este periodo, sí podemos señalar algunas tendencias: hay en la novela posfranquista una reacción contra la complejidad experimental de los años 60 y se produce un viraje hacia la concepción realista de la novela. Se habla de Realismo renovado.
Una obra clave de esta nueva perspectiva será La verdad sobre el caso Savolta (1975) de Eduardo Mendoza. Se reivindica el placer de narrar: un relato con intriga, aventura, enredo, amoríos, elementos propios de la novela folletinesca. A partir de este momento lo que interesa es contar una historia, y la trama, el argumento, es el eje. Por lo general vuelven a la concepción clásica, se narra una única acción y de forma lineal. Novelas que ejemplifican esta tendencia son Los delitos insignificantes (1986), de Álvaro Pombo, Luna de lobos (1985), de Julio Llamazares,
La ciudad de los prodigios (1986) de Eduardo Mendoza o Bélver Yin (1986) de Jesús Ferrero. Incluso se vuelve por lo general al relato cerrado y de final explícito, como En días como estos (1981), de Lourdes Ortiz. Hay un cambio significativo hacia las personas tradicionales del relato, predominan los relatos en primera y tercera personas. La segunda sólo permanece en algunos autores consagrados que han participado de determinados hallazgos y renovaciones del experimentalismo, como es el caso de Gonzalo Torrente Ballester en La isla de los jacintos cortados (1980). Estas novelas del Realismo renovado ponen al descubierto los atributos del hombre de hoy, la confusión del hombre moderno obligado a reflexionar sobre la realidad que le rodea, a buscarle un sentido porque ha perdido la fe en aquellos valores que garantizaban y explicaban el mundo. Los personajes de esta novela son personajes desvalidos, inseguros, desorientados, en busca de su propia identidad.
En la actualidad se observa, además de esta tendencia del Realismo renovado, una gran libertad y diversidad de tendencias. No debe olvidarse que la novela es objeto de consumo en una oferta diversificada del mercado editorial. Repasemos algunas de estas tendencias:
• Metanovela.
El narrador reflexiona los aspectos teóricos de la novela que suele trasladar a la ficción como tema o motivo del relato. Uno de los recursos habituales que usan los novelistas es la invención de un personaje escritor-‐ o profesor de Literatura o perteneciente al mundo editorial-‐ que indaga y dialoga sobre temas literarios, sobre cómo se debe escribir una novela. Algunos ejemplos: La orilla oscura, de José Mª Merino; Juegos de la edad tardía de Luis Landero; El vano ayer de Isaac Rosa o Papel mojado, de Juan José Millás.
• Novela histórica.
Se trata de un subgénero muy valorado por los lectores. Se enmarca dentro de una tendencia europea que recupera a viejos maestros como Robert Graves, M. Yourcenar, Gore Vidal o nuevas formas como El nombre de la rosa de Umberto Eco. Se trata de un tipo de novela, por lo general, de gran precisión histórica que obliga al novelista a documentarse sobre el período, acontecimientos y personajes sobre los que pretende novelar. Junto a la novela histórica cuyo principal cometido es reflejar fielmente unos determinados acontecimientos aparece otra que pone en cuestión la interpretación de esos hechos y establece una verdad nueva o distinta, como en las novelas de Vázquez Montalbán o Javier Cercas. Dentro de esta tendencia, podemos citar: El manuscrito carmesí, de Antonio Gala; Galíndez, de Manuel Vázquez Montalbán; El hereje, de Miguel Delibes; El capitán Alatriste de Arturo Pérez Reverté; Los girasoles ciegos de Alberto Méndez; Soldados de Salamina o Anatomía de un instante de Javier Cercas.
• Novela de intriga y policíaca.
En la década de los 70 se produce una invasión de traducciones de novela negra europea y norteamericana. Autores españoles como Andreu Martín o Juan Madrid adoptarán estos modelos y los adaptarán, y en otros casos, los transgredirán para servir a otros fines (la serie de novelas del detective Pepe Carvalho de Manuel Vázquez Montalbán como crónica socio-‐ política, mordaz e irónica, de la transición democrática). Otras obras son: La tabla de Flandes, de Arturo Pérez Reverté, El invierno en Lisboa de Antonio Muñoz Molina, El alquimista impaciente de Lorenzo Silva; La sombra del viento de C. Ruiz Zafón.
• Novela neorrealista o de la generación X.
Este tipo de narrativa estuvo de moda durante los años que van desde la caída del muro de Berlín (1989) hasta el 11 de Septiembre de 2001, momento en que el Nihilismo de esta generación de escritores perdíó el favor de los lectores. Su interés temático se centró en la representación de la conducta de los entonces jóvenes adolescentes, sus salidas nocturnas en las grandes ciudades, el uso y abuso de drogas, del sexo, del alcohol y de la música rock. Son obras representativas de esta tendencia Historias del Kronen (1994), de José Ángel Mañas, que inauguró esta tendencia; Héroes, de Ray Loriga; o Amor, curiosidad, sexo, Prozac y dudas, de Lucía Etxebarría.
Otras tendencias que se señalán habitualmente son:
• Novela lírica.
El valor esencial es la calidad técnica con que está escrita, la búsqueda de la perfección formal: La lluvia amarilla, de Julio Llamazares; La fuente de la edad, de Luis Mateo Díez; El lápiz del carpintero., de Manuel Rivas.
• Novela autobiográfica:
Corazón tan blanco, de Javier Marías; Ardor guerrero de Antonio Muñoz Molina. Muchas de estas novelas se han ocupado de los años del franquismo y de la lucha contra la dictadura (El río de la luna, de José Mª Guelbenzu) y también del desengaño por la transición política (Los dioses de sí mismos, de Juan José Armas Marcelo).
• Novela culturalista.
En los últimos años han aparecido una serie de autores jóvenes que hacen una novela que se ocupa de analizar y explicar diferentes aspectos de la cultura occidental desde unas posturas bastante eruditas. Es lo que hace Juan Manuel de Prada en Las máscaras del héroe o La tempestad.
En general, desde un punto de vista ideológico, estas novelas rechazan los códigos éticos y morales. Existe un marcado individualismo de los autores: los escritores no forman hoy grupos porque no existe una tendencia clara-‐ por afinidad estética o ideológica-‐ que los aglutine. Ante los problemas colectivos manifiestan una mirada distanciadora, un tono humorístico o de amargo cinismo que, a veces, se manifiesta como trivialidad. Las preocupaciones existenciales, los problemas en la realización de la propia personalidad (se habla de neorromanticismo, de «apoteosis de lo privado») siguen siendo los motivos que prevalecen, como la soledad, la dificultad de las relaciones interpersonales, la intimidad, el amor, el erotismo o la muerte.
La ciudad de los prodigios (1986) de Eduardo Mendoza o Bélver Yin (1986) de Jesús Ferrero. Incluso se vuelve por lo general al relato cerrado y de final explícito, como En días como estos (1981), de Lourdes Ortiz. Hay un cambio significativo hacia las personas tradicionales del relato, predominan los relatos en primera y tercera personas. La segunda sólo permanece en algunos autores consagrados que han participado de determinados hallazgos y renovaciones del experimentalismo, como es el caso de Gonzalo Torrente Ballester en La isla de los jacintos cortados (1980). Estas novelas del Realismo renovado ponen al descubierto los atributos del hombre de hoy, la confusión del hombre moderno obligado a reflexionar sobre la realidad que le rodea, a buscarle un sentido porque ha perdido la fe en aquellos valores que garantizaban y explicaban el mundo. Los personajes de esta novela son personajes desvalidos, inseguros, desorientados, en busca de su propia identidad.
En la actualidad se observa, además de esta tendencia del Realismo renovado, una gran libertad y diversidad de tendencias. No debe olvidarse que la novela es objeto de consumo en una oferta diversificada del mercado editorial. Repasemos algunas de estas tendencias:
• Metanovela.
El narrador reflexiona los aspectos teóricos de la novela que suele trasladar a la ficción como tema o motivo del relato. Uno de los recursos habituales que usan los novelistas es la invención de un personaje escritor-‐ o profesor de Literatura o perteneciente al mundo editorial-‐ que indaga y dialoga sobre temas literarios, sobre cómo se debe escribir una novela. Algunos ejemplos: La orilla oscura, de José Mª Merino; Juegos de la edad tardía de Luis Landero; El vano ayer de Isaac Rosa o Papel mojado, de Juan José Millás.
• Novela histórica.
Se trata de un subgénero muy valorado por los lectores. Se enmarca dentro de una tendencia europea que recupera a viejos maestros como Robert Graves, M. Yourcenar, Gore Vidal o nuevas formas como El nombre de la rosa de Umberto Eco.
Se trata de un tipo de novela, por lo general, de gran precisión histórica que obliga al novelista a documentarse sobre el período, acontecimientos y personajes sobre los que pretende novelar. Junto a la novela histórica cuyo principal cometido es reflejar fielmente unos determinados acontecimientos aparece otra que pone en cuestión la interpretación de esos hechos y establece una verdad nueva o distinta, como en las novelas de Vázquez Montalbán o Javier Cercas. Dentro de esta tendencia, podemos citar: El manuscrito carmesí, de Antonio Gala; Galíndez, de Manuel Vázquez Montalbán; El hereje, de Miguel Delibes; El capitán Alatriste de Arturo Pérez Reverté; Los girasoles ciegos de Alberto Méndez; Soldados de Salamina o Anatomía de un instante de Javier Cercas.
• Novela de intriga y policíaca.
En la década de los 70 se produce una invasión de traducciones de novela negra europea y norteamericana. Autores españoles como Andreu Martín o Juan Madrid adoptarán estos modelos y los adaptarán, y en otros casos, los transgredirán para servir a otros fines (la serie de novelas del detective Pepe Carvalho de Manuel Vázquez Montalbán como crónica socio-‐ política, mordaz e irónica, de la transición democrática). Otras obras son: La tabla de Flandes, de Arturo Pérez Reverté, El invierno en Lisboa de Antonio Muñoz Molina, El alquimista impaciente de Lorenzo Silva; La sombra del viento de C. Ruiz Zafón.
• Novela neorrealista o de la generación X.
Este tipo de narrativa estuvo de moda durante los años que van desde la caída del muro de Berlín (1989) hasta el 11 de Septiembre de 2001, momento en que el Nihilismo de esta generación de escritores perdíó el favor de los lectores. Su interés temático se centró en la representación de la conducta de los entonces jóvenes adolescentes, sus salidas nocturnas en las grandes ciudades, el uso y abuso de drogas, del sexo, del alcohol y de la música rock. Son obras representativas de esta tendencia Historias del Kronen (1994), de José Ángel Mañas, que inauguró esta tendencia; Héroes, de Ray Loriga; o Amor, curiosidad, sexo, Prozac y dudas, de Lucía Etxebarría.
Otras tendencias que se señalán habitualmente son:
• Novela lírica.
El valor esencial es la calidad técnica con que está escrita, la búsqueda de la perfección formal: La lluvia amarilla, de Julio Llamazares; La fuente de la edad, de Luis Mateo Díez; El lápiz del carpintero., de Manuel Rivas.
• Novela autobiográfica:
Corazón tan blanco, de Javier Marías; Ardor guerrero de Antonio Muñoz Molina. Muchas de estas novelas se han ocupado de los años del franquismo y de la lucha contra la dictadura (El río de la luna, de José Mª Guelbenzu) y también del desengaño por la transición política (Los dioses de sí mismos, de Juan José Armas Marcelo).
• Novela culturalista.
En los últimos años han aparecido una serie de autores jóvenes que hacen una novela que se ocupa de analizar y explicar diferentes aspectos de la cultura occidental desde unas posturas bastante eruditas. Es lo que hace Juan Manuel de Prada en Las máscaras del héroe o La tempestad.
En general, desde un punto de vista ideológico, estas novelas rechazan los códigos éticos y morales. Existe un marcado individualismo de los autores: los escritores no forman hoy grupos porque no existe una tendencia clara-‐ por afinidad estética o ideológica-‐ que los aglutine. Ante los problemas colectivos manifiestan una mirada distanciadora, un tono humorístico o de amargo cinismo que, a veces, se manifiesta como trivialidad. Las preocupaciones existenciales, los problemas en la realización de la propia personalidad (se habla de neorromanticismo, de «apoteosis de lo privado») siguen siendo los motivos que prevalecen, como la soledad, la dificultad de las relaciones interpersonales, la intimidad, el amor, el erotismo o la muerte.
Se trata de un tipo de novela, por lo general, de gran precisión histórica que obliga al novelista a documentarse sobre el período, acontecimientos y personajes sobre los que pretende novelar. Junto a la novela histórica cuyo principal cometido es reflejar fielmente unos determinados acontecimientos aparece otra que pone en cuestión la interpretación de esos hechos y establece una verdad nueva o distinta, como en las novelas de Vázquez Montalbán o Javier Cercas. Dentro de esta tendencia, podemos citar: El manuscrito carmesí, de Antonio Gala; Galíndez, de Manuel Vázquez Montalbán; El hereje, de Miguel Delibes; El capitán Alatriste de Arturo Pérez Reverté; Los girasoles ciegos de Alberto Méndez; Soldados de Salamina o Anatomía de un instante de Javier Cercas.
• Novela de intriga y policíaca.
En la década de los 70 se produce una invasión de traducciones de novela negra europea y norteamericana. Autores españoles como Andreu Martín o Juan Madrid adoptarán estos modelos y los adaptarán, y en otros casos, los transgredirán para servir a otros fines (la serie de novelas del detective Pepe Carvalho de Manuel Vázquez Montalbán como crónica socio-‐ política, mordaz e irónica, de la transición democrática). Otras obras son: La tabla de Flandes, de Arturo Pérez Reverté, El invierno en Lisboa de Antonio Muñoz Molina, El alquimista impaciente de Lorenzo Silva; La sombra del viento de C. Ruiz Zafón.
• Novela neorrealista o de la generación X.
Este tipo de narrativa estuvo de moda durante los años que van desde la caída del muro de Berlín (1989) hasta el 11 de Septiembre de 2001, momento en que el Nihilismo de esta generación de escritores perdíó el favor de los lectores. Su interés temático se centró en la representación de la conducta de los entonces jóvenes adolescentes, sus salidas nocturnas en las grandes ciudades, el uso y abuso de drogas, del sexo, del alcohol y de la música rock. Son obras representativas de esta tendencia Historias del Kronen (1994), de José Ángel Mañas, que inauguró esta tendencia; Héroes, de Ray Loriga; o Amor, curiosidad, sexo, Prozac y dudas, de Lucía Etxebarría.
Otras tendencias que se señalán habitualmente son:
• Novela lírica.
El valor esencial es la calidad técnica con que está escrita, la búsqueda de la perfección formal: La lluvia amarilla, de Julio Llamazares; La fuente de la edad, de Luis Mateo Díez; El lápiz del carpintero., de Manuel Rivas.
• Novela autobiográfica:
Corazón tan blanco, de Javier Marías; Ardor guerrero de Antonio Muñoz Molina. Muchas de estas novelas se han ocupado de los años del franquismo y de la lucha contra la dictadura (El río de la luna, de José Mª Guelbenzu) y también del desengaño por la transición política (Los dioses de sí mismos, de Juan José Armas Marcelo).
• Novela culturalista.
En los últimos años han aparecido una serie de autores jóvenes que hacen una novela que se ocupa de analizar y explicar diferentes aspectos de la cultura occidental desde unas posturas bastante eruditas. Es lo que hace Juan Manuel de Prada en Las máscaras del héroe o La tempestad.
En general, desde un punto de vista ideológico, estas novelas rechazan los códigos éticos y morales. Existe un marcado individualismo de los autores: los escritores no forman hoy grupos porque no existe una tendencia clara-‐ por afinidad estética o ideológica-‐ que los aglutine. Ante los problemas colectivos manifiestan una mirada distanciadora, un tono humorístico o de amargo cinismo que, a veces, se manifiesta como trivialidad. Las preocupaciones existenciales, los problemas en la realización de la propia personalidad (se habla de neorromanticismo, de «apoteosis de lo privado») siguen siendo los motivos que prevalecen, como la soledad, la dificultad de las relaciones interpersonales, la intimidad, el amor, el erotismo o la muerte.
Otras tendencias que se señalán habitualmente son:
• Novela lírica.
El valor esencial es la calidad técnica con que está escrita, la búsqueda de la perfección formal: La lluvia amarilla, de Julio Llamazares; La fuente de la edad, de Luis Mateo Díez; El lápiz del carpintero., de Manuel Rivas.
• Novela autobiográfica:
Corazón tan blanco, de Javier Marías; Ardor guerrero de Antonio Muñoz Molina. Muchas de estas novelas se han ocupado de los años del franquismo y de la lucha contra la dictadura (El río de la luna, de José Mª Guelbenzu) y también del desengaño por la transición política (Los dioses de sí mismos, de Juan José Armas Marcelo).
• Novela culturalista.
En los últimos años han aparecido una serie de autores jóvenes que hacen una novela que se ocupa de analizar y explicar diferentes aspectos de la cultura occidental desde unas posturas bastante eruditas. Es lo que hace Juan Manuel de Prada en Las máscaras del héroe o La tempestad.
En general, desde un punto de vista ideológico, estas novelas rechazan los códigos éticos y morales. Existe un marcado individualismo de los autores: los escritores no forman hoy grupos porque no existe una tendencia clara-‐ por afinidad estética o ideológica-‐ que los aglutine. Ante los problemas colectivos manifiestan una mirada distanciadora, un tono humorístico o de amargo cinismo que, a veces, se manifiesta como trivialidad. Las preocupaciones existenciales, los problemas en la realización de la propia personalidad (se habla de neorromanticismo, de «apoteosis de lo privado») siguen siendo los motivos que prevalecen, como la soledad, la dificultad de las relaciones interpersonales, la intimidad, el amor, el erotismo o la muerte.