ARGUMENTOS MORALES. Los argumentos morales realizan una asociación entre el comportamiento moral de los seres humanos y la existencia de Dios, considerando que la conducta moral es en sí misma una prueba de su existencia. Estos argumentos defienden que no es posible justificar la existencia objetiva del Bien, la Justicia o la conciencia moral sin recurrir a la existencia de Dios, del alma humana y del más allá después de la muerte. Todos los seres humanos poseen una conciencia moral, identifican y diferencian de forma clara lo que está bien y lo que está mal. Esta diferencia está presente además en todas las culturas, lo que debe exigir un modelo objetivo de Bien y Mal. Dios aparece aquí como la causa de la conciencia moral y de la objetividad de los valores. Según los argumentos morales, el comportamiento correcto no puede justificarse sin la existencia de Dios, pues los seres humanos atenderían exclusivamente a sus propios intereses y circunstancias personales, y la convivencia en armónía sería imposible. Pero los hombres son capaces de comportarse de forma correcta y altruista por encima de sus propios beneficios e incluso aunque le ocasione perjuicios. La realidad de la conciencia moral exigiría una concepción del ser humano basada en algo más que lo puramente material y biológico, pues se identificaría directamente con el alma. Según los argumentos morales lo que realmente está en juego con nuestro comportamiento es nuestra alma. La existencia de Dios es la garantía de la existencia del alma humana y de su conciencia moral. Si Dios no existiese el bien y el mal dependerían de las circunstancias y de la opinión de cada uno y serían conceptos relativos y modificables. En este caso, muchos comportamientos moralmente reprobables obtendrían consecuencias positivas y, al contrario, la buena conducta conduciría a resultados negativos, pues nadie juzgaría nuestras acciones objetivamente. ¿Por qué deberíamos comportarnos bien si Dios no existe? En cambio, la existencia de Dios garantiza la existencia universal del Bien y la Justicia, y asegura que habrá una correspondencia entre el buen comportamiento y la felicidad, así como entre el mal comportamiento y el castigo. Este argumento fue empleado por I.Kant en el Siglo XVIII. Aunque fue un autor agnóstico que defendíó que no es posible conocer racionalmente la existencia de Dios, Kant consideraba que la existencia de Dios es indudable pues es un postulado de la moral. Dios es el Bien Absoluto, que fundamenta nuestra conciencia moral y que hace posible que el bien y la felicidad coincidan, lo cual inclina a los seres humanos hacia el cumplimiento del deber. Dios garantiza que el Bien existe y que la realidad es justa, aunque a nuestros ojos no parezca tal. 6 ARGUMENTO ANTROPOLÓGICO Consideran que la existencia de Dios es la garantía de un sentido para la existencia del ser humano. Estos argumentos se oponen a la tesis existencialista de que la vida humana carece de sentido de entrada y defienden que el ser humano posee un sentido y una definición previa a su existencia, una finalidad o plan establecido por Dios que nos será revelado tras la muerte. Según el argumento antropológico, la existencia de Dios tiene dos consecuencias para nuestra definición del ser humano: Asegura la existencia del alma, un concepto fundamental en nuestra comprensión del ser humano. El ser humano es algo más que un animal inteligente, no es tan solo un ser biológico sujeto a la deriva de la evolución sino que posee un sentido transcendente. La existencia de Dios como garantía del sentido de nuestras vidas lo convierte en un elemento central para millones de personas que lo perciben como una certeza absoluta que dota de sentido a sus vidas. Si solo existe lo material, ¿qué es entonces el ser humano? Supongamos que el ser humano solo es definible en términos puramente biológicos y fisiológicos. En este caso, el hombre se define como un compuesto de materia, un animal dotado de una gran inteligencia que ha aparecido circunstancialmente en la historia de la vida y que desaparecerá sin mayores consecuencias. La vida humana carecería de sentido ni finalidad fuera de lo puramente material. La existencia de Dios en cambio garantiza que el ser humano no ha aparecido al azar en el proceso evolutivo sino que estaba predestinado a aparecer: el hombre es la culminación de la obra de Dios, que así lo había planeado como perfección de la vida. El hombre tiene así un estatus elevado por encima de los demás seres del universo y es algo más que materia, es algo más que un animal. Posee un alma, un sentido y un destino por encima de lo que él mismo puede conocer en el periodo de su limitada vida terrenal. 7 ARGUMENTO Cosmológico. Si suponemos que Dios no existe y no hay ningún ser supremo que dirija el orden del universo, ¿por qué existen las cosas?, ¿cuál es el sentido de la existencia del universo? Tomás de Aquino ya introdujo en la quinta vía la necesidad de una Inteligencia suprema que ordenase el universo hacia una finalidad. Siguiendo esta línea se desarrollan los llamados argumentos cosmológicos, que consideran que el orden y diseño inteligente del cosmos son la prueba de la existencia de Dios. El universo no ha surgido por azar y su historia debe tener un sentido final que desconocemos. Este es el conocido como argumento del relojero, planteado por William Paley en el Siglo XVIII: si encontrásemos un reloj en medio del campo deduciríamos que su origen no ha sido fruto del azar de la naturaleza, sino que alguien lo ha diseñado previamente pues se trata de un mecanismo complicado, imposible que surja por sí mismo. El universo sería un diseño mucho más complejo y armonioso, lo cual supondría necesariamente la existencia de una inteligencia que lo hubiese planificado y organizado. EL ARGUMENTO DE PASCAL. Blaise Pascal propuso en el Siglo XVII un argumento a favor de la existencia de Dios conocido como la apuesta de Pascal. No se trata de un argumento para probar su existencia como tal, sino para demostrar la necesidad de decantarse por esta. El argumento defiende que no se puede demostrar la existencia de Dios (agnosticismo) pero que lo racional es admitirla, por lo que es incluido dentro de las demostraciones favorables. Según Pascal tenemos cuatro posibilidades: Si crees en Dios y este existe, irás al cielo. Si crees en Dios y este no existe, no pasará nada. Si no crees en Dios y este no existe, no pasará nada. Si no crees en Dios y este existe, irás al infierno. La existencia de Dios no sería demostrable pero aceptarla sería una decisión racional e inteligente pues, de las opciones planteadas, la creencia en Dios es la única que obtiene un resultado positivo y evita las posibles consecuencias negativas del ateísmo. 8 ARGUMENTOS EN CONTRA DE LA EXISTENCIA DE Dios. El ateísmo es la postura que niega la existencia de cualquier tipo de divinidad, pudiendo extenderse también este rechazo hacia la creencia en seres espirituales, el alma o la vida después de la muerte. El ateísmo es una postura muy diversa y que puede entenderse de distintas maneras, desde el ateísmo práctico del que plantea su vida como si Dios no existiera o del que directamente nunca ha conocido ninguna referencia a Dios ni a la religión, al ateísmo teórico que argumenta contra la existencia de Dios, en el que nos centramos. En algunas ocasiones se argumenta contra posturas religiosas contrarias a las propias calificándolas de ateas, pero no hay que confundir el ateísmo con estas situaciones, como ocurríó con Sócrates, el panteísmo o los cristianos en la Antigua Roma que se opónían a la religión oficial del Imperio. Los filósofos que defienden el ateísmo teórico argumentan desde dos posturas: o bien aportan razones por las que defienden que Dios no existe, o bien parten de la no existencia de Dios como postulado e intentan explicar cuáles son los motivos (históricos, psicológicos, políticos, etc.) que han llevado al ser humano a suponer su existencia. Una vez descubiertos estos motivos quedaría patente que Dios es una invención humana y que es necesario liberar al hombre de la religión. La defensa del ateísmo se concentra en la Antigüedad y en el Periodo Contemporáneo, a partir del Siglo XVIII, debido a la censura religiosa vivida durante todo el periodo medieval y parte del moderno. EL ATEÍSMO EN LA FILOSOFÍA GRIEGA. Autores presocráticos, como Demócrito (siglo V a.C.), plantearon una visión del mundo materialista sin ninguna referencia a elementos espirituales o divinos. Para Demócrito todo el universo estaría compuesto de átomos y vacío que se combinan de forma azarosa y sin ninguna finalidad que Oriente su destino. El pensamiento materialista de Demócrito supone una negación implícita de la existencia de Dios, del alma o de cualquier otra realidad más allá de la que percibimos. Epicuro (siglo IV a.C.) también defendía una interpretación materialista de la realidad, lo cual incluiría también al ser humano. El alma humana estaría compuesta también de elementos materiales y la desaparición del cuerpo implicaría la desaparición del alma. Uno de los conceptos fundamentales de su pensamiento es el azar: el universo no está regido por ningún destino ni existe una inteligencia que lo dote de estructura ni armónía, sino que toda la existencia es producto de la casualidad o azar. Epicuro consideraba que la religión cumple la función de controlar los placeres humanos, por lo que somete al hombre y evita su felicidad. También se atribuye a Epicuro la primera formulación del problema del mal: si Dios existiese no permitiría la maldad; si no lo previene es porque no es omnipotente o no es benévoló, por lo que, de existir, no habría que llamarlo Dios.